Jorge Azcón, en el Debate sobre el Estado de la Comunidad

Jorge Azcón, en el Debate sobre el Estado de la Comunidad Cortes de Aragón

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Del “café de caca” a Juan, el “aragonés currante” de Vox: el gran debate de Aragón, más allá de los titulares

Las más de doce horas de debate dejaron tiempo para anuncios, réplicas, contrarréplicas y alguna anécdota que quedará en las paredes de La Aljafería.

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Zaragoza
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Más de dos horas y media de discurso de Azcón y otra media jornada (10 horas) de Debate sobre el Estado de la Comunidad dieron para anuncios, réplicas, contrarréplicas y alguna que otra anécdota que quedará guardada en las paredes del histórico Palacio de La Aljafería.

El debate comenzó el miércoles con el discurso del presidente, con cuatro palabras que atemorizan a muchos: “sin límite de tiempo”. No es para menos. Azcón logró batir por cinco minutos su propia marca del año pasado y estuvo en pie en la tribuna del hemiciclo durante 2 horas y 37 minutos, lo que desde Vox llamaron “hacer un Fidel Castro”.

Antes de hablar de Vox, el fuego lo abrió este jueves el portavoz socialista, Fernando Sabés, que se estrenó como portavoz en un debate de este calibre, con su líder, Pilar Alegría, en la grada de invitados y escoltada por el regreso a La Aljafería del expresidente Marcelino Iglesias, quien sabe si con ganas de bajar al ruedo y ser ella misma quien le cante las 40 al presidente. De momento no puede haber ese cara a cara, aunque su sola presencia alteró los ánimos en las bancadas.

No faltaron referencias varias hacia Palestina, con los diputados del PSOE con una chapa en la solapa en su apoyo y los de Chunta con una bandera. Ambos buscaron las cosquillas del presidente popular con este tema, que trató de zanjar. "Con práctica seguridad, el día de mañana, el Tribunal Penal Internacional calificará como genocidio lo que está ocurriendo en este momento en Gaza. Yo nunca he dicho que lo que está ocurriendo en Gaza no sea genocidio. Nunca he dicho que no sea genocidio. Nunca lo voy a decir", ha aseverado.

Ahora sí, Vox. Su intervención era esperada, ya que iba a testar los ánimos con el PP de cara a los presupuestos de 2026. Pero apareció una figura que llamó la atención a todos, la de Juan, un “aragonés currante” que no puede heredar porque no puede pagar sus impuestos ni va a poder entrar en el centro de Zaragoza con su vehículo “por la Zona de Bajas Emisiones de Natalia Chueca”. "Será que Juan es afiliado de Vox y así le va", le respondió tajante el presidente aragonés, que pidió seriedad al debate.

La aparición de Juan fue el runrún de la primera pausa para el almuerzo, que provocó la oleada de diputados (y periodistas) a la cafetería buscando un primer respiro, e incluso algunos de los asesores de Azcón dieron por concluido el debate y marcharon del Palacio. Porque con un café de por medio se arregla todo, incluso hasta el punto de ver a dos figuras enfrentadas por el PAR -Alberto Izquierdo y Elena Allué- al borde del abrazo. Y hablando del PAR, otra figura que siempre da de qué hablar, la de José Ángel Biel, también hizo su aparición durante la jornada del miércoles.

Las miradas que giraron hacia la grada por la presencia de Pilar Alegría siguieron enfocadas hacia el mismo lugar con la presencia del diputado Jorge Pueyo, siempre en boca de un Azcón que incluso aventuró que pronto tendría la oportunidad de debatir directamente con él -en las Cortes, se entiende-.

Durante el debate se habló de los viajes de Azcón, especialmente los que le pillaron fuera de Aragón en plenas tormentas. Pero, ya puestos, el presidente trajo a colación sus vacaciones en Vietnam para convertir el conocido refrán de “café para todos” al hablar de la financiación autonómica en “café de caca”, por no utilizar otro término más escatológico. “La civeta se come los granos de café, pasan por su intestino, y los expulsan. Vale como 600 euros. Quieren pasar de ‘café para todos’, a ‘café de caca’”, comparó.

Poca gente tuvo el valor para aguantar la larga jornada de debate que se vivió en el Parlamento aragonés. Una de las que aguantó en su asiento fue la Justicia de Aragón, Concepción Gimeno, que aguantó estoicamente todo el día escuchando a los portavoces.