
Los Lafaja, la familia aragonesa apasionada de la Semana Santa. Zaragoza
Los Lafaja, la familia aragonesa que vive la Semana Santa a lo grande: "El abuelo cambió la escopeta por un tambor"
La historia comienza con el abuelo Joaquín quien fue reconocido como el primer 'tambor noble' en la Ruta del Tambor y el Bombo de Urrea.
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En el pequeño pueblo de Urrea de Gaén (Teruel), donde el sonido de los tambores resuena con fuerza cada Semana Santa, una familia ha mantenido viva esta tradición con un fervor inquebrantable a lo largo de generaciones. Los Lafaja no solo han participado en la Ruta del Tambor y el Bombo, sino que han sido protagonistas de su historia, transmitiendo el amor por este arte de padres a hijos.
La historia de la familia Lafaja en la Semana Santa se remonta a Joaquín, abuelo de Esperanza y padre de Nicanor, quien fue reconocido como el primer 'tambor noble' de Urrea. Su devoción por la tradición fue tal que, en un gesto simbólico de entrega y pasión, cambió una escopeta por un tambor.

El abuelo Joaquín (el primero) con el tercerol en la cabeza, detrás Nicanor, después Esperanza y su hermano. Zaragoza
"Mi abuelo Joaquín cambió una escopeta para comprar un tambor y desde entonces no ha habido año en que nuestra familia no haya tocado", recuerda Esperanza con orgullo. Desde aquellos días, el redoble del instrumento ha marcado la vida de la familia, pasando de generación en generación hasta convertirse en todo un símbolo.
Cinco generaciones con el tambor colgado
El sonido del tambor no es solo un eco de la Semana Santa para los Lafaja, sino una presencia constante en sus vidas. "Nosotros hemos nacido con un tambor colgado", dice Esperanza entre risas. Su bisabuelo, su abuelo, su padre y ahora ella y su descendencia han mantenido la tradición con devoción.
Nicanor, el padre de Esperanza, comenzó a tocar el tambor desde que pudo sostenerlo. "Primero sin túnica y luego con una bata negra de mi madre, ya que en aquel entonces se exigía llevar vestimenta reglamentaria en las procesiones", cuenta.

La generación más pequeña de los Lafaja. Zaragoza
Incluso en momentos difíciles, la Semana Santa ha sido un pilar para la familia. Nicanor dejó de tocar el tambor tras la muerte de su esposa, con quien siempre había salido. "El día que murió mi madre, dejó de salir", comenta Esperanza. " Ya me quedo con la ilusión y me gusta, pero ya no tengo fuerzas para tocar porque venía ella también a tocar con el bombo y se me hace muy duro", añade el hombre.
Recuerdos de la infancia
Los recuerdos de Esperanza sobre la Semana Santa están llenos de nostalgia y emoción. Desde niña, acompañaba a su familia en las procesiones, siempre bajo la atenta mirada de su abuelo Joaquín. "Él era muy estricto, se aseguraba de que todos tocáramos bien y que lleváramos la túnica de forma adecuada. No permitía que nadie rompiera la solemnidad del momento", rememora.
El compromiso con la tradición era "absoluto". De hecho, cuando todas las amigas de Esperanza se iban a dormir, cuenta que ella se quedaba con su padre "tocando durante la noche".
Si hay un objeto que simboliza la pasión de los Lafaja por la Semana Santa, es el tambor que Nicanor consiguió de una manera poco convencional. Si el abuelo Joaquín hizo un trueque con la escopeta, el padre de Esperanza lo consiguió a cambio de viajes en su coche. "Él era taxista y un cliente que le debía dinero. Entonces él le dijo que en vez de dinero quería un tambor", cuenta la mujer.

El tambor que consiguió Nicanor. Zaragoza
"Ese tambor fue la gran disputa de mi hermano y yo. Yo, por ser la mayor, pensaba que me pertenecía, pero él se lo quedó y grabó su nombre en él para que no pudiera reclamarlo", relata Esperanza entre risas. Hoy, ese tambor está representado en la lápida de su hermano como un tributo eterno.
La Semana Santa en Urrea
La Semana Santa en Urrea es un evento que transforma al pueblo. "Aquí no hay infraestructura para el turismo, por lo que los que estamos tocando somos los del pueblo y nuestros amigos", explica Esperanza. La devoción de los habitantes es tal que, en el Viernes Santo, el silencio y la solemnidad dominan el ambiente.
La más impactante, "quizás" es la Procesión del Entierro. "Parece un entierro real, con la gente completamente entregada", dice emocionada.

Los pequeños de Urrea tocando el bombo de Joaquín Sobradiel Lafaja, familiar de Nicanor. Zaragoza
La costumbre de dejar los tambores en la calle cuando termina la procesión es una característica que solo permanece en Urrea y en otro pueblo más de la Ruta del Tambor y del Bombo. "Aquí no hay nadie de fuera, todos nos conocemos. Además, es una forma de indicar que la Semana Santa ha llegado", comenta con satisfacción.
Para los Lafaja, la Semana Santa no es solo un evento religioso, sino una forma de vida. "Para quienes tocamos, es la mejor semana del año. Para quienes no lo entienden, puede parecer aburrida", dice Nicanor con una sonrisa. Pero para ellos, el sonido del tambor perdura a lo largo del año. "En Navidad, cuando nos juntamos todos tocamos los villancicos al ritmo", continúa el hombre.
Así, cada año, cuando los tambores resuenan en Urrea de Gaén, la familia Lafaja vuelve a encontrarse con su historia, con su pueblo y con su propia esencia. Porque, como bien dice Esperanza, "si no te gusta, no vengas porque te aburrirás; pero si tocas, la Semana Santa es lo más bonito del mundo".