Marina, Viktoria y Natasha, ucranianas refugiadas en Zaragoza por la guerra

Marina, Viktoria y Natasha, ucranianas refugiadas en Zaragoza por la guerra E. E.

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Marina, Viktoria y Natasha, ucranianas refugiadas en Zaragoza por la guerra: "Nos vinimos con una sola mochila"

El 24 de febrero de 2022 Rusia lanzó el primer ataque que dio comienzo a la invasión que tres años después continua. Estas jóvenes tuvieron que huir nada más comenzar. 

Más información: Natasha Ivzhenko, ucraniana en Aragón: "Putin irá a por más, Europa también tendría que tener miedo"

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Hace tres años que Ucrania vive asolada por los ataques rusos. Tal día como hoy, 24 febrero en 2022, Putin lanzó el primer ataque a Ucrania lo que ha provocado en este tiempo miles de muertos que no se es capaz de contabilizar. La incertidumbre y la nula seguridad obligó a miles de personas a refugiarse en países vecinos como Polonia o Alemania. Sin embargo, una parte de ellos se encuentra en España, concretamente en Zaragoza.

Según datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, el mayor éxodo de ucranianos se dio cuando comenzó la guerra cuando creció de manera exponencial la solicitud  de residencia en España. Concretamente en abril de 2022 fue el mes que más solicitudes se registraron. En la actualidad, constan un total de 313.221 ucranianos con residencia en España a fecha del 31 de diciembre de 2024, lo que supone un incremento del 223%.

Viktoriia Kalenska tuvo que huir de su país con apenas 16 años junto a sus padres y dos hermanas pequeñas. Tres años después de dejar Ucrania en marzo de 2022 recuerda cómo fueron los primeras días cuando estalló todo: "Estuvimos en territorio ocupado dos semanas sin electricidad, ni comida, nada", señala. Aunque por ese momento no había presencia de militares ruso, los ataques eran continuos: "Estaba habiendo ataques, vimos de todo y se generaba mucha incertidumbre sobre lo que nos iba a pasar", reconoce.

Tras vivir en la agonía y sin la esperanza de que se fueran a relajar la fuerza de los ataques, sus padres tomaron una decisión. "Después de sobrevivir mis padres decidieron que querían salir del país porque tenían tres hija", dice. Sin embargo, dejar su país atrás también significó no ver más a su familia: "Mis abuelos están en Kiev y no pueden venir por problemas de salud. Está siendo una situación muy difícil para ellos aunque hablemos todos los días", cuenta.

Viktoriia Kalenska junto a su familia en Zaragoza

Viktoriia Kalenska junto a su familia en Zaragoza E. E.

En marzo de 2022 llegaron a Zaragoza y ahora viven en Pedrola junto a los primos de su padre. Esta joven se muestra agradecida por todo el apoyo que han estado recibiendo: "Nos han ayudado mucho con la casa, los documentos y el colegio. Mis hermanas están muy contentas con sus amigos y con los profesores", recalca.

Por su parte, Viktoriia tuvo que redefinir su vida: "Fue difícil adaptarme por el idioma y porque ya no podía cursar la ESO entonces me metieron en un grado medio de Administración. Ahora estudio un Grado Superior de Logística", reflexiona. Sus planes de futuro antes residían en estudiar restauración en Libia en Ucrania, ahora admite: "No puedo planear para el futuro porque puede cambiar todo otra vez".

A día de hoy reconoce que al inicio no era consciente de lo que estaba pasando: "Los primeros años estaba en modo supervivencia porque tenía que estudiar español y sacar el grado. Estaba muy estresada y casi no pensaba en lo que pasó con nosotros en Ucrania", reconoce.

"No puedo planear para el futuro porque puede cambiar todo otra vez"

Viktoriia, Kalenska

Ahora que se siente "segura" ha comenzado sufrir por lo que pasó: "Tengo ataques de pánico, miedo a la sangre y a la violencia", detalla. Por ello, esta joven se encuentra recibiendo ayuda psicológica para aprender convivir con ello.

Por lo que saben por llamadas diarias a su familia, el ánimo entre sus compatriotas comienza a flojear: "Toda la gente está muy cansada y no hay ningún sitio donde puedas sentirte seguro", destaca. Ante las conversaciones que se están manteniendo sobre una posible paz con Donald Trump de intermediario admite que no sabe que esperar. Sin embargo, la vuelta a Ucrania se siente lejos: "Mis padres miran por la seguridad de nosotras y las chicas están felices y lo más importante es que no les va a pasar nada aquí", finaliza.

Marina Yadrevska junto a su hija de 15 años

Marina Yadrevska junto a su hija de 15 años E. E.

Marina Yadrevska vivió toda una odisea para llegar a Zaragoza. Madre soltera de un hija en el momento que estalló la guerra se vio obligada a salir de Ucrania para poder labrar un futuro seguro para su hija que en ese momento solo tenía 12 años. Admite que en un inicio no tenía planeado venir a España "aunque era un país que era un sueño para mi". Si bien, vio en un inicio que Polonia por la facilidad del idioma podría ser un lugar donde instalarse: "Casi no conseguimos subirnos al tren, había mucha gente y solo íbamos con una mochila para cada una porque era imposible llevar más", recuerda esta ucraniana de 39 años.

Sin embargo, tras 36 horas de tren hasta llegar a Polonia y reflexionar durante días Marina decidió que su sitio no estaba ahí ante el aluvión de personas que acudían: "Tenía que pensar en buscar un trabajo para sacar adelante a mi hija y en Polonia estaba llegando mucha gente", cuenta. De esta manera, y después de muchas horas dedicadas a mirar en Internet opciones, se embarcó en un bus fletado por voluntarios españoles que la llevarían hasta España: "Decidí venir sin nada, sin idioma, sin familia o conocida, pero lo mejor era estar fuera, lejos de los cohetes", relata.

"Si volvemos será dentro de dos o tres años cuando esté todo mejor"

Marina Yadrevska

El 19 de marzo de 2022 llegó a Zaragoza donde fue ubicada por Cruz Roja durante seis meses junto a su hija en un hotel en el polígono de San Juan de Mozarrifar. Sus estudios como ingeniera de Ferrocarril le propiciaron la oportunidad poder trabajar en Zaragoza: "Cruz Roja me explicó que había una empresa que estaba trabajando con Adif y tenía un programa para ucranianos", cuenta. Así, gracias a su experiencia laboral y académica, esta ucraniana trabaja en la actualidad en Ineco como ingeniera y lo compagina con la joyería, una de sus pasiones: "Tengo dos trabajos para poder mantenernos a las dos, soy madre soltera y necesito lo máximo posible para poder salir adelante", detalla.

A pesar que para ella las cosas resultaron un poco más ágiles difíciles, la adaptación de su hija de 12 años fue más complicada: "Entró en una depresión porque no quería hablar, no quería relacionarse con personas que no fueran ucranianas, solo quería volver a Ucrania", recuerda. Así, detalla que el primer año resultó difícil para que su hija saliera hacia adelante, algo que a día de hoy dice aliviada que se encuentra bien y contenta de estar aquí.

Con una vida establecida y con ganas de mirar al futuro, Marina rechaza volver "de momento" a Ucrania: "Es una cuestión muy complicada porque mi hija ha hecho su vida aquí y se ha acostumbrado. Volver ahora sería estresarla más", dice preocupada. En esta misma línea, señala que las ciudades ahora no están para vivir y que su hija crezca en ese ambiente: "Si volvemos será dentro de dos o tres años cuando esté todo mejor porque está mi familia ahí y mis amigos, pero estás siempre con miedo", admite.

Natasha Ivzhenko, con la basílica del Pilar de fondo.

Natasha Ivzhenko, con la basílica del Pilar de fondo. E. E.

Natasha Ivzhenko decidió dejar Ucrania a finales de marzo de 2022 cuando empezaron a matar a los civiles: "Me asusté por mis hijos, los metí en el coche y me vine hasta Zaragoza porque trabajaba en una empresa de aquí desde Ucrania", relata. Cuando llegó, recibió ayuda por parte de un compañero de trabajo para buscar casa y colegio para sus hijos.

Según explica, los inicios no fueron fáciles para sus hijos, sobre todo, para la mayor de 13 años: "Le costó mucho porque no hablaba español, pero si inglés y sus compañeros muchos no lo hacían entonces la llamaban tonta por no reírse de sus bromas y no entenderlos", lamenta. Algo que Natasha luchó para hacerle entender que no era así ya que Viktoria, su hija, dominaba tres idiomas: ruso, ucraniano e inglés.

A pesar de todas las dificultades que les tomó adaptarse, los tres ven su futuro aquí: "Viktoria no quiere volver a Ucrania. Piensa que podrá abrir más puertas para ella y si en un futuro quiere volver y reconstruir su país, lo hará", cuenta.

"Cruzas la frontera con alivio porque es tu tierra, tu idioma, pero según vas pasando ves muchos militares, los cementerios llenos"

Natasha Ivzhenko

Natasha se vino sola dejando a su familia en Kiev, quienes dice aliviada que se encuentran bien: "Lo peor es cuando hay bombardeos, sobre todo por las noches, porque no pueden dormir, no ven bien lo que está pasando y se asustan, no pueden encender la luz para evitar que los rusos sepan dónde están", detalla.

Por su parte, conoce que su casa está dañada: "Vivía en un pueblo cerca de Kiev y mi casa fue invadida por los rusos". Aunque por el momento no piensa volver definitivamente, el pasado agosto visitó a su familia: "Cruzas la frontera con alivio porque es tu tierra, tu idioma, pero según vas pasando ves muchos militares, los cementerios llenos", relata.

A pesar de todo, mantiene la esperanza de poder volver y que Ucrania encuentre la paz: "Con la ayuda de los aliados o sin ella, los ucranianos haremos todo lo posible para reconstruir el país", concluye.