Andrés Espí, en su tienda de Alicante.

Andrés Espí, en su tienda de Alicante. Iván Villarejo

Gastronomía

La familia de Andrés lleva más de cien años vendiendo turrón en Alicante: "Hay quien le pone azúcar para ahorrarse la miel"

Los Espí llevan cuatro generaciones vendiendo el dulce artesanal de Xixona: "Seguimos manteniendo esa calidad a pesar de que nos cuesta mucho más".

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Alicante
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A finales del siglo XIX la familia Espí se lanzó con su apellido a vender el turrón de Jijona. 135 años después Andrés mantiene la tradición familiar en la ciudad de Alicante y señala con orgullo de hijo el trabajo hecho por su padre Ángel, "el promotor de la fama en la ciudad". "Yo, simplemente, lo que hago es continuar la labor", cuenta sin parar de atender a clientes.

Desde la calle Tomás López Torregrosa no han dejado de vender turrón y otros productos típicos. Antes de repasarla ya alerta risueño de que es una historia muy larga. Una en la que, como remarca, "seguimos manteniendo esa calidad a pesar de que nos cuesta mucho más, pero lo preferimos hacer así".

Pero toca volver al pasado, a un siglo en el que desde Alicante entró una de las epidemias de cólera que sufrió la península ibérica. La de 1885 destrozó parte de los antepasados de Andrés ya que mataría a unos padres y dejaría huérfanos a seis hermanos, que se repartieron por las casas de varias familias de Jijona.

"Mi abuelo tuvo la gran suerte de caer en la fábrica de estos señores que ya tenían en aquella época los títulos necesarios para poder tener fábrica y tienda", relata Espí. En aquel tiempo, para ser comerciante o fabricante de turrón, era necesario examinarse y obtener un título otorgado en Madrid. Y en este caso lo tenían desde 1822.

Al ser adoptado por los dueños, el abuelo aprendió el oficio y finalmente heredó la fábrica. A partir de ahí fue creciendo una marca de la que ahora Andrés es la cuarta generación.

Crecer en una familia turronera marca y así cuenta que sus primeros recuerdos están ligados a la pequeña fábrica de su abuelo en Xixona. Para Espí, el olor de una fábrica de turrón es inolvidable.

"Lo que más recuerdo de todo es el aroma de la almendra recién tostada, de los productos aquellos que desprendían un aroma único, único", destaca con el brillo en los ojos del que se ha remontado a su infancia y aún es capaz de revivir esas sensaciones de su memoria.

La firma Espí sigue utilizando las fórmulas tradicionales de aquella época, un valor que hoy consideran escaso y complicado de mantener. El objetivo principal es que "la calidad permanezca" y no dejarse llevar "ni arrastrarse por ganar dinero rápido como hace mucha gente".

La producción del turrón en la tienda de Alicante, que trabaja con obradores artesanos, es limitada. Y eso se debe a la escasez de la almendra que utilizan y a que tienen un pequeño obrador donde se fabrica a diario. "No podemos venderle a un gran público, no estamos preparados porque no tenemos capacidad", explica Andrés.

"A mano y de calidad"

En contraste con la fabricación industrial, en la tienda Espí "se hace todo como antiguamente, a mano". Espí insiste en que el turrón artesano es de la "máxima calidad" y se elabora "artesanalmente, que todavía ya queda poco de eso".

Respecto a la competencia en el sector, Espí es claro en que no es posible elaborar un turrón bueno y a la vez barato. Para ofrecer productos más económicos, las empresas optan por reducir ingredientes. "Si yo ahora mismo quiero fabricar un turrón para poderlo ofrecer a un precio más económico, pues nada más que tengo que quitarle alguna cosa, añadirle más azúcar y poner otro tipo de almendra", detalla.

La almendra y la miel de romero nunca han sido baratas, por lo que algunas empresas sacrifican la calidad para competir. "Hay otros tipos de mieles, incluso hay quien le pone azúcar invertido para ahorrarse la miel", confiesa Espí. Asegura que muchas empresas "dan gato por liebre" y hacen esto para poder competir en el mercado.