La terraza del restaurante Foc i Brasa de Vall d'Ebo.

La terraza del restaurante Foc i Brasa de Vall d'Ebo.

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Es cero turístico pero se come de maravilla en este pueblo de 230 habitantes en Alicante: "Con las mejores vistas"

Aquí, el trato es directo, las palabras pocas, y los sabores largos, igual que las sobremesas cuando el sol cae detrás de los pinos.

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Alicante
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Cuando pensamos en comer bien en Alicante, la mente suele volar hacia el bullicio costero de la capital, sus arroces marineros y tapas a pie de playa.

Pero, en el corazón de la Marina Alta, existe un diminuto enclave donde la palabra "turismo" se ha escrito siempre con minúsculas, y la autenticidad se sirve a mesa puesta: Vall d’Ebo.

Siluetas de montañas verdes abrazan las calles de este pueblo de apenas 230 habitantes, protegiendo un legado gastronómico que muy pocos conocen fuera de la comarca. Es aquí donde el tiempo se detiene y la vida sabe mejor.

Comer con vistas

El restaurante Foc i Brasa es el corazón culinario del pueblo, un refugio donde la olleta de blat, la sepia encebollada y una carta de embutidos caseros compiten con las vistas al Barranc de Benisti.

¿Quién necesita mantel Michelin cuando tienes una terraza que es balcón al paisaje, aromatizada con el humo de la leña y el rumor del valle?

Y si buscas variedad, el Capris te espera con los brazos abiertos y una oferta de platos mediterráneos clásicos, preparados como se ha hecho siempre, con producto fresco y cero artificios.

Aquí, el trato es directo, las palabras pocas, y los sabores largos, igual que las sobremesas cuando el sol cae detrás de los pinos.

Más allá del mantel

Pero Vall d’Ebo se paladea más allá de la mesa. Su iglesia del siglo XVI, con un retablo cerámico históriquísimo, vigila discretamente la plaza. Los restos del castillo hablan de antiguos orgullos y peleas de frontera.

Bajando a la tierra, la Cova del Rull despliega sus estalactitas y estalagmitas, mientras la Cova Fosca guarda secretos rupestres de hace más de 10.000 años, reconocidos por la UNESCO.

¿Eres de los que necesitan moverse antes de un buen almuerzo? El Barranc de l’Infern, conocido como la catedral del senderismo, promete un circuito con más de 6.000 escalones moriscos y paisajes que quitan el hipo.

Si lo tuyo es la aventura, Els Avencs y Els Tolls transforman la roca en escenario para espeleólogos y senderistas, y las fuentes naturales como la Font d’en Gili son la excusa ideal para un picnic entre amigos.

El viaje perfecto

Vall d’Ebo no sale en los rankings de pueblos de moda —y menos mal—. Aquí comer es compartir con los del pueblo, charlar con el cocinero sobre la cosecha de este año y descubrir que la verdadera desconexión tiene nombre de plato de cuchara.

Si buscas historias que no cuentan los influencers, menús que no se diseñan para turistas y paisajes que se disfrutan en silencio, Vall d’Ebo es tu próximo destino.