Carlos Cardelle, a su vuelta de la expedición K2.

Carlos Cardelle, a su vuelta de la expedición K2. M.H.

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Carlos y su expedición de Alicante al ochomil más peligroso sin oxígeno: "Un paso es un esfuerzo descomunal"

El montañista alicantino detalla su expedición de 60 días al Karakórum y enfrentarse a cuando la montaña dice no con un monzón inesperado.

Más información: Nanga Parbat 1953: la conquista del primer ochomil sin oxígeno

Alicante
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Este 2025 el objetivo de Carlos Cardelle era emprender desde Alicante una nueva y desafiante expedición hasta la cordillera del Karakórum, Pakistán. Allí quería alcanzar las cumbres del Broad Peak y el K2, este último el ochomil más peligroso, sin la ayuda de oxígeno extra. Y allí también aprendió lo que significa cuando la montaña dice no.

La aventura la había planificado, y presupuestado, para que durara 60 días, desde el 10 de junio hasta el 10 de agosto. El primer mes lo dedicó a la aclimatación, un proceso vital. Proveniente de Alicante, la cota cero de España, Carlos necesitaba adaptar su cuerpo para "tener una mayor capacidad y poder respirar" en una montaña de cinco mil metros.

Elegir escalar sin apoyo de oxígeno implica un riesgo mayor si tu cuerpo no está bien preparado, además, una botella añade "dos o tres kilos". Pero a ocho mil metros, el cuerpo respira solo "un 25% de oxígeno". Y este se dirige a "cerebro, corazón, pulmones", lo que dejan poco para las piernas. Por ello, "cada vez que das un paso es un esfuerzo descomunal".

Esa es la razón por la que la gran mayoría de los alpinistas suelen llevar estas bombonas ya que "da energía y calor". Además, reduce la necesidad de aclimatación lo que se traduce en expediciones más cortas y más asequibles.

Aun así, no todo es tan fácil. Al sopesar las ventajas, Carlos también tiene en cuenta otro inconveniente: "Si se te congela esa máscara de oxígeno, te quedas sin él". Y precisamente bajas temperaturas no faltan ni en verano para que pueda ocurrir este "problema muy grave". Un riesgo que también tiene un alto coste económico al preparar una gran expedición como esta.

El frío, como apunta, también es necesario al escalar estas cumbres ya que al estar la nieve "más congelada" esta sirve de puente natural entre los desniveles del terreno y se evita el riesgo de caer por una grieta. Por eso los escaladores se mueven por la noche para intentar facilitar el llegar a la cumbre "al amanecer sobre las 8, las 9 de la mañana".

Carlos se enfrentó a su primer ochomil en 2021. Era el Manaslu, en Nepal, el que le permitió comprobar que su cuerpo, ya bien entrenado en su día a día de militar de élite, "se adapta bien" sin oxígeno.

En estas montañas los campos base se instalan a una altura máxima de cinco mil metros. No se pueden montar más altos porque "el cuerpo se va debilitando". A partir de los seis mil, la recuperación no es "el 100 % de lo que has gastado".

En esta expedición, Carlos fue "sin porteadores". Eso le obligaba a "cambiar la estrategia totalmente" respecto a su última expedición al Denali en Alaska en la que sí fue acompañado por su amigo Alfonso Blas. Aquí tenía que realizar sus propios porteos de material y enterrar el necesario en cada viaje.

Carlos Cardelle, en esta expedición a la cordillera del Karakórum.

Carlos Cardelle, en esta expedición a la cordillera del Karakórum. Cedida

El esfuerzo fue "una paliza tremenda", subiendo a la montaña "hasta siete mil metros por lo menos siete veces". Cargó tiendas, comida, cuerdas y equipo, montando los campos de altura él mismo. Pero en las alturas también se pueden encontrar aliados.

Allí se unió a Olga, una alpinista estadounidense, con la que compartió esfuerzos y tienda en el campo dos. A la escaladora de Colorado se podía sumar el apoyo gracias a las telecomunicaciones con Jorge Palo (médico), Jorge Olcina (meteorólogo), el mencionado Alfonso Blas y Fernando Vivancos. Ellos le ayudaban a mantener "esa fortaleza mental".

Y lo que no se esperaba Carlos es que en esta expedición le pondría a prueba más que ninguna otra. Todo esto forma parte del largo proceso de preparación que debe afrontar un alpinista, del mismo modo que se debe encarar con el tiempo.

Frente al monzón

A principios de julio, con los campos montados y aclimatado, Carlos estaba "superilusionado" y "daba por hecho que iba a subir", necesitando solo "tres días de buen tiempo". Tenía todo un mes por delante. Sin embargo, el mal tiempo persistió.

En Pakistán la llegada del monzón, se suele producir en agosto. Este año, como lamenta, "se ha adelantado" a julio. Este monzón inesperado trajo mal tiempo, haciendo "imposible" cualquier intento de cumbre este año.

Y no fue por falta de intentos a lo largo de estas semanas, incluso siguiendo otras grandes expediciones de Nepal y Pakistán, pero el viento "de 70 kilómetros por hora" y otros factores de mal tiempo los frustraron. Las compañías comenzaron a retirarse a finales de julio.

Carlos y Olga decidieron cancelar, y al ir a recuperar material, un último pensamiento de intentar la cumbre "se desmoronó" por vientos "de 50, 60 kilómetros por hora". Comprendió que "este año ha dicho la montaña que no".