El puerto de Santa Pola.
El pueblo costero de la Comunidad Valenciana donde se come por menos de 20 euros y a 30 minutos de Alicante
Este municipio es ideal para escapar del bullicio de las grandes ciudades de la provincia.
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Llega la temporada alta, y con ella, la masificación turística en la provincia de Alicante.
Cada año, miles de turistas de todo el mundo eligen esta zona como destino vacacional, atraídos por sus playas, su gastronomía y su variada oferta de ocio.
Pero este aumento de visitantes también provoca la saturación de muchos espacios, especialmente en los restaurantes más populares o en los rincones más turísticos.
Encontrar una terraza tranquila para cenar en las grandes ciudades puede convertirse en misión imposible.
Para quienes buscan escapar del bullicio de grandes ciudades como Torrevieja o Alicante, Santa Pola se presenta como una alternativa perfecta.
Este municipio costero, a solo 30 minutos en coche desde Alicante por la N-332, es una auténtica postal que se vive con los cinco sentidos.
El aire huele a sal, a fritura ligera, a brisa del levante que llega sin prisa. Santa Pola no alardea, pero conquista.
Las barcas se balancean en el puerto mientras los flamencos en las salinas observan, con su elegancia indiferente, a quienes se acercan con la cámara en mano.
Qué ver en Santa Pola
En esta localidad puedes pasearte por algunas playas amplias y limpias como la playa de Levante, céntrica y familiar, perfecta para pasar el día.
Si prefieres algo más natural, cerca está la Playa del Carabassí, con dunas, pinares y ambiente más relajado.
Las Salinas de Santa Pola también son un espacio natural protegido donde puedes ver aves como flamencos, caminar o montar en bici al atardecer.
Muy recomendable para quienes buscan algo diferente sin salir del pueblo.
El puerto pesquero es otro de los atractivos de esta localidad. Puedes ver llegar a los barcos con el pescado fresco cada tarde, algo que da mucho carácter al sitio.
Hay también un puerto deportivo, desde donde salen barcos hacia Tabarca.
Isla de Tabarca: A 25 minutos en barco. Vale la pena ir un día, recorrer la isla, nadar en aguas claras y comer un buen arroz. Se puede ir por unos 10-15 € ida y vuelta.
Si quieres conocer la historia de la localidad, también puedes visitar el Castillo-Fortaleza en el centro y muchas veces hay exposiciones, ferias o conciertos.
El centro del pueblo también es otra joya, sencillo pero con ambiente local, especialmente por la tarde y noche.
Y entre tanta luz blanca y mar que no cansa, la pregunta inevitable: ¿dónde se come bien sin romper la hucha?
Restaurante Batiste
Junto al puerto, con el rumor de las olas y el ajetreo de las redes. Por menos de 20 euros puedes sentarte a una mesa sencilla, pedir una fideuá de marisco o una paella de verduras, y dejar que el vino blanco local te acompañe como un amigo de toda la vida.