Vistas desde la Torre Medieval de Alcalalí.
Ni Altea ni Elche, el pueblo desconocido de Alicante que enamora: perfecto para una escapada
Es perfecto para contemplar la famosa floración de almendros que se alarga hasta finales de febrero.
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Todos hemos pisado alguna vez las localidades más famosas de la provincia de Alicante, ya sea en una escapada por las callejuelas blancas del casco antiguo de Altea, mediante una visita al Castell de Guadalest o descubriendo el impresionante palmeral de Elche.
Sin embargo, más allá de estos preciosos municipios y de la capital de la provincia, Alicante alberga muchos tesoros menos conocidos, pero que no tienen nada que envidiar a los destinos más concurridos.
Uno de estos tesoros es Alcalalí, un encantador pueblo de 1.400 habitantes situado en el corazón del Valle de Pop, en la comarca de la Marina Alta. Su combinación de historia, naturaleza y cultura lo convierte en un destino único.
Un pueblo con patrimonio
Alcalalí es conocido por su rico patrimonio histórico. Uno de sus monumentos más emblemáticos es la Torre Medieval, declarada Bien de Interés Cultural. Esta torre, que data del siglo XV, ofrece una impresionante vista panorámica del valle y es testigo silencioso de la historia que ha moldeado la región.
Además, la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora y la Ermita de San Juan Mosquera son paradas obligatorias para quienes deseen sumergirse en la arquitectura religiosa local.
El entorno natural de Alcalalí es igualmente cautivador. Rodeado de montañas como el Monte Seguili y el Carrascal, el municipio ofrece rutas de senderismo que serpentean entre olivos, naranjos, almendros y viñedos.
Durante la floración de los almendros, que suele alargarse hasta finales de febrero, el paisaje se transforma en un mar de flores blancas y rosadas, ofreciendo una experiencia visual inigualable.
Historia y tradición
La economía de Alcalalí ha estado tradicionalmente basada en la agricultura, con especial énfasis en el cultivo de la vid y el almendro. Esta herencia agrícola se refleja en la gastronomía local, donde los productos frescos y de proximidad son protagonistas.
Los visitantes pueden deleitarse con platos tradicionales en los restaurantes del pueblo, acompañados de vinos producidos en la región.
En cuanto a la vida cultural, Alcalalí celebra diversas festividades a lo largo del año, donde la música, la danza y las tradiciones locales cobran vida. Estas celebraciones ofrecen a los visitantes una oportunidad única para sumergirse en la cultura y las costumbres de la comunidad.
En definitiva, Alcalalí combina a la perfección su rico patrimonio histórico con la belleza natural de su entorno, ofreciendo a los visitantes una experiencia auténtica en el corazón de la Comunidad Valenciana.