El pasado viernes asistí al inicio del curso político de Paco Camps en Alicante. Un curso político bastante singular ya que no hay convocado ningún congreso regional del PPCV al que postularse. Es decir, un curso político de presión a la cúpula nacional del partido que encabeza Alberto Núñez Feijóo para que abra esa posibilidad y el valenciano pueda volver a la política.
Camps, después de tanto tiempo, parece no haber entendido qué le sucedió en los años previos a julio de 2011, cuando se vio obligado a dimitir como presidente regional del PP y presidente de la Generalitat. Y tampoco ha entendido cómo ha cambiado la política desde entonces.
Por eso, no sé si su problema es que vive fuera de la realidad, en un mundo imaginario, o que como demostró cuando gobernaba, sufre un trastorno narcisista, con una exagerada buena opinión de sí mismo. ¿Es que no se acuerda cómo dejó las arcas de la Comunidad Valenciana? ¿Qué reputación dejaron sus sucesivos gobiernos y el partido con consellers y el secretario general asumiendo judicialmente la culpabilidad en el caso Gürtel?
Le aconsejo que tire de hemeroteca y compruebe cómo su sucesor, Alberto Fabra, tuvo que recurrir a medidas excepcionales a finales de ese año 2011 para evitar la quiebra técnica de la Generalitat. Políticas como el "Plan C" en plena crisis económica mundial y un desmedido afán por los grandes eventos y las obras faraónicas que poco aportaban a la economía productiva de la Comunitat Valenciana dejaron la región en los huesos.
Sin embargo, a un nutrido grupo de militantes de la provincia de Alicante les recordó el viernes cómo él ganaba con mayorías absolutas entonces, incluso deslizando que si Mariano Rajoy logró la mayoría absoluta en 2011 fue porque él lo había hecho previamente, al igual que sucedió con José María Aznar y Eduardo Zaplana.
Camps obvió que entonces no existían ni Podemos, ni Sumar, ni Vox... Que entonces los nacionalistas radicales habían puesto en jaque al Estado o que el PSOE no había comenzado una campaña de polarización política para enfrentar en dos bandos diferenciados a todos los españoles.
El expresidente sí habló de Vox, sin nombrar al partido de Abascal, asegurando que con él, el PP podría recuperar los votos perdidos porque no hay nadie más constitucionalista, más españolista, que más apoye a la iniciativa privada o que mejor se pueda enfrentar al gran peligro para el país, el Gobierno de Pedro Sánchez.
Siempre he creído que las simplificaciones y los reduccionismos en los análisis políticos solo conducen al fracaso. Por eso, siempre hay que desconfiar de quienes proponen soluciones fáciles para los problemas complejos. Paco Camps sigue funcionando en términos dialécticos, en el blanco o negro sin escala de grises, cuando la política se ha complejizado de forma asombrosa en década y media. Lo cual, no significa que no tenga derecho a postularse para lo que quiera. Serán los afiliados del PP los que decidirán qué será de él y deSonia Castedo a partir de ahora.