La ficha del militar Gerhard Bremer, en el programa 'Dénia, refugi dels nazis'.

La ficha del militar Gerhard Bremer, en el programa 'Dénia, refugi dels nazis'. À Punt

Marina Alta

Cuando el comandante nazi Gerhard Bremer celebraba sus cumpleaños en Dénia en la playa de los 'alemanes'

En los años 70 y hasta los 80 vivía a la vista de todos un oficial condecorado por Hitler que sacaba su uniforme e invitaba a los músicos a comer y a la piscina.

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Alicante
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En los años 70, y hasta entrados los 80, un oficial nazi celebraba con su uniforme de la SS sus cumpleaños en un pueblo de Alicante. Las iniciales de este cuerpo paramilitar que dependía de Hitler, el águila imperial con la esvástica brillaban en su chaqueta y gorra mientras sonaba el alegre pasodoble Valencia. Solo Pep se enfrentaría a esta fiesta en la que adolescentes y jóvenes disfrutaban de su piscina y jardín.

La historia de los nazis que encontraron refugio en la España de la dictadura de Franco pasó desapercibida durante décadas. Es en la actual en la que diferentes historiadores y creadores están retratando lo que sucedía durante años a la vista de todos en la Dénia que apostaba por el turismo como vía de crecimiento económico.

El dramaturgo Gabi Ochoa lo hace este fin de semana con una lectura dramatizada de La platja dels alemanys, La playa de los alemanes, en Valencia. Con el título ya deja claro que durante décadas Gerhard Bremer disfrutaba de beneficios privados que no podían tener otros turistas alemanes que habían empezado a comprar casas para disfrutar del soleado clima de la Costa Blanca y los bajos precios de entonces.

Y un testigo de excepción de aquello fue el actual alcalde de Dénia, Vicent Grimalt. Con 12 años empezó a tocar en la banda municipal que invitaban para tocar en la amurallada urbanización pegada a la actual playa de Les Rotes. Aquel trozo de cotizado litoral se llamaba en los años 70 la playa de los alemanes porque eran los que tenían acceso directo a la arena.

Era 1971 y aún quedaban años duros en la dictadura de Franco. El régimen ejecutó a una persona aquel año, otras dos en 1974 y cinco en 1975. Como recuerda Grimalt, ir a una fiesta y ver a alguien vestido de militar no era tema para hacer bromas ni criticarlo.

Aquellas fiestas se celebraban cada 20 de abril, aniversario de Hitler, y el 25 de julio, el cumpleaños de Bremer, un día que era festivo nacional porque Franco había nombrado a Santiago apóstol patrón de España. La figura religiosa se convertía en una militar que se asociaba con el apodo de matamoros, ejemplo católico que se utilizaba también contra el enemigo que podía ser musulmán, comunista o masón.

Bremer celebraba aquel festivo igual que podía presumir de su victoria contra el ejército soviético en octubre de 1941. Una batalla en la que la división panzer en la que estaba terminaría con 64.000 prisioneros rusos.

El ambiente de las fiestas del 25 de julio era alegre, como recuerda aquel adolescente Grimalt. La banda tenía que tocar sus habituales pasodobles que podían tocar en cualquier otro lugar en los pasacalles del pueblo. Lo único diferente es que tenían que aprender el Coro de peregrinos de Tannhauser.

Aquella pieza de Richard Wagner, el compositor que el nazismo decidió impulsar con festivales como Bayreuth. Grimalt aún está marcado por esa asociación y este tema que cerraba la participación musical de la banda con su elegía de hombres que regresan a su patria tras cumplir penitencia, agradeciendo a Dios la gracia recibida y proclamando que ya no temen ni a la muerte ni al infierno.

Aquel héroe para el ejército nazi, condecorado por el propio Adolf Hitler con la Cruz de Caballero. Se emocionaba con esa música mientras tenía a su alrededor sus pastores alemanes, su mujer vestida con el traje regional bávaro y los amigos y vecinos disfrutando del agradable verano en su piscina.

La ostentación de la riqueza que se podía permitir Bremer en una pequeña ciudad de cerca de diecisiete mil habitantes que Bremer estaba ayudando a crecer. Desde los años 50, el antiguo SS estaba construyendo bungalós y hoteles que afianzaban la comarca como meca del turismo alemán y que aún se mantiene así.

Grimalt recuerda que a los músicos les recogían en un Mercedes desde el núcleo urbano hasta la playa de Les Rotes. Vehículos que, insiste, no eran habituales de ver en las calles. Igual que tampoco lo era poder bañarse en una piscina, cuando lo normal era lanzarse a la playa.

El dramaturgo Gabriel Ochoa, autor de 'La platja dels alemanys'.

El dramaturgo Gabriel Ochoa, autor de 'La platja dels alemanys'. Vicente Jiménez

La obra de Ochoa analiza la cotidianidad que permitía que en la posguerra se pudiera vivir con normalidad en una fiesta en la que Bremer era el único que lucía su llamativo uniforme negro nazi. Con la obra de teatro que ha escrito y presenta ahora subraya la contradicción de ese fenómeno.

El autor ya lo había abordado con una serie documental para la televisión autonómica À Punt con el explícito nombre de Dénia, refugio de los nazis. Gracias a un laboratorio de escritura del Institut Valencià de Cultura se ha centrado en un detalle de la historia, el director de la banda que se rebeló.

Si las fiestas transcurrían con normalidad incluso ya muerto Franco y con la incipiente democracia dirigida por Adolfo Suárez era por la necesaria colaboración de los vecinos y amigos. "En aquellas fiestas les daban de comer y beber, la banda iba encantada, eran guays", señala el autor. Y así se disfrutaron hasta que el director de la banda cambió y entró Josep Sendra en 1978.

El no del director

Pep Sendra se encontró con aquellas fiestas hasta que salió de una de ellas y dijo que mientras él fuera director, no volverían nunca a tocar allí, como recuerda un ya veinteañero Grimalt del inicio de los 80. Ese no al poder, el no a un militar nazi es el que recupera este fin de semana Ochoa en el teatro Rialto.

"¿Cómo te enfrentas a un hombre que tenía también el poder como empresario local?", destaca el autor. Para representarlo cuenta con los intérpretes Sergio Caballero, Rebeca Valls y Bruno Tamarit, entre otros. Ellos dan la cara de un fenómeno que ahora parecería imposible de repetir.

El alcalde socialista desde 2015 valora el trabajo que se hace en el municipio para divulgar la estancia de los nazis en Dénia y otros abusos de la dictadura franquista. "Si la gente conociera el pasado, muchas cosas que están pasando hoy día no pasarían", concluye. Ochoa, menos optimista, lo vincula con "el auge de la extrema derecha: han pasado muchos años, pero aún así ha vuelto".