Sergio Mira en el banco donde duerme, en el barrio de Carrús.

Sergio Mira en el banco donde duerme, en el barrio de Carrús.

Elche

Sergio (50 años) vive como sintecho en Carrús, uno de los barrios más pobres de España: "Me han robado tres móviles"

El hombre relata la dificultad de encontrar una vivienda y la cruda realidad de la delincuencia en una de las zonas con menos renta del país.

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Alicante
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Hay quien vive en Carrús y otros que sobreviven al barrio. Con una de las rentas más bajas de España y unos índices de delincuencia disparados, el barrio ilicitano pone a prueba por igual a vecinos y agentes.

Aunque ha evolucionado en las últimas décadas, el trabajo sin papeles aún es una realidad en este megabarrio de 70.000 habitantes, y muchos de sus vecinos se quejan de ser el patito feo de la ciudad, recibiendo menos servicios que otras zonas con mejor nombre.

Este cóctel hace que tenga un mayor número de personas sin hogar que otras zonas.

Sergio Mira, de 50 años, es uno de estos sintecho que sobrevive al barrio.

Vive en los bancos de la plaza de Victoria Kent, junto a otras personas que, como él, no tienen un hogar.

"La verdad es que alquilar una habitación hoy en día es muy complicado. Los precios son una locura", señala.

Los bancos están resguardados por una estructura de ladrillos y ahí ha establecido su campamento.

"Dispongo de lo justo, aun así te digo que se puede vivir bastante bien si sabes buscarte la vida", asegura.

El hombre dice desayunar en Cáritas o en el albergue. "He pasado situaciones muy delicadas, sobre todo a nivel mental. Pero aquí, dentro de lo que cabe, se vive bien", apunta.

Es natural de Benidorm, pero se crió en El Campello, y ha terminado en Carrús sin saber bien cómo.

"Llevo en este barrio unos cuatro meses, pero por culpa de las pastillas y el alcohol no recuerdo los últimos 35 años de mi vida. Tomaba 50 pastillas al día", lamenta.

Eran tranquilizantes "para buscar el sueño, pero nunca lo he encontrado", subraya.

"Somos pocos en Alcohólicos Anónimos para los problemas de droga que hay en este pueblo, hay muchísima gente enganchada", reconoce.

Lleva meses desintoxicado, pero sigue sin poder reunir el dinero para salir de su situación.

"En verano cumplí 50 años y fue el primer cumpleaños que recuerdo. Cualquier día aquí, incluso sin un duro, es mil veces mejor que los días de mi vida pasada cuando era drogadicto", destaca.

Sus pertenencias casi se pueden contar con los dedos de una mano, pero tener pocas cosas materiales no es tan difícil como convivir con otras personas sin hogar y delincuentes reincidentes.

"Tengo una paga de por vida por una negligencia médica, pero sigo sin poder conseguir una vivienda porque me he tenido que comprar tres móviles que me han robado", comenta.

Mira indica que en el barrio "hay gente dura que te reta; hemos llegado casi a las manos, hasta que te aceptan".

Estos delincuentes son tanto españoles como migrantes. Pero el hombre rechaza que se discrimine al migrante por unos cuantos reincidentes.

"Son los mismos de siempre. No podemos negarles la libertad ni decirles ‘no vengas a España’. Cada persona tiene derecho a buscar una vida mejor. Pero cuando llegan aquí se encuentran con una realidad muy dura. No se lo ponemos fácil, y es normal que a veces la gente explote", sostiene.

"Aun así, no puedes robarle el móvil a nadie, y menos a alguien que vive en la calle", añade.

Para conseguir comida también toca la guitarra en restaurantes. "Soy músico y me gusta tocar, no por dinero, pero sí que me llevo las sobras que quedan. Ahora estoy ahorrando para otra guitarra porque me la robaron".