La caída de la Banca Popolare di Vicenza y de Veneto Banca, sólo una semana después de la venta por un euro del Banco Popular, más allá de acrecentar las suspicacias sobre la salud del sistema financiero en Europa vuelve a cuestionar el papel de los reguladores, tanto nacionales como de la UE, encargados de dar el visto bueno a las cuentas y certificar su viabilidad con pruebas de estrés.

El rescate de estos dos bancos italianos es legalmente posible, por cuanto al no ser sistémicos y ni siquiera ser supervisados por el Banco Central Europeo pueden sortear las duras medidas establecidas por Bruselas para los rescates. Desde ese punto de vista no ha lugar a la comparación con el Popular, que era el sexto banco de España.

Sensación de anarquía

Otra cosa distinta es el deterioro y la pérdida de autoridad moral de las instituciones europeas, que en 2015, cuando se aprobaron las nuevas reglas bancarias de la UE, anunciaron a bombo y platillo "el fin de la era de los rescates bancarios masivos pagados con dinero público".

Al final queda cierta sensación de anarquía en la regulación del sistema bancario: en unos casos los gobiernos deciden inyectar dinero público y en otros no. El Ejecutivo italiano ha preferido poner ahora 17.000 millones de euros en la Banca Popolare di Vicenza y en Veneto Banca antes de exponerse al escándalo de su cierre. Se trata de un error que tapa con el dinero de los contribuyentes dos malas gestiones.

La responsabilidad de los accionistas

Con la venta del Popular al Santander por un euro, en España se ha hecho lo correcto. El criterio que debe imperar en estos casos es que sean los accionistas y no los ciudadanos en su conjunto los que paguen la mala gestión de los directivos y gestores. Eso no significa desamparar a los afectados, que tienen vías para ejercer sus reclamaciones.

Tan lejos como la semana pasada, el libro blanco del Banco de España sobre la crisis financiera constataba que la reestructuración de cajas y bancos costó a los españoles 60.613 millones de euros; pocos hubieran entendido que con el Popular se volviera a las andadas. Por eso España ha dado la de cal, mientras Italia da la de arena, y por eso los líderes de la UE ponen de ejemplo a España y no a Italia.