Tengo mucho que agradecer hoy al presidente del Gobierno. En primer lugar, que haya suscitado un debate sobre los defectos del periodismo y en general de los procesos de comunicación en la España actual. Cuente conmigo para profundizar en ello.

En segundo lugar, hay que agradecerle que pretenda impulsar "un punto y aparte" en nuestro ecosistema informativo y en las relaciones entre los políticos y los medios. Desde luego, esto no puede quedar así.

Pero sobre todo quiero darle las gracias porque, predicando con el ejemplo, nos haya proporcionado el pasado lunes un texto tan útil para identificar, ante los jóvenes periodistas, las malas prácticas que debemos extirpar de las redacciones. Tanto por su falta de precisión como por su carencia de veracidad, como por su déficit de autenticidad.

Matrimonios paralelos.

Matrimonios paralelos. Tomás Serrano

Me refiero, para empezar, a la propia estructura del mensaje que leyó ante las cámaras, incumpliendo, por cierto, de manera flagrante, su promesa de cinco días antes: "El próximo lunes compareceré ante los medios". El único medio ante el que "compareció" ya por la noche fue la RTVE a cuyo frente acaba de colocar a una militante del PSOE.

Pero centrándonos en cómo configuró su speech matutino, ya advertí sobre la marcha a los compañeros de EL ESPAÑOL que estaba incurriendo en un clickbait de libro. Se trata del gran defecto que infecta el periodismo digital, valga la redundancia porque el 95% del periodismo es hoy digital. 

Hay otras modalidades de clickbait, pero la más extendida consiste en generar una expectativa a través de titulares promocionados para que los lectores pinchen en el enlace, llenar de banalidades los primeros, segundos y terceros párrafos de una noticia y no despejar la incógnita hasta el final para extender artificialmente el tiempo de lectura.

O sea, lo contrario de la "pirámide invertida" del buen periodismo de siempre que contesta, desde el principio, a las famosas "cinco uves dobles" del qué, quién, cuándo, dónde y por qué.

"Sánchez calentó el interés por su mensaje con la peor variante del clickbait: hacer creer que la noticia va a desvelar lo contrario de lo que desvela"

Sánchez "calentó" de entrada el interés por su mensaje con la peor variante de ese clickbait, basada en hacer creer que la noticia va a desvelar lo contrario de lo que finalmente desvela. 

Suele ocurrir con las noticias de fichajes que, en efecto, algunas "páginas web" de carácter deportivo, que encajan bien en la definición de "pseudomedios", difunden a menudo. "El fichaje ya está hecho: Ancelotti lo ha cerrado con Florentino". Hay que llegar hasta el párrafo noveno o décimo para descubrir que, en realidad, el jugador se va a otro equipo o se queda en el que estaba porque el entrenador y el presidente han dado por zanjado el asunto.

Así es como pretendió engañarnos Sánchez a todos, filtrando poco antes de empezar a hablar que había acudido a la Zarzuela a entrevistarse con el Rey. ¿Para qué iba a hacerlo sino para formalizar su dimisión? 

Si además se difundió que había convocado al staff de Moncloa, inmediatamente después de su mensaje, el anzuelo era ineludible. Y hasta sus más íntimos picaron intercambiando mensajes de duelo muy pocos minutos antes de la alocución. Era el ritual de toda despedida. Todos a ver la tele. ¿Hay algo más morboso que el adiós de un gobernante?

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Sánchez comenzó dando las "buenas tardes" a las once de la mañana. No fue un buen presagio, pero parecía que iba a ir al grano cuando, tras resumir el dilema planteado el miércoles anterior, manifestó: "Hoy, tras estos días de reflexión, tengo la respuesta clara".

Nuestro gozo informativo en un pozo. El dedo ya estaba en la tecla para difundir la noticia, cuando el mensaje abrazó la técnica circular del inolvidable Pepe Isbert en Bienvenido Mister Marshall: "Como alcalde vuestro que soy os debo una explicación y esta explicación os la voy a dar porque como alcalde vuestro que soy os debo una explicación…" 

Tuvimos que escuchar doce párrafos de divagaciones pretenciosas, hasta que en la línea 72 del texto se despejó la antinoticia: "He decidido seguir". Pues bueno… era lo propio de quien mantiene su mayoría parlamentaria tras haber asumido la responsabilidad de la investidura. Mucho ruido y pocas nueces. "Much to do about nothing". Se abrieron los montes y la montaña no parió nada.

"Si la 'movilización social' hubiera 'influido decisivamente' en su decisión, Sánchez habría dimitido cabizbajo y derrotado"

Este sería el sucinto análisis político de lo leído por Sánchez, pero, como digo, su utilidad para el debate sobre la buena praxis en la comunicación en la era digital nos remite ahora a su veracidad. O más bien a su ausencia de veracidad.

Sánchez dijo primero que "la movilización social ha influido decisivamente en mi reflexión" y pidió después "que la mayoría social, COMO HA HECHO ESTOS CINCO DÍAS, se movilice". Las versales son irónicas por la facilidad de su contraste fáctico.

La primera parte del axioma de Sánchez atenta contra la lógica y la segunda directamente contra la verdad. Si la "movilización social" hubiera "influido decisivamente", Sánchez habría dimitido cabizbajo y derrotado porque es clamorosamente falso que "la mayoría social" se movilizara "estos cinco días". 

De hecho, amen de algunas pequeñas concentraciones en provincias, no constan otras "movilizaciones" físicas que la del sábado por la mañana en Ferraz y la del domingo por la tarde ante el Congreso. Según los datos de la siempre amiga Delegación del Gobierno, a la primera asistieron 12.500 personas -incluidas las acarreadas en más de un centenar de autobuses desde toda España- y a la segunda cinco mil.

Puedo estar de acuerdo en que, como alega hoy Zapatero durante nuestra estimulante conversación de los 20 años después, si el PSOE hubiera convocado con quince días de adelanto, habría ido "mucha más gente". Pero eso ya nunca lo comprobaremos. 

Fuera por lo que fuera, el hecho es que la asistencia fue la décima parte que la de alguna de las protestas contra la amnistía y la cuarta parte que los inscritos en la maratón del propio domingo en la capital.

¿Dónde estuvo la movilización movilizadora del presidente autoinmovilizado? Alguien ha hablado de los muchos mensajes que se recibieron en Ferraz, pero no tiene pinta de que se acercaran a los cuatro millones que pidieron la continuidad de Nixon en el "ticket" republicano tras el "discurso Checkers".

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Mi Carta del pasado domingo dejaba abierta la posibilidad de que al final Sánchez no aprovechara una peripecia doméstica para manipular emocionalmente a la opinión pública de cara a un proceso electoral como hizo Nixon en 1952: "Su tragedia perdura en el tiempo como advertencia de que quien no quiera terminar igual, no debe hacer lo mismo", escribí con voluntarismo digno de mejor causa. 

Porque la tentación era demasiado fuerte y Sánchez emuló en todo al precursor del populismo, al San Juan Bautista de Trump.

Las noticias y las críticas sobre los sponsors de Begoña Gómez cumplieron el mismo papel que las noticias y las críticas sobre los donantes del fondo secreto con el que se pagaban gastos de Pat Nixon

La comunicación directa con los ciudadanos primero vía X y luego como alocución desde la Moncloa, evitando cualquier pregunta incómoda, siguió los pasos de aquella compra de media hora de televisión en la NBC. La diferencia es que a Sánchez le salió gratis.

"Sánchez pretendía arrebatar a Puigdemont la bandera del oprimido por los 'poderosos' -nada menos que desde la Presidencia del Gobierno"

Y, por supuesto cada palabra que Sánchez ha pronunciado contra la derecha y la ultraderecha, los "pseudomedios" y la "máquina del fango", es intercambiable con las que Nixon empleó contra los comunistas, sus compañeros de viaje, los "ladrones" de Washington y la prensa liberal norteamericana.

Sólo faltaba que el presidente repitiera, línea por línea, los argumentos de su victimismo en los mítines electorales, como hacía Nixon. Con la singularidad de que en la campaña catalana está cundiendo la sensación, como dice Pepe Antich, de que "los electores hemos sido utilizados colectivamente como conejillos de indias, picando como bobos". 

Probablemente se hayan dado cuenta demasiado tarde de que Sánchez pretendía arrebatar a Puigdemont la bandera del oprimido por los "poderosos" -nada menos que desde la Presidencia del Gobierno-, apelando a los valores familiares a cuenta de la polémica sobre las actividades de su esposa.

Será la primera cosa positiva que escriba sobre Puigdemont, pero en este contexto resalta la sobria dignidad con la que ha afrontado la muerte de su madre y la imposibilidad legal de acudir a su funeral y entierro. Si en su cabeza hubiera estado la búsqueda de rédito electoral, se habría presentado en Amer a costa de ser detenido, provocando la empatía general.

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Esta reflexión me lleva al tercer gran defecto que, en una sesión de análisis de textos, con fines de limpieza comunicativa y regeneración democrática, cabe atribuir a la carta y al discursito de Sánchez: además de por imprecisos e inveraces, destacan por algo más subjetivo como es su falta de autenticidad. No hace falta llevar 44 años dirigiendo periódicos para darse cuenta de si un reportero o un columnista se cree o no lo que escribe.

El propio Sánchez nos dio la pista clave de su impostura cuando, en medio de su confusa y obsesiva diatriba contra gran parte de la prensa, desveló en TVE que no había consultado con Begoña Gómez ni el contenido ni la divulgación de esa carta a la ciudadanía de la que era coprotagonista.

Antes de conocer este detalle, Cruz Sánchez de Lara ya había escrito un artículo advirtiendo que Sánchez se había marcado "un Will Smith" al arremeter contra sus adversarios, a costa de poner bajo el foco del escrutinio un perfil vulnerable, o al menos cuestionado, de su esposa.

"Nadie había prestado atención en el extranjero a la malintencionada denuncia de Manos Limpias hasta que Sánchez dio tres cuartos al pregonero"

De la misma forma que nadie había prestado atención a la alopecia de la mujer del ganador del Oscar, tampoco la había obtenido -y menos en el extranjero- la malintencionada denuncia de Manos Limpias por tráfico de influencias contra Begoña Gómez. Hasta que Sánchez dio tres cuartos al pregonero.

No hay nada peor que servir de altavoz de algo irrelevante o falso. Aunque sea con la intención de refutarlo.

Fue Smith con su ataque de machismo violento el que provocó que el mundo entero se fijara en el cráneo de su esposa y fue Sánchez con la teatralización de su agravio en el ámbito familiar, con la sobrerreacción ante los ataques a Begoña Gómez, quien la situó en la picota de la prensa internacional.

No era la primera vez que sucedía. Ya en la entrevista que concedió a Ana Rosa durante su primer ataque de victimismo en la campaña de las generales, el presidente dejó atónitos a los televidentes: "Se ha dicho que mi mujer pertenece a una red de narcotráfico en Marruecos". 

Si yo, que dirijo el periódico de mayor audiencia de España, no había escuchado eso jamás, imagínense el estupor del espectador medio al que desde ese día se le habrá suscitado la duda de si no podrá haber algo de verdad en semejante disparate.

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Begoña Gómez está siendo percibida ahora como el talón de Aquiles de Sánchez, pero también cabe insistir en lo mucho que ha sumado siempre a su proyección política, como una mujer inteligente, más sociable que él, sinceramente implicada en una de las grandes causas del siglo XXI como es la sostenibilidad. 

La complicidad entre ambos saltaba tan a la vista que había que dar por sentado que nunca uno de los dos daría un paso que afectara a la otra parte sin hablarlo previamente. El primer fundamento de cualquier ética de la igualdad o incluso del mero respeto es compartir con tu pareja la decisión sobre un mensaje público que le concierna.

Si Pat Nixon apareció sentada junto a su marido en aquella eficiente performance televisiva es porque previamente se habían puesto de acuerdo en que merecía la pena convertir los ataques desaforados que sufría -que si las "mordidas", que si el "abrigo de visón"- en un activo de la campaña electoral. Eran un equipo y lo fueron hasta el final, cuando Nixon lloró a lágrima viva en el funeral de Pat, convertido en el ser más desvalido de la tierra.

"Si esta jugarreta le sale bien a Sánchez en Cataluña, según pintan las encuestas, su leyenda de César indomable crecerá en proporciones casi épicas"

Pero Sánchez va por libre. La palabra "equipo" no está en su diccionario. Ni le contó a Begoña que iba a escribir sobre ella y sobre las denuncias contra ella en una carta abierta a todos los españoles. Ni les contó a María Jesús Montero, Bolaños, Santos Cerdán o los dos Óscar que les iba a convertir durante cinco días en marionetas en la cuerda. 

Ni cambió el timing de su fraudulento tic-tac cuando su mujer le dijo el propio miércoles que no dimitiera o cuando el sábado llegó al convencimiento de que iba a continuar. Todos debían apurar el cáliz de la incertidumbre hasta las heces.

Es verdad que Sánchez es hoy "el puto amo"; que sus colaboradores se han convertido, como admite, Teresa Ribera en "perros fieles y leales"; que esos "poderosos" a los que dice combatir son alfeñiques a su lado; y que, si esta jugarreta le sale bien en Cataluña, según pintan las encuestas, su leyenda de César indomable crecerá en proporciones casi épicas. 

Pero el destino es estocástico y hoy le conocemos mucho más. Vuelvo a insistir por eso en la reacción de Eisenhower, el hombre que encarnaba el sentido común del americano medio, tras el falso amago de dimisión de Nixon: "Podía admirar la forma en que había luchado por su supervivencia, pero ya nunca podría confiar en él".