Opinión El merodeador

Merodeos

2 abril, 2016 02:16

Cuando los separatistas niegan en Cataluña el 'derecho a decidir'

Junts pel Sí, la principal fuerza independentista catalana fruto de la coalición entre la Convergència de Artur Mas y la Esquerra Republicana de Oriol Junqueras, se niega en redondo a permitir que el barrio de Bellaterra se separe de Cerdanyola, localidad barcelonesa de la que forma parte. Y eso que, en referéndum, el 94% de los 3.000 vecinos de Bellaterra ha votado a favor de la segregación. Y eso, también, pese a que los partidarios de esa segregación esgrimen idénticos argumentos a los que emplea cada día Junts pel Sí para exigir la independencia de España. Los separatistas de Bellaterra justifican su reivindicación por los agravios y la desatención del Ayuntamiento, por la viabilidad económica del barrio si lograra constituirse en municipio independiente y por la ausencia de "un sentimiento de pertenencia social" a Cerdanyola. El problema del independentismo es que nunca está claro dónde termina el ámbito del derecho a decidir: ¿pueden las autoridades catalanas pretender separarse de España y prohibir a la vez que los municipios o las provincias catalanas donde la voluntad de la mayoría es seguir formando parte de España puedan segregarse de su Cataluña independiente? Y, como demuestra este caso: ¿pueden las autoridades catalanas tratar de independizarse de España apelando a una supuesta mayoría social (menos del 50% del censo), y negársela al 94% de los habitantes de un barrio?

Lo que Montoro calla: desaceleración, más déficit y más deuda

Sólo unas horas después de conocer que España incumplió el objetivo de déficit en 2015 y que la situación de la deuda pública es en realidad aún más alarmante de lo que ya era -al obligar la UE a incluir la generada por la entidad propietaria de Bankia- llega otra muy mala noticia económica. Según datos del Banco de España, el PIB creció entre enero y marzo un 0,7% en relación al trimestre anterior, una décima menos de lo previsto, lo cual confirma la "desaceleración económica". Entre los factores que contribuyen a explicar este paso atrás, el informe cita la actual situación de "incertidumbre política", por cuanto genera dudas acerca del modelo económico que acabará aplicándose. Según el Banco de España, el PIB crecerá en 2016 un 2,3% -casi un punto menos que el año pasado- y en 2017 mantendrá ese ritmo, insuficiente para cambiar la cara del país, muy tocado por los años de la crisis. Pero tan preocupante como estos datos es la previsión de déficit para 2016 (el 4,4%), muy superior al 2,8% marcado por Bruselas. La cifra debería sonrojar al arrogante Montoro, puesto que, de confirmarse, el déficit de este ejercicio estará dos décimas por encima del que el Gobierno se había fijado para 2015.

Los problemas de fondo de las universidades españolas

El Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y la Fundación BBVA han elaborado un ranking de las mejores y peores universidades en España. Esta clasificación coloca a San Jorge, la universidad privada de Zaragoza, en el último puesto, mientras que la Pompeu Fabra, la Autónoma de Barcelona y la Politécnica de Catalunya están en primer lugar. Aunque este estudio es sin duda relevante, sería un error asumir que el problema de la enseñanza superior española es que un par de universidades privadas no dan la talla. Como han demostrado los últimos rankings internacionales, el verdadero problema es que no hay ninguna universidad española, pública o privada, entre las 100 mejores del mundo. La endogamia del sistema y el excesivo número de centros son algunas de las razones que explican su baja calidad, al igual que la falta de competitividad de unas facultades que muchas veces no tienen en cuenta la realidad laboral del país. Se trata de un problema de fondo. Los cambios estructurales que se necesitan sólo pueden nacer de un gran pacto por la universidad, una tarea imposible para un ministro en funciones como el titular de Educación Íñigo Méndez de Vigo.

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