Partidarios del clérigo chiíta protestan contra su ejecución en Bagdad

Partidarios del clérigo chiíta protestan contra su ejecución en Bagdad Reuters

Mundo CRECE LA TENSIÓN

Arabia Saudí-Irán: las claves de la 'Guerra Fría' de Oriente Próximo

Tras la ruptura de relaciones entre los dos países, la división en el mundo árabe es máxima.

5 enero, 2016 02:49

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La ruptura de relaciones diplomáticas con Irán anunciada por Arabia Saudí tras el ataque a su embajada en Teherán ha abierto definitivamente la fractura que desgarra Oriente Próximo en dos bloques enfrentados: uno suní liderado por Riad, y otro chií encabezado por su enemigo ancestral: la República Islámica de Irán. Sudán y Bahréin muy pronto han secundado al reino de los Saud, al igual que los Emiratos Árabes Unidos, que han retirado a su embajador de Teherán. Sin embargo, ¿cuáles son las auténticas razones de esta crisis y los factores que han desencadenado el conflicto? ¿La ruptura de relaciones se explica sólo por el antagonismo entre chiíes y suníes? El Español te ofrece las respuestas en cinco claves.

¿Quiénes son los musulmanes suníes y los chiíes? ¿Cómo se distribuyen en el mundo islámico?

Cuando Mahoma muere en el año 622, sus seguidores se dividen entre quienes apoyaban como sucesor a Ali, sobrino y yerno del profeta, en razón de sus lazos de sangre, y quienes sostenían a Abou Bakr, amigo y compañero de Mahoma, que encarnaba la defensa de la tradición, la sunna, de ahí el término suní. Los partidarios de Ali, minoritarios, pasaron a llamarse precisamente así, “partidarios”, “chiíes” en árabe clásico. Derrotados en 680 en la ciudad iraquí de Kerbala, los chiíes no aceptaron el califato suní. Todavía hoy, son minoritarios en el mundo musulmán. Representan alrededor del 15% de los creyentes de esa fe y sólo son mayoría en Irán, Irak, Azerbaiyán y Bahréin, donde sin embargo reina una dinastía suní. Otros países con importantes comunidades de esta rama del islam son Pakistán, Afganistán, Yemen, Turquía, Líbano, Siria y la región este de Arabia Saudí. En esta zona en la que se concentra el 10% de población chií del reino de los Saud se encuentran las principales reservas de hidrocarburos del país. Para los suníes más conservadores, los chiíes son herejes y ni siquiera los consideran musulmanes.

¿Quiénes forman parte de los dos bloques, suní y chií, enfrentados en Oriente Próximo?

En esta región que concentra el 50% de las reservas de petróleo del mundo, existen dos bloques geopolíticos enfrentados. El primero es el chií, compuesto por Irán, el Irak post-Sadam Hussein, Siria y el poderoso partido libanés Hezbollah. Teherán utiliza esta alianza para extender su influencia en la región a través de un apoyo político, financiero y militar a sus aliados chiíes, entre ellos el régimen de Bashar al Assad, al que Arabia Saudí quiere derrocar a toda costa, para lo que ha estado financiando durante años a grupos yihadistas, algunos de los cuales han terminado uniéndose al Estado Islámico. El reino de los Saud, cabeza de lanza del otro eje, el suní, ejerce a su vez su ascendiente –cuando no su control directo, como en el caso de Bahréin- sobre Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos, Jordania, los Territorios Palestinos, Egipto y, en menor medida, Qatar.

Fuente: Legeoscope.

Fuente: Legeoscope.

¿La rivalidad entre chiismo y sunismo explica la crisis entre Arabia Saudí e Irán?

No del todo. Si bien es innegable el conflicto entre las dos ramas principales del islam, los orígenes del enfrentamiento entre estas dos potencias se remiten fundamentalmente a su búsqueda de la hegemonía regional. Arabia Saudí teme que Teherán le arrebate su tradicional liderazgo en Oriente Próximo, sobre todo tras la firma del acuerdo nuclear con Estados Unidos, que ha sacado al país de la marginalidad en la que vivía desde la Revolución Islámica de 1979. Los saudíes consideran que, una vez conseguido el favor de Occidente, Teherán puede convertirse en un nuevo aliado privilegiado de Washington. El fin del embargo a las exportaciones iraníes tendrá además dos consecuencias indeseables para Riad: la competencia del petróleo iraní en un momento de crisis económica en el reino árabe (su déficit público alcanzó el 20% del PIB en 2015) y la posibilidad de que los ingresos por la exportación de crudo iraní financien a los grupos que gozan del apoyo de Teherán en conflictos como el sirio o el yemení. Otro de los temores de Riad es que las minorías chiíes, sobre todo la que alberga en su propio territorio, se conviertan en un caballo de Troya de Irán que desestabilice a los regímenes suníes. De ahí su brutal intervención en Bahréin -un país con mayoría chií pero cuya monarquía es suní- para aplastar el levantamiento democrático de 2011 y su actual intervención militar en Yemen.

¿Por qué Arabia Saudí ha desencadenado esta crisis?

Con la provocadora ejecución del clérigo chií Nimr al Nimr, que desencadenó la ira del gobierno iraní y el asalto a la embajada saudí en Teherán, Arabia Saudí ha querido lanzar un aviso a navegantes a las comunidades chiíes y, por supuesto, a Teherán. No en vano el discurso del clérigo se centraba en denunciar la discriminación de la minoría chií, razón por la cual Al Nimr había llegado a amenazar con la secesión de la región este de Arabia Saudí, precisamente la que alberga las mayores reservas de petróleo. El ajusticiamiento del líder religioso es pues un jalón más en una política de puño de hierro con los chiíes y su principal valedor, Irán. Este giro provocador ha convertido a Arabia Saudí, el otrora previsible aliado de Occidente, en un elemento desestabilizador en el ya convulso Oriente Próximo.

¿Qué consecuencias tendrá esta crisis en la región?

La consecuencia más temida es un recrudecimiento de la guerra en Siria, donde los dos ejes -el chií que apoya al régimen de Al Assad y el liderado por Arabia Saudí que ha financiado a grupos yihadistas- han mantenido lo que los analistas describen como una “guerra por poderes”. Aunque tanto Arabia Saudí, miembro de la coalición aliada contra el Estado Islámico, como Irán, aliado del presidente sirio, dicen querer combatir a la organización terrorista, el empeoramiento del ya inexistente equilibrio geopolítico de la región, no puede sino beneficiar el caos del que se alimenta la hidra terrorista. También en Yemen, otro de los escenarios en los que se miden estas dos potencias, la ruptura de relaciones puede avivar la llama de un conflicto en el que Teherán apoya a los rebeldes hutíes –chiíes- y Riad lidera la coalición militar que los combate.