El president en funciones, Artur Mas, es aclamado a la salida de la Generalitat

El president en funciones, Artur Mas, es aclamado a la salida de la Generalitat Quique Efe

España Investidura a última hora

JxS sacrifica a Mas para impulsar la independencia

La coalición aprovecha el vacío de poder en Madrid para pactar una investidura y aplicar su hoja de ruta.

10 enero, 2016 03:09

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Después de empezar la semana marcando perfil y asegurando que no habría ninguna nueva propuesta del presidente, CDC ha acabado accediendo a investir a un candidato alternativo a Artur Mas. La negativa por parte de ERC a repetir JxS y a entrar en el Govern disparó las alarmas en el seno de la formación nacionalista. Poco a poco fueron surgiendo voces que advirtieron de que unos comicios en marzo, en los que no se repitiera la fórmula de JxS, iban a ser muy perjudiciales para los intereses de CDC.

El ‘no’ de la CUP del pasado domingo a investir a Mas convirtió las comparecencias de los líderes independentistas en actos de precampaña. Todos los actores asumieron que Cataluña se abocaba inexorablemente a unas nuevas elecciones en marzo y cada uno empezó a mover sus fichas para calibrar sus opciones.

Mas, pocas horas después de la asamblea de la CUP, aseguró estar con ganas de “plantar cara” tanto a los poderes de Madrid como los de Cataluña, en relación a la formación anticapitalista. Su postulación para unos nuevos comicios se reforzó con una rueda de prensa el martes, en la que el president en funciones estuvo especialmente beligerante con la formación asamblearia. La guinda fue una entrevista-masaje en TV3, emitida el jueves, en la que Mas aseguró que no iba a ceder y afirmó que “él no era el problema”.

Paralelamente CDC observó como el líder de ERC, Oriol Junqueras, se postulaba para sucederlo al frente del independentismo. A través de una rueda de prensa con aires de mitin, Junqueras apremió el martes a CDC y a la CUP a llegar a un acuerdo, como si su formación no hubiese participado en las negociaciones durante más de tres meses. Junqueras, sin embargo, no quiso pedir públicamente a Mas que diera un paso al lado. En ERC constataron que unos nuevos comicios alterarían el equilibrio de fuerzas en el independentismo y no quisieron entrar al barro.

Los primeros avisos en JxS

Después de la comparecencia de Junqueras, Artur Mas decidió ver hasta qué punto ERC estaba comprometida con la coalición de JxS, forzada por el propio Mas en julio a cambio de convocar las elecciones.

Durante una reunión en una sala del Parlament junto al resto de diputados, Mas trasladó a todos los parlamentarios la oferta que había hecho a ERC: entrar a formar parte del Govern en funciones para apuntalar JxS de cara a unos nuevos comicios en marzo. La reacción de ERC, muy fría, fue la primera señal para Mas de que unos nuevos comicios podrían ser muy perjudiciales. Junqueras llegó a calificar la propuesta de “fraude democrático” ya que el Parlament no tenía ningún mandato de formar un nuevo Gobierno.

El otro punto de inflexión en esa reunión del grupo parlamentario fue constatar que algunos diputados de su coalición le pedían que diera un paso atrás. Sin aspavientos, sin malas palabras, pero algunos diputados independientes y de ERC deslizaron la posibilidad de que se permitiera un presidente alternativo. La coalición, no obstante, finalizó la reunión de más de dos horas asegurando que su candidato seguía siendo Mas.

La actitud de Junqueras, el conato de rebelión en su coalición y los distintos mensajes de ERC que ponían en duda la repetición de JxS en marzo despertaron las alarmas en CDC.

El "teatrillo"

Durante la tarde del jueves y la del viernes, los negociadores de la CUP y de JxS se volvieron a reunir en encuentros secretos en los que nadie sabía qué se negociaba. JxS había advertido de que no se movería en su defensa de Mas. La CUP había avisado de que la reunión duraría “dos minutos” si JxS seguía insistiendo en investir al president en funciones. Entre los periodistas y parte de la sociedad catalana empezó a circular la sensación de que esas reuniones eran un simple teatrillo para que nadie quedara como responsable de la falta de acuerdo.

La sensación de que estaba todo perdido se reforzó el viernes por la tarde. En el último intento de salvar la investidura, los negociadores de JxS y la CUP se volvieron a reunir en la sede de la ANC. Los representantes de ambos lados, sin embargo, no duraron ni una hora reunidos y todo hizo pensar que el acuerdo era ya imposible.

Alejados de las cámaras, no obstante, los negociadores se volvieron a emplazar el viernes por la noche en un hotel de la calle Balmes de Barcelona. La CUP puso entonces sobre la mesa la posibilidad de garantizar la estabilidad parlamentaria. Esa estabilidad había sido una de las principales preocupaciones de JxS, que consideraban que no tenía sentido acceder a un candidato alternativo para después no poder aprobar ni los presupuestos.

Un acuerdo de última hora

Con la propuesta de estabilidad parlamentaria bajo el brazo, los principales dirigentes de CDC se reunieron durante toda la mañana del sábado en el Palau de la Generalitat. Fuentes de la formación confirman que los malos augurios para el partido en el caso de presentarse en solitario a las elecciones de marzo fueron determinantes para acabar cediendo en la presidencia.

En esa reunión en la Generalitat, que ha duró varias horas, estaban los hombres más poderosos de CDC que representan a la generación posterior a Mas: Josep Rull, Jordi Turull y Lluís Corominas. Sobre la mesa, la posibilidad de investir a cualquier candidato de JxS a cambio de una serie de cesiones de la CUP: compromiso de estabilidad, garantía de no votar junto a los partidos constitucionalistas, cesión de 2 diputados a JxS y relevo de los parlamentarios más beligerantes con Mas.

Primero se sondeó a la vicepresidenta en funciones, Neus Munté, que no aceptó el cargo. Después se trasladó la oferta a Carles Puigdemont, alcalde de Girona y presidente de la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI). Precisamente Puigdemont estuvo presente y fue uno de los impulsores de las reuniones in extremis entre jueves y viernes que desembocaron en el acuerdo.

Sobre las 4 de la tarde Puigdemont llegó en coche a la Generalitat para aceptar ser el futuro president de la Generalitat.

A las 6 de la tarde compareció Mas y, después de tres meses enrocado en el cargo, aseguró que cedía su puesto porque tiene sentido de país y porque el proceso soberanista es lo primero. Centenares de personas aguardaron a su salida en la plaza Sant Jaume y lo aclamaron como un héroe.