Los escritores Eduardo Halfon y Milena Busquets.

Los escritores Eduardo Halfon y Milena Busquets.

Jardines colgantes

¿La música supera a las otras artes?

La música no necesita explicarse, va más allá de la interpretación. Todos somos “víctimas” de la música porque es honesta. 

14 mayo, 2024 01:08

Sostiene Sergio del Molino que “si supiera hacer música no haría literatura”. “Los músicos llegan a unos lugares que otras artes no llegan, ni el cine, ni las artes visuales, ni la literatura”, argumenta el autor de Los alemanes ante Esther Peñas (Ethic). “La música te penetra, aunque no quieras –insiste–. Por eso intento que mi literatura se acerque lo más posible a la experiencia musical”.

El escritor aragonés no es el único que siente envidia por los músicos. El guatemalteco afincado en Berlín Eduardo Halfon incluso se planteó dedicarse a ella en su adolescencia, pero su padre se lo quitó de la cabeza. “La música va más allá de la razón, más allá de una interpretación intelectual —explica el autor de Tarántula a Mauricio Ruiz (Letras Libres). La música no necesita explicarse”.

El dramaturgo Romeo Castellucci, “el gran faro del teatro de vanguardia”, declara que en su obra El Tercer Reich, con la que está de gira por Europa, aborda el tema de la violencia a través del sonido. “En cierto modo, todos somos víctimas de la música —se explaya con Darío Prieto (El Mundo)—. Richard Wagner dijo que la música tiene un poder tan aterrador como hermoso, porque es honesta. Opera de tal forma que, cuando la escuchamos, podemos llorar sin motivo ninguno. Y esto no suele suceder cuando contemplamos una pintura. Ese es el poder de la música; es un lenguaje prealfabético”.

“La música va más allá de la razón. La música no necesita explicarse”, Eduardo Halfon

Como una estrella de la música promociona Mariana Enriquez su último libro, Un lugar soleado para gente sombría, una recopilación de cuentos de terror. La escritora argentina considera que la vida se parece más a la literatura fantástica que a la realista. “La vida finalmente está hecha de recuerdos, de errores, de cosas que no se terminan —cuenta la escritora argentina a Miguel Ángel Santamarina (Zenda)—. Hay como un cierto estado de ensoñación, de hipnosis. El trabajo del escritor de terror es tratar de desnaturalizar, pensar que aquello que parece tan normal quizás no lo sea tanto. La vida cotidiana me recuerda más a ese estado de rareza permanente [...]. Al final, la ciencia ficción acaba siendo realista”.

Partidaria del realismo es Rosario Raro, que ha novelado la historia de la fotoperiodista de guerra Martha Gellhorn en Prohibida en Normandía. “La literatura tiene que ser verosímil, pero la realidad no lo es [...]. Nosotros mismos somos conscientes de que nos suceden cosas que si las escribiéramos no se las creería nadie —asegura la autora castellonense a Sara Cano (castellónplaza)—. En mis cinco novelas, he hecho lo que en la tradición anglosajona se llama faction, que es ficción basada en hechos reales. Y lo hago, porque creo que por mucha imaginación que tengamos, la realidad siempre nos proporciona los mejores argumentos”.

Milena Busquets tiene un planteamiento más sencillo. “Lo único que hago yo como escritora es dar cuenta de lo que es ser una mujer en una parte del mundo, en unos años del siglo XXI, con unos hijos, unos amores y unos problemas —revela la escritora, que ha publicado Ensayo general a Eva Blanco Medina (Vogue)—. Sin mucho afán de hacer política o volcarme en la cuestión social, sino simplemente un ‘esto es lo que hay, esto es lo que pienso’”.

“Lo único que hago como escritora es un ‘esto es lo que hay, esto es lo que pienso’”, Milena Busquets

El misterioso autor británico Michael Honing —escribe con seudónimo y no facilita fotografías– sí tiene afán de hacer política y se ha atrevido a mofarse de Putin en La senilidad de Vladimir P. “La sátira puede ser la forma de ataque más poderosa –declara a Leonor Mayor Ortega (La Vanguardia)—, por eso las dictaduras son zonas libres de sátira”.

P. S. Alana S. Portero no sale de su asombro por el éxito internacional de La mala costumbre, su primera novela.“Una no puede estar en pijama en el salón de la casa de sus padres en San Blas, o en su casa de Móstoles, respirando en una bolsa y sin saber si va a pagar el alquiler del mes siguiente —confiesa a Darío Gael Blanco (Vanity Fair) la escritora, que prepara el guion del remake de Mi querida señorita, y de repente, porque ha sido así de rápido, en once meses salir en The New York Times. Es maravilloso, es divertido, da miedo… es surrealista por completo”. 

Fotograma de 'Con la muerte en los talones' de Hitchcock.

'Con la muerte en los talones': el paraíso según Hitchcock

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Antonio Monegal. Foto: Luis Miguel Añón

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