Fotograma de Manolito Gafotas, de Miguel Albaladejo.

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Libros Los ritmos de la lengua

Tus hijos cantan canciones franquistas para saltar a la comba

El divulgador lingüístico José Antonio Millán explica las claves del ritmo: desde el refrán a la nana pasando por la consigna del manifestante y el adoctrinamiento infantil.

9 mayo, 2017 04:16

La vida es -también- cuestión de ritmo. A otra cosa, mariposa. Póntelo, pónselo. Luego diréis que somos cinco o seis. Sana, sana, culito de rana. Un desalojo, otra okupación. Saber que las cadencias no siempre son poéticas y que en muchas ocasiones responden a una identidad cultural -del soniquete de la nana al cántico de la manifestación- ayuda al activista, al votante, al padre que duerme al niño, al televidente que traga eslóganes a llegar a las entrañas de las palabras que usa.

Y, muy especialmente, a reconocer qué mensajes se nos han quedado grabados por los siglos de los siglos amén sin que entendamos bien por qué los decimos. Por qué su sonoridad nos ha medio embrujado, por qué volvemos siempre a ellos como un mantra.

Dice el divulgador lingüístico José Antonio Millán en Tengo, tengo, tengo. Los ritmos de la lengua (Ariel) que "la desaparición de la sociedad tradicional habrá terminado, quién lo duda, con muchas actividades ligadas a los juegos y a la transmisión oral, pero asombrosamente las culturas infantiles siguen manteniendo una gran autonomía". Explica que la escuela "ha aprovechado la inclinación infantil al ritmo para influir ideológicamente a los niños, por ejemplo, introduciendo canciones y juegos patrióticos y religiosos en la época de Franco, o intentando desterrar otros considerados machistas en la actualidad". Musiquita y adoctrinamiento.

La escuela ha aprovechado la inclinación infantil al ritmo para influir ideológicamente a los niños, por ejemplo, introduciendo canciones y juegos patrióticos y religiosos en la época de Franco

Reconoce que el caso de la infancia es muy permeable porque "les atrapan los soniquetes y las palmas", y, por lo general, "se transmiten dentro de sus propios grupos sus ritmos y sus canciones, a veces al margen de la escuela y de los padres". "Se apropian de cosas que no tienen nada que ver. Hace siglos se hacían con un romance para saltar a la comba, y ahora cogen una canción de los Beatles o un eslógan publicitario. Son muy receptivos y es difícil eliminar estas influencias, sobre todo cuando son ideológicas o nocivas".

Don Federico mató a su mujer

Cuando se le pregunta al autor por ejemplos concretos, relata que ha habido un "afán en la posguerra española, y sobre todo, en la sección femenina -en la formación de las maestras- por meterles a los niños canciones y juegos que trascendían de lo tradicional para ser directamente políticos". Cita los himnos de la falange u otras canciones extraídas del acervo cultural, como "Don Federico mató a su mujer". "Esta última está implantadísima en España y en Latinoamérica. Y no deja de hablar del asesinato de una mujer por parte de su pareja".

Hay una muy sonada de saltar a la comba que decía 'Popeye y La Betty Boop se fueron a confesar, Popeye perdió el rosario y La Betty lo fue a buscar...'. Esto es absurdo porque Popeye era un personaje laico

En cuanto a las canciones infantiles en las que pervive el legado franquista, habla de "esos temas que han sido cogidos de los medios de comunicación y a los que se les ha incrustado elementos asombrosamente religiosos": "Un caso muy típico es el de Popeye El Marino. Sus canciones tuvieron muchísimo éxito entre los niños de todo el mundo y se han localizado extrañas versiones: canciones infantiles con su música y con un contenido que nada tenía que ver con Popeye", sostiene.

"Hay una muy sonada de saltar a la comba que decía 'Popeye y La Betty Boop se fueron a confesar, Popeye perdió el rosario y La Betty lo fue a buscar...'. Esto es absurdo porque Popeye era un personaje laico y meterle aquí en el acta de la confesión y el rosario demuestra que se han fusionado tendencias de la cultura popular y de la cultura oficial religiosa, nacionalcatólica".

'Lo llaman democracia y no lo es'

Y ¿cómo funcionan las consignas en las manifestaciones? El experto comenta que, por ejemplo, del 15-M salieron grandes eslóganes que se quedarán en el imaginario popular mucho tiempo. Lo llaman democracia y no lo es; Que no, que no, que no nos representan; Esto es una desgracia, esto no es democracia; Poco pan para tanto chorizo, etc. "En las manifestaciones se unen dos dinámicas muy típicas del ritmo de la lengua, uno es la repetición individual que acaba en repetición en común, lo que aumenta el sentido de pertenencia a un grupo", argumenta.

En las manifestaciones se unen dos dinámicas muy típicas del ritmo de la lengua, uno es la repetición individual que acaba en repetición en común, lo que aumenta el sentido de pertenencia a un grupo

"Uno está coreando rítmicamente un tema individual, pero acaba armonizándose con el resto. Es un buen efecto. Además, los eslóganes de las manifestaciones están hechos también para acompasar el paso de las personas que desfilan, suelen tener un número par de sílabas de tipo fuerte y no débil, que corresponden a la secuencia de un pie y otro pie. Del mismo modo en el que las voces de un mando militar hacen que los soldados desfilen al unísono".

Los ritmos refuerzan las nanas, el aprendizaje del deletreo, de las tablas de multiplicar, hasta los conjuros mágicos. "Muchos conjuros están muy vivos en el español de América, pero no faltan entre nosotros. Se supone que son unas frases que, al pronunciarlas, tienen un efecto sobre el mundo; y están muy marcadas por un ritmo machachón. En Barcelona es muy típico el conjuro de San Cucufato, los cojones te ato...".

'No fue tu culpa, era una puta'

Millán asume que en España no hay "buenos oradores políticos", empezando porque "muchos leen sus discursos en vez de enunciarlos, lo que genera una enorme diferencia". "Un buen discurso político tiene que tener cierta repetición de elementos, ciertos paralelismos. En el libro analizo un discurso de Zapatero cuando era presidente, en el que arranca párrafos con una misma frase pero sigue con distintas terminaciones, y esto consigue arrastrar al auditorio". Es importante, sin embargo, que este efecto no sea demsiado "machacón", ya que si se excede en la resonancia interna, "la gente atiende sólo a la forma del discurso y no a lo que se dice".

¿Cómo erradicar ese Rubén Castro alé, Rubén Castro alé, no fue tu culpa, era una puta, lo hiciste bien, himno en defensa de la violencia machista con la musiquita de Bajo del mar, de la Sirenita?

Y, con la perspectiva de 2017, ¿cómo deshacernos de algunos cánticos deplorables pero pegadizos? ¿Qué hacer con el miserable Rubén Castro alé, Rubén Castro alé, no fue tu culpa, era una puta, lo hiciste bien, himno en defensa de la violencia machista con la musiquita de Bajo del mar, de la Sirenita? ¿Cómo dejar de perpetuar mensajes abyectos sólo porque la música o ritmo acompañe; cómo seleccionar lo bueno y lo malo? "Es una buena pregunta, porque nadie puede dirigir completamente la transmisión oral. No se puede predecir lo que va a permanecer y lo que se va a olvidar, aunque tú decidas machacar con un refrán si a la gente no le gusta, se perderá", reflexiona.

"Da la impresión de que estos contenidos tienen su vida propia, compleja y autónoma, algunos hasta se contradicen, como 'al que madruga dios le ayuda' o 'no por mucho madrugar amanece más temprano'", sostiene. "Pero es peligroso que a veces den cabida a insultos, injurias o mentiras, incluso". Arderéis como en el 36. O Refugiados no, españoles sí. A gusto del consumidor.