De izquierda a derecha: Eva Muñoz, Ana Arance y Belén Rubio.

De izquierda a derecha: Eva Muñoz, Ana Arance y Belén Rubio. Pablo García Santos

Salud

Las 'madres' españolas de la vacuna contra el cáncer: "En cuanto pinchamos, los pacientes se van a casa"

En España se está ensayando la vacuna V940 para el melanoma en cinco hospitales. EL ESPAÑOL habla con las oncólogas de tres de ellos.

18 mayo, 2024 02:48

Un pinchazo y a casa. Frente a las horas sentado en una butaca del hospital de día de quienes reciben quimioterapia, los pacientes que participan en el ensayo clínico de la que puede ser primera vacuna contra el cáncer pueden irse en unos minutos.

"Las primeras veces les dejamos un rato en observación, pero después ya se pueden marchar en seguida", comenta Eva Muñoz Couselo, oncóloga del Vall d'Hebron que está participando en el estudio.

La única cautela es que "se recomienda ir rotando de extremidad". Cada una de las nueve dosis que recibirá el paciente a lo largo de un año se pinchará, alternativamente, en uno de los dos brazos o una de las dos piernas.

Además, se procura que el pinchazo nunca sea en el mismo brazo donde se está recibiendo inmunoterapia, el otro tratamiento que se administra conjuntamente con la vacuna.

El Vall d'Hebron es uno de los cinco hospitales españoles donde se está ensayando con la primera vacuna contra el cáncer que puede llegar a buen puerto.

La desarrollan las compañías Moderna y MSD y se basa en la tecnología de ARN mensajero que puso en marcha la primera de ellas para inmunizarnos frente a la Covid.

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Pero no previene el cáncer: se trata de una vacuna terapéutica, que busca evitar que progrese de nuevo el tumor, una vez extirpado quirúrgicamente, en aquellos pacientes que tienen alto riesgo de que reaparezca.

La terapia se está ensayando primero en melanoma, un tipo de cáncer que ha vivido una revolución en la última década y media. Ha pasado de tener pocas opciones de tratamiento a aparecer dos que han cambiado el curso de la enfermedad: la inmunoterapia primero y, si todo sale bien, esta vacuna.

"Tenemos ya datos de la fase 2 del ensayo que dicen que, al recibir la combinación de vacuna más inmunoterapia, la tasa de muerte o recurrencia es del 22%, mientras que solo con la inmunoterapia es del 40%", explica Muñoz. "Es decir, que reduce la recurrencia a la mitad".

Un viaje de ida y vuelta a EEUU

El Vall d'Hebron, junto con los otros cuatro centros (EL ESPAÑOL ha contactado con todos ellos pero dos no han contestado), participa en la fase 3, la última antes de que pueda ser aprobada por las agencias reguladoras. Si se confirman estos datos "estaremos hablando de un nuevo estándar de tratamiento y habría que secuenciar todos los tumores en estadios IIb a IV".

Porque esta vacuna, cuyo nombre provisional es V940, es completamente personalizada: se diseña desde cero para cada paciente. Una vez operado este, se envía una muestra del tumor a Estados Unidos, donde Moderna tiene su laboratorio.

Allí se secuencia el tumor y se obtienen una treintena de neo-antígenos, un conjunto de moléculas presentes en las células cancerígenas de cada paciente de forma única y exclusiva. Con ellos se fabrica la vacuna y se envía a los hospitales, donde se conservará a una temperatura de -70 grados. El proceso tarda entre tres y cuatro semanas.

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El paciente no espera. "Empezamos con el anti-PD1 [la inmunoterapia], que se administra cada seis semanas, y la vacuna se suele administrar con la segunda dosis", explica la oncóloga Ana Arance, que participa en este ensayo en el Hospital Clínic de Barcelona. "La vacuna se da cada tres semanas hasta completar nueve dosis. El tratamiento entero dura un año".

El Clínic comenzó a inocularla en sus primeros pacientes a finales del otoño. Hay unos 15 reclutados, procedentes no solo de Barcelona sino también de otras provincias de Cataluña, aunque algunos de ellos reciben un placebo.

Es un procedimiento habitual en un ensayo clínico: cada participante se asigna a uno de los dos brazos del estudio: el tratamiento estándar (la inmunoterapia) o el estándar más la vacuna. Esto permitirá comparar la eficacia del nuevo tratamiento.

En el primer grupo, además, se les inyecta un placebo. De esta manera, ni el paciente, ni los médicos ni los enfermeros saben quién está recibiendo la vacuna. Así, sus expectativas no influyen en los resultados.

De todas formas, el ensayo "está aleatorizado para dar más peso a la combinación que a la inmunoterapia sola", explica Arance. Hay más pacientes que reciben el tratamiento experimental que el placebo.

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En el Vall d'Hebron tienen siete pacientes en el ensayo, el primero de ellos comenzó las pasadas navidades. "Nos llegó un correo del laboratorio, donde nos explicaron que iban a hacer el estudio y nos mandaron los protocolos y cuestionarios para ver si éramos aptos", explica Eva Muñoz Couselo.

Normalmente, los centros que se encargan de los ensayos clínicos suelen ser grandes y con personal disponible y con experiencia. También tienen que atender a una cantidad suficiente de pacientes con las características que se piden en el ensayo.

En este caso, pacientes de melanoma que haya sido extirpado quirúrgicamente pero tengan alto riesgo de reaparición del tumor, si bien en la fase 3 se ha ampliado para incluir a pacientes con un riesgo algo menor.

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"Con el paciente hay que sentarse y explicarle bien", apunta la oncóloga. "Hay algunos que no acaban de verlo, que no se sienten cómodos con un fármaco que no está aprobado. Por eso hay que explicarle muy bien que es un fármaco seguro y ya ensayado".

Pero, continúa Muñoz, "esto no es una hipoteca: el paciente firma un consentimiento pero tiene derecho a salir del ensayo cuando quiera y sin dar explicaciones".

Una vez que el paciente firma su participación, se le hacen analíticas de sangre y pruebas de imagen para controlar todos los parámetros. Un programa informático lo asignará a uno u otro brazo de estudio.

Una tarjeta para cada paciente

A partir de ahí, todo será similar a la atención estándar del cáncer. Como cualquier otro paciente, los participantes en el ensayo acuden al hospital de día: tienen unas butacas apartadas para ellos pero son exactamente iguales que las del resto.

Hay una cosa que sí les diferencia de los demás. "Les damos una tarjeta que deben llevar siempre encima para que todo el mundo sepa que participa en un ensayo clínico".

La doctora explica que esto sirve si va al médico de cabecera o a urgencias y le preguntan por su tratamiento. "Para que el personal no habitual sepa qué está tomando y se pueda poner en contacto con nosotros".

El melanoma no es el único objetivo de V940. La plataforma que Moderna y MSD han puesto en marcha puede aplicarse a cualquier cosa, aunque se conoce que algunos cánceres son más susceptibles a los chutes de energía del sistema inmune.

En el Hospital Universitario Quirónsalud de Madrid están ensayando esta vacuna para melanoma y ahora han empezado a hacerlo para cáncer de pulmón, siendo el único centro en España que lo hace.

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El proceso es idéntico, con una salvedad: después de la operación está indicada la quimioterapia, "así que primero les damos quimioterapia y luego entran en el ensayo", explica Belén Rubio Viqueira, jefa de investigación del servicio de Oncología del hospital.

La doctora Rubio prefiere no decir cuántos pacientes forman parte del ensayo en su hospital. En todo el mundo se estima que se incluyan 1.089 para el melanoma y 868 para el cáncer de pulmón.

V940 también está en la última fase de ensayos en carcinoma cutáneo de células escamosas y en fases intermedias para tumores de vejiga y carcinoma de células renales.

La principal ventaja de esta nueva terapia, espera la oncóloga, es "poder aumentar la supervivencia a cambio de toxicidad mínima. Que se retrase lo máximo la recaída pero también que aumente la calidad de vida".

La quimioterapia, a veces denostada, es un tratamiento de una eficacia más que comprobada pero conlleva normalmente una alta carga de efectos secundarios, como la fatiga, las náuseas o la caída del pelo.

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Los nuevos tratamientos dirigidos que hicieron su aparición hace tres décadas llegaban a zonas donde la quimioterapia se había quedado corta y disminuyeron notablemente las reacciones adversas. Las vacunas tendrían incluso menos efectos no deseados que estos.

"Hemos visto que no implica toxicidad añadida", señala Rubio. "El único efecto secundario es dolor en la zona de inyección, febrícula… Como cualquier otra vacuna".

Muñoz también comparte el optimismo. "Los datos que ya tenemos de la fase 2 son provocativos y prometedores". Ana Arance se suma a ellas señalando que hay "una gran expectativa con estos estudios y este tipo de moléculas".

Todavía queda esperar. El estudio se prolongará durante un año y luego se hará un seguimiento a largo plazo. Datos preliminares irán saliendo antes pero Moderna prevé que se complete a finales de la década. El camino hacia las vacunas del cáncer es largo pero ya ha comenzado a andarse.