Un viaje por el norte de España se puede aprovechar para probar su fantástica gastronomía. Los paisajes que se ofrecen en esta parte de la península son muy variados y diferentes al resto del país, donde los grandes protagonistas son los colores verdes. En Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco y la zona norte de Castilla y León se pueden encontrar preciosas ciudades y pueblos donde disfrutar del turismo, pero en estos lugares también hay que conocer sus platos típicos, algunos de los más afamados a nivel nacional.

León.

Galicia y el pulpo a feira

En todo el territorio de Galicia se puede degustar su plato más representativo, el pulpo. Se puede encontrar el pulpo a feira o el pulpo a la gallega, este último servido con cachelos. En cambio, el pulpo a feira se sirve solo, aunque con los condimentos de pimentón y sal. Su nombre viene del lugar donde se suele servir, que es en las ferias, donde diferentes pulperías extienden sus banquetes para los que quieran degustar su plato estrella.

No obstante, en Galicia se puede comer el mejor marisco del territorio nacional y, en general, los demás productos del mar. Percebes, mejillones, navajas, centollos, ostras… Todo un manjar para el paladar que se pueden encontrar en bonitas poblaciones como Vigo, Coruña, Pontevedra

Asturias y la fabada

¿Qué hay más típico de Asturias que la fabada asturiana? Nada, este es el plato estrella del Principado. Es uno de los platos más contundentes de la geografía española: ajo, cebolla, chorizo, morcilla, lacón salado, tocino y fabes completan este plato guisado a fuego lento. No hay que olvidar su bebida más destacada, la sidra. Piérdete en la gastronomía asturiana en localidades como Cudillero, Cangas de Onís, Ribadesella, Luarca o Llanes.

Cantabria y el cocido montañés

Cantabria está repleta de fantásticos pueblos donde degustar sus platos más sabrosos. Su capital, Santander, es un precioso lugar para visitar incluso en un fin de semana, pero si tienes más tiempo puedes acercarte a otros pueblos cercanos, como Potes, Santillana del Mar, Comillas, San Vicente de la Barquera o Bárcena Mayor.

Potes.

Uno de los platos que hay que degustar en Cantabria es el cocido montañés, otro potente plato de la geografía española que se compone principalmente de alubias, berza, costillas adobadas, morcilla, tocino y chorizo. Se trata de un puchero contundente que se sirve bien salpimentado y que se consume ocasionalmente por su alto nivel calórico.

El Bierzo y el botillo

El Bierzo, en la zona oeste de la provincia de León, es otro fantástico lugar para disfrutar de la comida. Su plato más típico es el botillo, un producto que se elabora en la matanza del cerdo -se suele realizar en diciembre o enero- y no es más que carne del animal, como costillas troceadas o rabo, condimentada con diferentes especias y ahumada para dejarla semirada. Es un plato potente pero delicioso que se suele servir con patatas y berzas cocidas. Ponferrada o los pueblos de alrededor, como la zona de la Cabrera, son fantásticas zonas para degustarlo.

El Bierzo.

No obstante, León capital, además de ser una preciosa ciudad, en la que destaca la catedral con sus preciosas vidrieras, es un lugar muy destacado para hacer turismo gastronómico. En cada bar podrás comer junto a tu consumición contundentes tapas que entrarán en el precio. En la provincia destacan otros platos, como el cocido maragato, la cecina, el bacalao al ajo arriero, las ancas de rana de La Bañera o la sopa de ajo.

El País Vasco y el bacalao al pil pil

El País Vasco es otro fantástico lugar del norte de España para disfrutar de un viaje gastronómico. En esta comunidad se funde la comida tradicional con la contemporánea para ofrecer platos para todos los gustos. Vitoria es uno de los mejores lugares para ir de ruta gastronómica, pero en el resto del País Vasco también se pueden degustar los típicos pintxos.

El bacalao al pil pil es uno de los platos estrella y en el que se demuestra el cuidado que se da a la comida. El pil pil es una salsa que se genera con el jugo que suelta el bacalao en la sartén junto con aceite de oliva. Para poner el último toque hay que añadir ajo y una guindilla.

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