En el sudeste de Europa entre Rumanía y Ucrania, Moldavia es uno de los países más desconocidos del continente. Sus monasterios centenarios, sus bodegas y viñedos kilométricos y sus catedrales multicolores convierten a Moldavia en un gran campo de contrastes. Su ambiente remoto hace que viajar a este país suponga un reto y una aventura y su característico ritmo de vida pausado y atemporal lo hace todavía más sorprendente.

La República de Moldavia es una ex república soviética, ya que se unió a la URSS en 1940 hasta que en 1991 declaró su independencia. Anteriormente, era parte de Rumanía, de ahí su mezcla cultural entre la rumana y la rusa, evidente en su arquitectura, gastronomía e incluso mentalidad.

Su capital, Chisináu, fue reducida a escombros durante la Segunda Guerra Mundial y tras un devastador terremoto en 1940, pero tras su reconstrucción sigue conservando su encanto y su espíritu cosmopolita. En ella se pueden visitar importantes lugares y monumentos como la catedral metropolitana, el arco triunfal, el callejón de los escritores rumanos, la Torre de agua o los parques Valea Morilor, Izvor y Dendrariu.

Entre sus museos destacan el Museo Nacional de Arte de Moldavia, en el centro de la ciudad y con tres edificios, monumentos de la arquitectura de los siglos XIX y XX; el Museo Nacional de Etnografía e Historia Natural, el más antiguo de Moldavia y donde se pueden encontrar las colecciones más ricas y valiosas del país; o también el Museo a cielo abierto de Orheiul Vechi, a unos 60 kilómetros de Chisináu, donde se conservan restos de civilizaciones como la fortaleza geto-dacia del siglo XI a. C.

También está la ciudad tártaro-mongola, Sehr al-Cedid, del siglo XIV, o la ciudad moldava de Orhei de entre los siglos XV y XVII. Otro punto fuerte de la capital es la fuerte presencia de monasterios, tales como el Monasterio Condrita de Orheiul Vechi, el de Caprianam Tripova, Noul Neamt o Ciuflea.

Saliendo de la capital, otros importantes y sorprendentes lugares son la Cueva Emil Racovita, la cueva más grande Moldavia y una de las 25 más grandes del mundo y que, además, en la modalidad de yeso se encuentra entre las tres primeras del planeta. La Fortaleza Soroca también es otro sorprendente lugar y es que es algo único en el Este de Europa por su impresionante estructura de madera construida en el siglo XV y posteriormente realizada en piedra.

Tiráspol es la capital de la autoproclamada República de Transnistria y la segunda ciudad más grande del país. Guarda importantes resquicios de la época soviética, como la Calle Lenin. La Calle 25 de Octubre alberga los lugares turísticos de la ciudad, tales como el Palacio de los Soviets, el busto de Lenin o el Teatro de Tiráspol. En el parque Kirov se encuentra una iglesia ortodoxa curiosa por su peculiar estructura.

El primer fin de semana de octubre en la capital se celebra la más importante de sus fiestas: la fiesta del vino. Moldavia es el séptimo exportador del mundo de esta bebida, con unos 2,3 millones de hectolitros anuales. En el National Wine Day la plaza que se extiende entre el Parlamento y el Arco de Triunfo se disponen un gran número de casetas, cada una de una bodega distinta, y se ofrecen también espectáculos musicales, representación de escenas rurales con vestimentas tradicionales… La bodega Milestii Mici es la más grande del mundo reconocida por el premio Guiness 2007 y ofrece 200 kilómetros de barricas y unos dos millones de botellas. Sus vinos dulces son de los mejores de Europa.

La gastronomía moldava, con influencia rumana y rusa, puede considerarse bastante pesada. La bollería, las pastas rellenas, muchas sopas y platos con abundante carne son la base de la comida moldava. Los platos más típicos son: el Placinte es una pasta rellena de queso que se puede encontrar en todas las formas y tamaños ya que se trata del snack más típico del país; la Zeama es la sopa de pollo tradicional, típica para la hora de la comida; el Limba Soacrei está preparado con berejenas rellenas de pasta de nueces; la Mamaliga son gachas de maíz acompañadas de cerdo, queso y crema agria y probablemente sea el plato más típico del país; o el Coltunasi, que se trata de los típicos dumplings que se encuentran en todo el este de Europa pero en cada país reciben un nombre distinto.

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