José Luis Ábalos el pasado 10 de junio.
Una semana más, las informaciones sobre el caso Koldo-Ábalos-Santos Cerdán han desvelado que la sombra del exministro José Luis Ábalos se extendía hacia Valencia con quien nunca se llegó a desvincular.
Afortunadamente, sus planes se vieron truncados con el cambio de gobierno y la victoria de M.ª José Catalá en el Ayuntamiento permitió echar a los acólitos de Ábalos del gobierno municipal.
Ábalos no fue un socialista cualquiera. No fue solo un ministro aventajado. Ábalos acumuló en sus manos todo el poder orgánico y político del partido socialista, el hombre más cercano a Sánchez que controlaba las adjudicaciones del ministerio y decidía las candidaturas, tejiendo una red de fidelidades que aun hoy guarda silencio.
Hoy, la justicia investiga a su entorno por conformar lo que no parece solo una trama de corrupción, sino una auténtica organización criminal. Hablamos de cohecho, malversación, prevaricación y tráfico de influencias. Hablamos de mordidas, adjudicaciones amañadas, favores en forma de contratos.
Y todo apunta a que esa red también se extendió a València: una de las empresas investigadas habría recibido más de 3,5 millones de euros en contratos públicos del Ayuntamiento entre 2015 y 2023, bajo los gobiernos de Compromís y PSPV.
Ante estas revelaciones, los valencianos merecen saber si algún concejal del Ayuntamiento recibió instrucciones del señor Ábalos o de algún integrante de esta trama mafiosa para contratar con esa empresa. Merecen saber hasta dónde llega la sombra de José Luis Ábalos en València.
Porque fue concejal de esta ciudad, y su influencia sobre varios ediles es un secreto a voces. Y no solo sobre concejales. El mismo día que conocimos el informe de la UCO, la delegada del Gobierno salió públicamente a defenderlo, asegurando que todo era mentira, recortes, bulos… y frases sacadas de contexto.
Sin embargo hoy el PSPV guarda silencio. Se sienten "engañados" dicen y se limitan a pedir perdón, como si en política bastara con lamentarse sin asumir responsabilidades. Como si pedir perdón sin dimitir fuese suficiente.
Hoy aseguran que esto solo afecta al partido. Pero no decían lo mismo cuando los escándalos salpicaban a otros. Una vez más, su doble vara de medir queda al descubierto: una para el adversario, y otra -más laxa- para su propio presidente.
Mención aparte merece Compromís, que mientras presume de transparencia, sostiene con sus votos al presidente del Gobierno y al Ejecutivo más cuestionado de nuestra democracia reciente. ¿Dónde están ahora sus lecciones de ética? ¿Dónde esa regeneración democrática que dicen defender?
Mientras la esposa del presidente, su hermano, su fiscal general, varios ministros y todo su entorno están bajo sospecha, Compromís calla. Agacha la cabeza. Traga. Y sigue apuntalando un Gobierno rodeado de escándalos: corrupción, mordidas, prostitución… Un serial que parece no haber hecho más que comenzar y que conocemos por entregas.
Pero en València no vamos a mirar hacia otro lado. El Ayuntamiento investigará todos los contratos firmados con empresas bajo sospecha durante los gobiernos de Compromís y PSPV. Porque los ciudadanos tienen derecho a saber cómo se adjudicó su dinero, a quién, por qué y en qué condiciones. La transparencia no se predica: se ejerce.
Aquí no hay equidistancias posibles. O se está del lado de la verdad, o del lado de la trama. O se defiende la limpieza institucional, o se protege al poder a cualquier precio.
El gobierno de la alcaldesa M.ª José Catalá lo tiene claro y no será cómplice de esta trama. València no puede, ni debe, convertirse en una sucursal autonómica del caso Ábalos. Ni mucho menos del caso Sánchez.
Juan Carlos Caballero es portavoz del Ayuntamiento de Valencia