Pablo Vega, fundador de Medicina por Europa.

Pablo Vega, fundador de Medicina por Europa. Cedida

Talento Rebelde

Pablo Vega: "El sistema de selección de estudiantes de medicina está dejando fuera a jóvenes que tienen verdadera vocación por esta profesión"

El emprendedor gallego Emilio Froján entrevista al fundador de Medicina por Europa, que ayuda a jóvenes que tienen una fuerte pasión y vocación por la medicina, pero no consiguen la nota de corte

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Pablo Vega siempre soñó con estudiar medicina. Sin embargo, cuando llegó el decisivo momento de recibir sus notas de acceso a la Universidad, su vida dio un vuelco. No alcanzó la nota de corte.

Muchos estudiantes universitarios cambian de sueños, reducen sus aspiraciones, se resignan, pero Pablo no quería prescindir de ese sueño. Se fue a estudiar el Grado de Medicina a Polonia.

Fue un reto enorme y al mismo tiempo la mejor decisión de su vida. Hoy ayuda a estudiantes que tienen su mismo sueño a cumplirlo, porque un sistema "injusto" no puede decidir el futuro de aquellos jóvenes que tienen la vocación de dedicarse a la medicina.

Con el fin de ayudar a jóvenes que tienen una fuerte pasión y vocación por la medicina, pero no consiguieron la nota de corte, Pablo fundó Medicina por Europa.

¿Cómo surge la idea de Medicina por Europa ?

Nació de una experiencia personal. Cuando terminé Bachillerato no llegué a la nota de corte en España y, como yo soy una persona muy aventurera y echada hacia delante, decidí dar un salto y marcharme a Polonia a estudiar el Grado de Medicina Internacional en inglés. Fue un reto enorme, pero una de las mejores decisiones de mi vida: hice amigos de todas las culturas, desde un israelí hasta un palestino, y aprendí a ver la medicina y la vida desde una perspectiva global. Allí me di cuenta de algo muy claro: en España el acceso a Medicina está limitado exclusivamente a la nota de corte, y eso deja fuera a personas con muchísimo talento y vocación. Comprendí que había una oportunidad de abrir caminos para otros estudiantes que, como yo, querían ser médicos, pero se encontraban con un sistema que no era para ellos.

¿Qué opinas del sistema actual de las notas de corte?

Creo que es un sistema profundamente injusto. Tener un 10 de 10 en bachillerato no significa que vayas a ser un gran médico. La medicina no es solo memoria: es trato humano, trabajo en equipo, habilidades sociales y otras destrezas. He conocido estudiantes brillantes en notas que después carecían de empatía con el paciente, y también he visto a alumnos con calificaciones más bajas que resultaron tener extraordinarias destrezas a la hora de trabajar como médicos.

Además, hablo con muchos rectores de universidades en distintos países y todos coincidimos en lo mismo: cuando la medicina se convierte en una carrera con notas de corte tan altas, muchas familias presionan a sus hijos con expedientes perfectos para que estudien medicina, aunque quizá no sea su verdadera vocación. Y al mismo tiempo, estamos dejando fuera a gente con auténtica pasión por la medicina, pero que no tiene esa capacidad memorística tan alta para alcanzar un 10 sobre 10. En ese proceso, el sistema está perdiendo a personas con vocación que podrían transformar la salud.

Al final la pregunta es muy sencilla: ¿qué prefieres? ¿Que el día de mañana te atienda alguien que memoriza muy bien para aprobar un examen, o alguien que tiene pasión, vocación y amor por la medicina, y que además es capaz de resolver tu problema real como paciente? Yo, personalmente, tengo clarísima mi respuesta.

Supongo que es raro terminar medicina y no ejercer como médico. ¿Te has encontrado barreras a la hora de emprender?

Muchas. Siempre tuve dos vocaciones: la medicina y el emprendimiento. Desde niño me inventaba formas de vender cosas en las tómbolas del pueblo o en casa de mis abuelos, y cuando entraba en un restaurante o en cualquier local preguntaba a mis padres: "¿y por qué no hacen esto para vender más?". Siempre tuve esas inquietudes. Al mismo tiempo, con la medicina me pasaba algo parecido: si en el colegio alguien se caía, sangraba o tenía un golpe, yo era el primero en salir corriendo a ayudar. Supongo que también influyó haber crecido en un entorno sanitario: mi madre es enfermera y mi tío es médico, así que siempre lo viví muy de cerca.

Emprender en plena carrera de Medicina ha sido como fichar con 18 años para el Real Madrid: un reto titánico. Creé la empresa sin saber lo que era una factura ni cómo cerrar acuerdos internacionales, y de repente estaba firmando convenios con universidades y ministerios en más de 12 países. Creo que mi éxito residió en no saber lo difícil que era: si lo hubiera sabido antes, quizás no me habría atrevido. Fueron años de prueba y error, viajes constantes, estudiar en aeropuertos y hoteles y muchas noches sin dormir, sin un modelo cercano que me guiara.

Si hoy Medicina por Europa está donde está, también es gracias a mi familia. La carrera ya exige casi las 24 horas del día, y emprender al mismo tiempo habría sido imposible sin el apoyo incondicional de mis padres, mi hermano, mi familia cercana y mis amigos. Ellos me han sostenido en cada altibajo, y por eso tengo muy claro que gran parte de mi éxito se lo debo a ellos. El día de mañana, si las cosas me van bien, haré todo lo posible por devolverles todo lo que me han dado.

De todo lo que has aprendido de otros sistemas educativos europeos, ¿qué integrarías en la educación universitaria española?

Algo fundamental: el programa de Medicina Internacional. Estudiar en inglés, con compañeros de múltiples culturas y acceso a hospitales con tecnología puntera, te prepara de verdad para un mundo médico sin fronteras. Las universidades en la unión europea le dan un peso enorme a la práctica clínica desde el inicio, y eso marca la diferencia. El estudiante no solo memoriza, sino que adquiere competencias reales y destrezas clínicas que después marcan su calidad como médico.

Tu intención en Medicina por Europa es que los estudiantes vuelvan a España. ¿Qué porcentaje de los usuarios de Medicina por Europa vuelve a España? Aquí se necesitan médicos, pero faltan plazas para estudiar medicina…

Un porcentaje muy alto, aunque lo más interesante es la variedad de combinaciones. Algunos hacen un par de años de carrera en el extranjero y regresan para terminar aquí y presentarse al MIR. Otros completan toda la carrera fuera y vuelven únicamente para especializarse, y también están quienes deciden hacer tanto la carrera como la especialidad en otros países, aprovechando la enorme cantidad de oportunidades que hay en Europa.

Lo que cada vez veo más es que los estudiantes quieren vivir una etapa internacional. Optar por un programa de Medicina Internacional no es solo una forma de acceder a la carrera: es abrirse a un mundo de posibilidades. Estudian en inglés, aprenden en hospitales de última tecnología, conviven con compañeros de diferentes culturas y se forman en un entorno global que les hace mucho más completos como profesionales.

Al final, la mayoría acaba trabajando en España: bien porque hacen aquí el MIR, bien porque vuelven tras la especialidad. Pero llegan con un bagaje que les diferencia: muchos reciben ofertas laborales que les permiten, por ejemplo, trabajar un par de fines de semana al mes en otro país y cobrar lo que ganarían aquí en todo un mes, o incluso pasar una temporada corta en el extranjero y recibir salarios altísimos.

Además, en España cada vez más hospitales privados buscan perfiles médicos internacionales, capaces de comunicarse con pacientes de cualquier parte del mundo. Y traer en tu currículum una carrera de Medicina Internacional te da un nivel de inglés altísimo: puedes investigar, leer estudios y acceder a la literatura científica sin barreras, lo que multiplica tus posibilidades de avanzar curricularmente.

En definitiva, este tipo de programas no solo permiten cumplir la vocación de ser médico, sino que abren un abanico de oportunidades profesionales que aquí, con el sistema tradicional, sencillamente no existen.

¿Cómo te imaginas que será la posición de los médicos en 15 años en España? ¿Su situación crees que mejorará o empeorará?

Creo que todo dependerá de si somos capaces de adaptarnos a lo que ya se está haciendo en Europa. España tiene grandes profesionales, de eso no hay duda, pero no podemos vivir en la autocomplacencia de pensar que tenemos el mejor sistema de salud del mundo sin mirar lo que están consiguiendo otros países. En investigación, en innovación tecnológica, en formación médica, en organización hospitalaria… hay países que están muy por delante y que están marcando el camino.

Lo que necesitamos es humildad para reconocerlo y aprender de ellos. La medicina cada vez es más global y los avances no entienden de fronteras. Hoy en día cualquier descubrimiento relevante, cualquier técnica pionera o cualquier protocolo de calidad se comparte en red a nivel internacional, y quienes no se adaptan se quedan atrás.

Si España se alinea con esa dinámica, si apostamos por actualizar la formación, dar más peso a la práctica clínica, reforzar la investigación y mejorar las condiciones de los médicos, estoy convencido de que seguiremos siendo un referente mundial. Pero si seguimos anclados en un sistema rígido, con cupos insuficientes, barreras de acceso y condiciones laborales precarias, entonces corremos un riesgo real: perder a nuestros mejores profesionales y que otros países atraigan el talento que aquí no sabemos retener.

En 15 años, la medicina en España puede ser un motor de progreso y prestigio, o un sector que dependa de importar profesionales porque no supimos cuidar a los nuestros. Todo dependerá de las decisiones que tomemos hoy.

Tus clientes también son los padres de estos alumnos. ¿Cómo influye la familia en esta decisión?

La familia es fundamental. Son quienes confían en nosotros y quienes finalmente contratan el servicio, y por eso trabajamos de forma muy cercana y transparente: antes de aceptar a un alumno realizamos varias entrevistas, porque queremos asegurarnos de que el programa encaja con él y que la familia comprende realmente lo que significa esta experiencia.

Cada vez vemos más que las familias no buscan solo que sus hijos “entren en medicina”, sino que tengan acceso a la formación diferencial que ofrece un Programa de Medicina Internacional. Les atrae que estudien en inglés desde el primer día, que convivan con compañeros de decenas de culturas, que accedan a hospitales punteros con prácticas desde el inicio y que se formen en un entorno médico global que después será muy valorado tanto en la sanidad privada en España como en la investigación y en el ámbito internacional.

Esto ocurre tanto en familias de médicos como en aquellas que no lo son. Los padres que ya han vivido la dureza del sistema sanitario español saben lo importante que es salir reforzado con una experiencia internacional. Y quienes no tienen relación con la medicina, valoran igualmente que sus hijos crezcan en un entorno multicultural, desarrollen un nivel de inglés altísimo y se formen con las mejores herramientas para su futuro.

En definitiva, todas las familias buscan lo mismo: que sus hijos tengan la posibilidad no solo de convertirse en médicos, sino también en profesionales globales y, sobre todo, en personas preparadas para la vida. Porque un programa así no solo te da un título, te da experiencias, madurez y una visión del mundo que te acompañará para siempre.

¿Por qué dirías que compensa emprender?

Porque realmente no había otra opción. Medicina por Europa nació en una habitación de una residencia universitaria, donde la mitad del día lo dedicaba a estudiar Medicina y la otra mitad a ver vídeos, llamar a gente y preguntar cómo montar una empresa, qué pasos debía dar y cómo hacerlo. Así empezó todo, desde cero, sin más recursos que las ganas y la convicción de que este proyecto tenía que existir.

He tenido que renunciar a muchas cosas, dormir tres horas durante meses, estudiar miles de páginas mientras viajaba por Europa cerrando acuerdos… pero también he aprendido más de lo que jamás imaginé. Lo que empezó como un sueño en una habitación hoy se ha convertido en un proyecto con una envergadura enorme.

Ya no solo ayudamos en el acceso al grado de Medicina, sino también en el acceso a especialidades médicas en distintos países. Hemos creado academias de idiomas especializados en el ámbito sanitario, porque no es lo mismo aprender un idioma que aprender un idioma médico: necesitas dominar el trato con el paciente en otro idioma con la misma naturalidad y profesionalidad que en tu lengua materna. Además, desarrollamos softwares para universidades que les permiten mejorar su gestión académica y ofrecer programas internacionales de más calidad.

Y quiero aclarar algo: que nadie piense que no tengo vida social, ni mucho menos. Si le preguntáis a mis amigos, saben que salgo de fiesta, que viajo con ellos y que disfruto como cualquiera de mi edad. Soy una persona muy abierta, pero también consciente de que hay momentos en los que toca estar muy centrado. Al final se trata de compaginar, y aunque he tenido que renunciar a muchas cosas, ahora mismo un alto porcentaje de mi tiempo va dedicado a sacar adelante estas dos facetas: la Medicina y la empresa.

Hoy el proyecto es precioso. Ha sido tremendamente complicado llegar hasta aquí, pero ahora me hace muy feliz porque en mi día a día estoy en contacto con personas a las que admiro muchísimo, tanto dentro como fuera de la empresa. Tengo un equipo al que respeto y admiro, y un respaldo infinito que me ha acompañado desde el inicio y que sigo teniendo a día de hoy.

Para mí, emprender compensa porque te obliga a crecer, a ponerte al límite y a crear algo que va mucho más allá de ti mismo. Y porque estoy convencido de que lo que estamos construyendo transformará la vida de miles de estudiantes y familias en todo el mundo.