Miguel Fotógrafo, 53 años inmortalizando las sonrisas de los vigueses desde O Calvario

Dedicarse a la fotografía profesional es todo un reto. Las nuevas tecnologías han transformado el sector, desde el mundo del periodismo —en el que cada vez se prescinde más de la figura del fotoperiodista— hasta los retratos para el DNI. Un amigo, un fondo blanco y un smartphone te pueden sacar de cualquier aprieto. Ahora bien, en Vigo aún quedan lugares como Miguel Fotógrafo, que mantienen y cuidan la tradición de la profesión.

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Esta tienda de fotografía abrío sus puertas hace 53 años, en 1972, en la galería de O Calvario. De aquella época ya no queda nadie, tan sólo ellos. Miguel, hijo del primer propietario, recuerda que entonces la vida en esta zona comercial era "muy familiar". "La gente nueva es muy maja, pero ya no hay ese trato", explica a Treintayseis. 

Desde la década de los 70, la tienda fue creciendo poco a poco, comprando el local contiguo, por ejemplo. En la actualidad, cuentan con una recepción, con un espacio expositivo que también usan como almacén y para fotografías para carnet, y un estudio en la planta superior. "Ahora es cinco veces más grande", asegura Miguel. 

Eso sí, se mantienen dentro de la galería. "La respuesta del público fue buena y, entonces, mi padre ya no buscó un local en la calle", comenta el fotógrafo, que junto a su hermano Jacobo regenta ahora el negocio. Estar escondidos al fondo de la zona comercial no les ha afectado. Los vecinos y vecinas de O Calvario conocen su trabajo y se acercan directamente a la tienda a revelar sus fotos, a fotocopiar o a hacer algún encargo.

La relación con los clientes es cercana. "Conocemos a la mayoría", dice Miguel, que admite que a pesar del éxito de la tienda física, "la mayoría del negocio es online". "El reportaje social, bodas, bautizos y comuniones, las cogemos por la página web o por aplicaciones especializadas", explica. 

"Estamos muy especializados, sobre todo en cámaras de los 80"

La mayoría del negocio es online

Y no solo reciben encargos por internet. Desde hace diez años, Miguel vende "mucho" material online, sobre todo de fotografía química. "El carrete ha vuelto y poca gente puede presumir de tener más de 50 años de experiencia. Estamos muy especializados, sobre todo en cámaras de los 80", aclara. De hecho, uno de sus escaparates está repleto de estas máquinas, "las más demandadas". 

Entre todas ellas, destaca una Hasselblad, el mismo modelo con el que comenzó a trabajar su padre en el 72. Una cámara que no cambió hasta el cambio de milenio. "No había nada mejor", afirma Miguel, que añade que sigue siendo de "lo mejor y más caro de la fotografía química". Un negativo de esta máquina cuesta 12 euros y luego revelarlo 9 euros: "Te vale 1,5 euros por foto", calcula.

El negocio online les ha servido para mantenerse vivos. Más del 60% de las compras es de gente de Barcelona y también cuentan con mucha clientela en Madrid. Aún así, hay veces que estas ventas les generan problemas y costes extra. Miguel explica que la semana pasada, por ejemplo, un cliente introdujo una dirección errónea, por lo que tuvieron que asumir los gastos del transporte del envío de ida y de vuelta a la tienda. 

Actualizarse y diversificar la oferta

La página web es un ejemplo del espíritu del comercio: siempre están actualizándose. Se puede observar en los ordenadores de última generación que hay sobre el mostrador, pero también en su equipo fotográfico. La tecnología evoluciona mucho más rápido que antes y Miguel se ve obligado a renovar su cámara cada dos años. Eso sí, él cuenta con una ventaja: "Tengo la venta online con mucha reputación y puedo vender bien la de hace dos años". 

También cambia el tipo de fotografía. "Cuando yo era pequeño, mi padre tenía cola en carnaval", hace memoria el fotógrafo, que ha visto como ha aumentado la demanda de sesiones a bebés recién nacidos o embarazadas. Estos encargos se unen a los de toda la vida de comuniones, bodas o eventos de empresas. Unos trabajos que suelen ser en fin de semana y le ha obligado a sacrificar parte de su vida personal y familiar.

"Para que sea rentable tienes que trabajar los fines de semana y en verano", se lamenta Miguel, que asegura además que "tienes que hacer un mix" para que el negocio pueda seguir abierto. Es decir, como profesionales, tienen que cuidar los reportajes de eventos, la fotografía de DNI, la venta de material tanto en físico como online y las sesiones.

Pocos sitios como este en Vigo

Gracias a diversificar la oferta, mantenerse actualizados y el negocio online, Miguel Fotógrafo ha podido sobrevivir al paso del tiempo. Además, 53 años de experiencia en el sector les avalan, lo que les permite ser una de los pocas tiendas que siguen abiertas en la ciudad. 

"Vienen gente desde Urzáiz para arriba buscando donde hacer una foto de carnet o donde hacer una fotocopia", afirma Miguel, que desde que cerró a principios de año una tienda de fotografía como la suya en el barrio de Teis ha incrementado levemente su clientela los últimos meses.

"Profesionales que te hagan fotos ya van quedando menos", se lamenta a la vez que asegura que, ahora mismo, solo hay otro establecimiento en Vigo que tenga un laboratorio fotográfico en el propio estudio. La vuelta de lo retro desde hace cinco años les ha favorecido en este aspecto.

Así, parece que a Miguel Fotógrafos le queda mucha más vida por delante. Aunque, al contrario que él, que desde bien pequeño tuvo una cámara entre sus manos, no parece que a sus hijos les interese el sector. "La gente más joven que yo valora más el tiempo libre", asume Miguel, que es consciente que su hijo de 16 años está más interesado en el fútbol que en su profesión. El rayo de esperanza es su hija, de 14 años, que desde hace un par de meses "está loca con la fotografía".