Mata Hari, la legendaria espía que se paseaba por Galicia

Margaretha se despertaba el 15 de octubre de 1917 en una húmeda y oscura celda de la prisión de Saint-Lazare, en las afueras de París. Tenía 41 años. Vestida con sus mejores galas, sus manos enfundadas en sendos guantes y cubriéndose con un abrigo azul y un sombrero de tres picos, sabe que ha llegado la hora de morir. Se niega a ser atada al poste frente al pelotón de fusilamiento y rechaza que le venden los ojos. Quiere mirar a la muerte de frente y lanza un beso a los doce soldados franceses que la apuntan con sus rifles mientras grita: “¡Ramera sí, traidora jamás!”. En ese momento una bala atravesaba su corazón y moría instantáneamente. Un oficial se acercó con un revolver y le disparaba una sola vez en la cabeza. Tras su muerte Hollywood la encumbró como la mujer que los engañó a todos y que vivió hasta el último de sus días como a ella le gustaba hacerlo, al límite. Ese día moría una de las mujeres más hermosas, deseadas, famosas y odiadas de su época. Ese día moría una espía y nacía un mito, una leyenda cuyo nombre sería ya conocido para siempre: Mata Hari, la espía que se paseaba por Galicia.

Margaretha Geertruida Zelle nacía en Leeuwarden, Países Bajos, el 7 de agosto de 1876. Era hija de un sombrerero holandés que le dio una infancia feliz, aunque no del todo adecuada. Margaretha era egocéntrica, soberbia y consentida y a los 16 años provocó su primer escándalo, tras convertirse en amante del director del centro en el que estudiaba, motivo por el cual fue expulsada.

En 1895, harta de su familia y de la puritana sociedad holandesa responde a un anuncio matrimonial que había publicado en prensa el capitán Rudolf MacLeod, un militar 20 años mayor que ella en el que solicitaba una esposa. Se trasladaron a Java donde el matrimonio se convierte en un fracaso. Rudolf era bebedor, mujeriego y un derrochador que Margaretha no soporta. Finalmente vuelven a Holanda y se separan en 1902.

Decide irse a París a ganarse la vida, donde prueba fortuna como modelo y actriz, aunque la suerte no le acompaña. Pero gracias a su largo cabello oscuro y sus bellas facciones asiáticas heredadas de su madre, se hace pasar por una princesa de Java con el nombre de Mata Hari, y debuta como bailarina exótica de espectáculos de striptease en el Museo Guimet el 13 de marzo de 1905.

Y llegó el éxito.

Un amplio sector de la encorsetada y reprimida sociedad europea de la época recibe a su nueva estrella con los brazos abiertos mientras que otros la detestan (y envidian).

En París había auténticas luchas por conseguir localidades en las primeras filas en sus espectáculos de danza erótica y exótica. Amparada por el mito que ella misma había creado tuvo romances secretos con empresarios, millonarios, militares, políticos de alto nivel y, en general, con la alta sociedad de la época.

Pero en 1914 estalla la Primera Guerra Mundial y su vida se complica. La guerra le obliga a replantearse su vida y a consecuencia de la amplia red de contactos que tiene a su disposición decide vender información al mejor postor. Alemania y Francia se disputan sus servicios y sin darse cuenta acaba involucrada en una red de espionaje que acabaría con su vida. Primero trabajó para Alemania y después es Francia quien la incorpora en sus filas. 

Durante sus “servicios” visitó Vigo, nada más y nada menos que en cuatro ocasiones, entre enero y diciembre de 1916. Vigo era un puerto muy frecuentado, y la holandesa necesitaba usarlo porque los ingleses la habían vetado en sus puertos, ya que sospechaban de ella.

Mata Hari se alojaba habitualmente en el lujoso y ominoso Hotel Continental, hoy desaparecido, que estaba situado en As Avenidas, y siempre aprovechaba sus estancias para conspirar y espiar en la ciudad, un auténtico nido de espías durante la guerra.

La primera vez que estuvo en Vigo fue en enero, cuando llegó en tren procedente de Madrid para embarcar en el trasatlántico “Hollandia” con destino a La Haya. Volvió de nuevo en Junio para tomar el tren a Madrid. En noviembre hizo el camino contrario desde Madrid para embarcarse a su país natal. 

En su última visita a Vigo, donde llegó a bordo del trasatlantico “Araguaya”, el 6 de diciembre de 1916, tras haber estado detenida en Londres, recibe una supuesta oferta de los rusos para convertirse en su agente. El Secretario del Consulado holandés, realmente un espía francés que operaba en Vigo, fue el encargado de hacerle llegar la propuesta. Ella puso precio a su trabajo (un millón de francos), dejando claro que era una espía y una traidora que se vendía al mejor postor. Había caído en la trampa.

Deja Vigo en tren rumbo a París. Hace escala en Madrid y en enero de 1917, el agregado militar alemán, el Mayor Arnold Kalle transmite mensajes de radio a Berlín describiendo las actividades de una espía alemán con el nombre en código H-21.​ El Servicio de Información del Ejército francés interceptó los mensajes y, por la información que contenían, identificó a H-21 como Mata Hari. Los mensajes estaban cifrados con un código que la inteligencia alemana sabía que los franceses ya habían roto, lo que sugiere que fueron enviados con la intención de exponer a Mata Hari para que fuera detenida por los franceses.

El 13 de febrero de 1917 Mata Hari era arrestada en su habitación en el Hotel Elysée Palace en los Campos Elíseos en París y sería condenada a muerte el 24 de julio de ese mismo año.

Se cree que Mata Hari nunca fue una espía importante y que simplemente fue un chivo expiatorio provocado por los fracasos militares franceses con los que ella nada tenía que ver. Francia necesitaba un culpable al que atribuirle sus derrotas y ella era el objetivo perfecto para esta función. Incluso hay quien piensa que era un personaje que molestaba tanto a alemanes como a británicos, por lo que decidieron eliminarla. Muchos historiadores creen que realmente Mata Hari no transmitió nada que no se pudiera encontrar en los periódicos de la época, y que su muerte fue simplemente un acto ejemplarizante para levantar la moral del pueblo.

Sea como sea, tras años de investigaciones, en la actualidad nadie puede asegurar si Mata Hari fue una espía “de verdad” y no una simple aficionada, o si espió solo para los franceses, solo para los alemanes, si lo hizo para los dos o si era una agente doble. Sigue siendo un misterio sin resolver.

Tras fusilarla, Margarethe emprendió su último viaje: la Facultad de Medicina. Allí se le cortó la cabeza para para ser utilizada en prácticas de disección por los estudiantes. Posteriormente fue enviada al Museo de Anatomía de París, de donde la robaron años después. No se sabe cómo ni cuándo, pero la cabeza embalsamada de Mata Hari desapareció del Museo. Nadie se dio cuenta hasta el año 2000. Su paradero sigue siendo en la actualidad una incógnita, pero se cree que probablemente se encuentre en las vitrinas de algún depravado coleccionista privado.

El juicio de Mata Hari y otros documentos relacionados, 1275 páginas, fueron desclasificados por el ejército francés en 2017, cien años después de su ejecución, aportando algo de luz al mito de la legendaria Mata Hari, la espía que se paseó por Galicia.

Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.

Referencias:

• es.wikipedia.org
• lavozdegalicia.es
• farodevigo.es
• lavanguardia.com
• elidealgallego.com
• consorciocascovellovigo.org
• vigoe.es
• elperiodicodearagon.com
• britannica.com
• biography.com
• eyewitnesstohistory.com
• strangeremains.com
• memoiredeshommes.sga.defense.gouv.fr
• bbc.com
• canalhistoria.es
• nationalgeographic.com
• elpais.com
• lasegundaguerra.com