Greta ha recorrido el océano Atlántico durante 21 días a bordo de un catamarán. Ha viajado 10 horas de Lisboa a Madrid en un tren para llegar a la cumbre del clima que se celebra en España. Y el planeta se va a quedar con las ganas de verla subida al remolque de un tractor diésel visitando una de las 68 ganaderías que se reparten en las 14.000 hectáreas dedicadas en la Comunidad a la cría del toro. Según datos de la CAM, 11.500 cabezas de ganado echarán de menos a la musa del clima, que no tiene previsto, por ahora, visitar una de las actividades fuera de agenda más interesantes del COP25: el pulmón bravo de Madrid.

“Una actividad tradicional”, reconoce el gobierno regional, “que contribuye a la conservación de ecosistemas y al aumento de la biodiversidad”. Un planazo para Greta, explica Victorino Martín, presidente de la Fundación Toro de Lidia y ganadero. "Los ganaderos estamos siendo el freno al cambio climático. Desde las ciudades se nos trata con condescendencia. Son centros masivos de consumo, mantenidos por el campo, y nos dicen ahora cómo tenemos que vivir para no contaminar más. En el campo llevamos un modo de vida sostenible".

Sin embargo, Greta lucha contra el calentamiento de la Tierra desde una posición mainstream, relacionada con el animalismo y las teorías veganas. "Hay corrientes que pretenden acabar con el consumo de carne, leche y huevos". En abril, un grupo de animalistas propuso un 'Lunes sin carne' en los comedores escolares de Galicia "para combatir el cambio climático". "No se enteran", dice Victorino.

"Todas las explotaciones ganaderas del mundo producen un 5% de los gases totales de efecto invernadero", sostiene. Algún estudio reciente atribuye a las ganaderías el 3,9%. En 2009, un análisis publicado por el Worldwatch Institute de Washington llegó a decir que a las ganaderías les correspondía el 51% de las emisiones globales. "Está todo inventado. Estamos en la época de las fake news. De confundir a la población. Las que contaminan más son esas empresas energéticas que han apostado tarde por las energías renovables y vienen a darnos lecciones". 

Madrid tiene una relación histórica con la cría del ganado bravo. “Antes de la guerra había sólo en Colmenar Viejo, donde tengo los toros, 50 ganaderías, que desaparecieron casi todas. La historia de este pueblo viene de ahí, del toro”, reflexiona Carlos Aragón Cancela, matador de toros retirado y dueño de la ganadería Flor de Jara, sobre la importancia de este tipo de actividad en la zona, que constituye el 6,5% del total de explotaciones dedicadas al vacuno. 

Sus toros, de encaste Santa Coloma -"un importante patrimonio genético"-, son una colección de grises a la que se dedica en las 450 hectáreas de su finca Zahurdón. “La cría del toro crea muchos puestos de trabajo y da dinero al Estado, una riqueza que no se puede desaprovechar”, advierte. Las ayudas que recibe son todas “europeas” como “cualquier ganadero de bovino”. “Insuficientes”, dice. “Suponen sólo un 6% o un 7% del presupuesto anual que manejamos aquí”.

Madrid rutas del toro

En 2015, la Comunidad de Madrid impulsó el proyecto Madrid rutas del toro. El visitante tiene la posibilidad de visitar 14 ganaderías, "una forma diferente y ecológica de conocer el campo madrileño", según Medio Ambiente de la CAM, que propone la participación en "herraderos", "acoso y derribo" o "tentaderos".

“Los tiempos han cambiado y el ganadero se ha abierto al público”, dice Aragón, cuya ganadería no está en el listado de visitables. La apuesta de los poderes públicos regionales por las ganaderías no es demasiado conocida. De forma independiente, a Flor de Jara acuden anualmente "unas 3000 personas entre aficionados y colegios".

Al aficionado se le ha contado muchas veces a lo largo de esta década que la tauromaquia es "sostenible". A Greta quizá puede interesarle. “Aquí apenas se producen incendios por lo bien cuidado que está el campo en comparación con otras zonas de España”, pone de ejemplo uno los beneficios de las explotaciones ganaderas extensivas Victoriano del Río, propietario de la ganadería del mismo nombre y figura de los ganaderos, que cree que sin el ganado “de cualquier tipo la tierra pierde propiedades y se empobrece”.

Sin las ganaderías "esa riqueza desaparecería", advierte Victorino. Y un modo de vida. "Fijan población rural y mantienen un ecosistema muy rico, conservando algunas especies. Los movimientos animalistas atacan al campo directamente, a este modo de vida, natural, en equilibrio. Sólo en mi casa viven seis familias. Eso es importante, ahora que desde la política se está haciendo un guiño a la España vacía. El cambio climático se produce por la industrialización y el uso masivo de los combustibles fósiles. En el campo mantenemos un modo de vida distinto, con factores que influyen positivamente. Y el animalismo está financiado por grandes empresas que al final son las que más contaminan. Es un disparate", añade.

Al llegar a la estación de Chamartín Greta quizá intuya la boina de contaminación que a veces cubre Madrid. Parte de la solución está cerca. "Las ganaderías extensivas, entre la que se incluye la explotación del toro bravo, son equilibradas y respetuosas con el medio ambiente. Frenar el cambio climático", continua Victorino, "pasa por respetar a la gente que trabaja en el campo".

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