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Las claves

A las siete de la mañana, cuando el silencio todavía domina la Sierra de Madrid, Javier de los Nietos ya está en pie.

Su jornada empieza entre balidos, pasto húmedo y el amanecer asomando entre los árboles.

A su corta edad, es uno de los pocos jóvenes que ha decidido dedicarse a un oficio cada vez más escaso: el de pastor.

"No solo es cuidar, es acompañar"

"Vengo como a las siete de la mañana. Hay gente que en Madrid a esa hora va a la oficina. Yo vengo a ver que estén mamando bien los chivitos, que las madres estén ahí y luego las saco a pastorear", explica a El Intermedio.

Su rutina no tiene prisa, pero exige constancia: "Por la tarde repito la misma gestión", señala a las cámaras.

Este año se cumplen cuatro desde que Javier decidió dejar su trabajo en la ciudad para seguir el oficio de su familia. Hoy, cuida a casi 300 cabras, un número que puede llegar a impresionar.

"Siempre hay imprevistos, sobre todo cuando están con los partos. No es solo cuidar, es acompañar", cuenta mientras los animales están a su lado vigilados por un perro pastor.

Los guardianes del monte

Según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, en España quedan menos de 100.000 pastores de ovejas y cabras. La mayoría superan los 55 años.

La profesión sufre una falta evidente de relevo generacional. Sin embargo, gente como Javier está cambiando estos datos.

Él pertenece a una nueva generación que reivindica la ganadería no solo como un modo de vida, sino como una herramienta medioambiental.

"El incendio se puede provocar, claro, pero si haces un control previo con ayuda de animales, ellos limpian el monte y evitan que se extienda", explica.

Lo que describe tiene nombre: pastoreo regenerativo, una práctica que ayuda a prevenir incendios y a mantener la fertilidad del suelo.

"Esa limpieza con cabras no solo evita que el fuego arrase, sino que abona y deja zonas listas para alimentar al ganado al año siguiente", precisa.

"En los cuatro años que llevo he notado un cambio bestial. Las estaciones ya no son como antes", puntualiza ante las cámaras.

Pero para que este regreso al campo sea real, dice, faltan cosas básicas. "Es superimportante que haya vida social, especialmente para la gente joven, que haya opciones, que te apetezca vivir en el pueblo", sostiene.

No se queja, pero reivindica otro estilo de vida rural en el que no falten servicios ni comunidad.