Publicada

Las claves

La crisis de la vivienda tiene muchas causas, pero también una cifra que no deja de crecer: cada vez más personas en España se quedan sin un techo propio.

A pesar de las medidas adoptadas para frenar el precio del alquiler, los resultados no llegan. En la última década, el coste del arrendamiento se ha disparado un 60% y el de compra casi un 50%.

La ecuación es clara: hay una enorme demanda, faltan unas 700.000 viviendas, según el Banco de España, y una oferta cada vez más limitada.

14 millones de jóvenes, sin casa

Durante el boom inmobiliario se construían más de 600.000 viviendas al año; en 2025, apenas se levantan unas 90.000.

El resultado es una brecha que no deja de crecer. Un escenario económico, pero también generacional. Quienes tienen una vivienda, mayoritariamente mayores de 65 años, ven cómo su patrimonio se revaloriza, mientras los jóvenes se empobrecen.

Hoy, 14 millones de jóvenes no pueden acceder a una casa y solo el 15% logra emanciparse. En medio de esta realidad está Alejandro, de 22 años, que aún vive con sus padres.

"Tengo la suerte de estar muy a gusto en casa de mis padres, pero cada vez veo más lejano irme a vivir solo, y es un poco desesperanzados", cuenta ante las cámaras de Informativos Telecinco.

Los datos lo confirman. Según el centro de investigación Civitas, el 49% de los jóvenes de 23 años vive con sus padres, frente al 37% que lo hacía en 1998. Además, el 51% de los jóvenes españoles cree que su generación vive peor que la anterior.

En el pasado, se podían comprar una vivienda con sus ahorros y sin hipoteca antes de los 30. Hoy, incluso con un fuerte ahorro, la hipoteca es prácticamente inviable y se extiende durante décadas.

"Cuando llegue a los 26, veo imposible irme a vivir solo", reconoce Alejandro al programa.

No solo sufren los veinteañeros

La diferencia entre padres e hijos es una realidad, y se marca incluso en la edad de emancipación. Los jóvenes de hoy en día tardan hasta cinco años más en independizarse que sus progenitores.

Y no son solo los veinteañeros los que sufren. Cada vez más personas mayores de 40 años se ven obligadas a compartir piso por no poder pagar una vivienda propia.

Que se lo digan a Carmen, de 47 años, que vive con nueve estudiantes y paga 480 euros al mes por una habitación.

Según el Observatorio de Vivienda del Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana, la edad media de quienes comparten piso ha aumentado un 62,9% en apenas cinco años, y ya uno de cada cinco supera los 40.

Historias como las de Alejandro o Carmen se repiten en toda España. Vivir con los padres o compartir piso pasados los 30 ya no es una excepción.

Ahora, se ha convertido en la consecuencia de un mercado donde acceder a una vivienda digna es uno de los mayores retos sociales de la actualidad.