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Las claves

En España, los casos de impagos de alquiler no dejan de crecer. Según el Consejo General del Poder Judicial, los juicios por desahucios por impago de rentas aumentaron un 5% en el último año.

Detrás de cada cifra hay historias como la de José, un hombre de 84 años que hoy por hoy no puede vivir en la casa que heredó de sus padres por culpa de una inquilina morosa.

José había puesto su vivienda en alquiler con la esperanza de complementar su pensión. Pero lo que parecía una ayuda para su jubilación se ha convertido en una auténtica pesadilla.

Cinco años sin pagar el alquiler

Cinco años y una deuda de 20.000 euros fue el resultado que José rescató de esa vivienda. Durante ese tiempo, la arrendataria fue acumulando impagos y excusas.

Según relata Débora, la hija del hombre, la inquilina tenía cuatro hijos, por lo que José intentó ayudarle: "Durante la pandemia, como buenas personas que somos y que ella decía que tenía problemas económicos, le dijimos que pagara cuando pudiera. Al final no. Esto no es para enriquecer a nadie, es para que una persona pueda vivir".

La inquilina solo pagó el primer año, en 2018. Después, los impagos se volvieron constantes hasta que, finalmente, dejó de abonar.

"Es en 2023 cuando fallece mi madre y descubrimos que solo había pagado 2018. Le reclamábamos de forma amistosa, pero siempre decía que eran problemas del banco", recuerda Débora.

El 17 de abril de este 2025, José y su hija por fin pudieron recuperar la vivienda. Pero lo que encontraron dentro fue desgarrador: destrozos, malos olores y un largo historial de irregularidades.

José, con sus propias manos, ha empezado a reparar poco a poco los desperfectos. "Y gracias que se fueron he podido arreglarla un poco... El problema es que al no tener luz, pues no puedo venirme de hecho a vivir aquí y estoy, pues eso, en casa de mi hija, aguantando", explica.

La situación se complica porque la antigua inquilina dejó un enganche ilegal a la electricidad. Hasta que la compañía no dé de baja ese contrato, José no puede tener suministro.

José junto a su hija Débora siendo entrevistados. 'TVE'.

"Seguimos sin luz y casi sin esperanza porque vamos a una oficina, nos dicen una cosa, en otra, otra excusa, y aquí estamos, esperamos a ver si alguien se anima, nos enchufa y nos da una solución", lamenta el hombre.

La vivienda sigue a oscuras: sin luz, nevera, calentador, aire acondicionado ni alarma. "Tuve que abrir la ventana y subir la persiana para que me entrara luz de la calle porque dentro no puedo encender nada", comenta José.

A todo esto se suman los costes judiciales y gastos de abogados, los cuales elevan la deuda total hasta unos 40.000 euros.

Además, tras recuperar el piso, descubrieron que había siete personas empadronadas allí de forma irregular.

Hoy José continúa en casa de su hija, mientras espera poder regresar algún día a su hogar de toda la vida.