Sin duda, uno de los crímenes que más ha impactado en la sociedad. El primer gran reality show de la televisión en nuestro país. Reúne todos los ingredientes mórbidos: violación, tortura, asesinato, descuartizamiento... El de Alcàsser (1992) es un caso muy grave, con abundante polémica, que ha dejado demasiadas dudas.

El paso del tiempo, en vez de contribuir a aclararlas, ha disparado toda una serie de graves rumores al respecto. Se han difundido nombres de gente importante. Han transcurrido 24 años y el misterio continúa.    

ASESINATO Y HUÍDA

Míriam García, Desireé Hernández, ambas de 14 años, y Toñi Gómez, de 15, desaparecieron el 13 de noviembre de 1992. Habían marchado desde Alcàsser, localidad valenciana en la que residían, a una discoteca de la vecina población de Picassent, en la que se iba a celebrar una fiesta de su colegio.

Al principio se pensó que hubieran decidido escapar. El tiempo comenzó a transcurrir sin que hubiera noticia alguna, pese a la intensa búsqueda que se desarrolló con la colaboración de los medios de comunicación.

Dos meses y medio después sus cuerpos fueron descubiertos por un par de apicultores. Estaban enterrados en una fosa excavada en un paraje del municipio de Tous. Asomaba un brazo con un reloj un tanto voluminoso, por lo que inicialmente pensaron que se trataba de un hombre.

Al excavar se descubrieron otros dos cadáveres, todos en avanzado estado de descomposición. Estaban envueltos en una gran alfombra en el interior de una fosa de grandes dimensiones cavada ex profeso. Maniatados y apilados uno encima de otro. Dos tenían la cabeza separada del tronco.

Eran las chicas desaparecidas. Tras el reconocimiento forense, quedó confirmado que habían sido violadas repetidas veces, sometidas a los más horribles suplicios y, finalmente, asesinadas.          

Un volante de la Seguridad Social hecho trizas, hallado junto a los occisos, condujo a la Guardia Civil hasta la casa de la familia Anglés, en el pueblo de Catarroja. El documento pertenecía a uno de los hijos, Enrique. Mientras, su hermano Antonio, que había utilizado la identidad de aquél para acudir a la Seguridad Social, aprovechó para huir.

Fue detenido Miguel Ricart, el Rubio. Acusó a su compañero Antonio de ser el supuesto instigador y protagonista más activo del cruel asalto. Enrique, ajeno al entramado, era puesto en libertad.

Miguel Ricart fue condenado a 170 años de prisión pero solo cumplió 21.

Comenzaba una historia rocambolesca con un fuga auténticamente de película, nada creíble. Antonio se había escapado ante las mismas narices de los agentes de la Benemérita. Después: secuestro de un agricultor, robo de un vehículo, salto a Lisboa, polizón en el City of Plymouth y llegada a nado a Dublín.

Se cree que alguien se hizo pasar por él dejando un rastro muy marcado. Acudió a una peluquería para teñirse el pelo. Después, vestido con mono de mecánico y gorra de béisbol calada hasta las orejas, robó una furgoneta: "¡Alto! Arriba las manos, que soy Antonio Anglés". Incluso estuvo echando gasolina en un surtidor manifestando que era... Anglés. Pasó la noche en un chalet en el que se olvidó fotos suyas, pañuelos manchados de sangre, etc. Un itinerario hasta la capital portuguesa dejando toda clase de pistas. Muy poco creíble.

Su búsqueda –denominada Operación Deseada, en recuerdo de una de las víctimas– se ha desarrollado en varios continentes. Todas las pistas han sido rastreadas e investigadas sin éxito alguno. No existe prueba alguna de que llegó a Irlanda, como se afirmó en un principio, ni tampoco de su presencia en otros países de América donde se asegura haberlo visto. Su nombre figura en el código rojo de Interpol como uno de los asesinos a capturar de modo prioritario.

Ficha de la Interpol de Antonio Anglés.

UN MONTAJE EN TODA REGLA

Muchos no creen la versión oficial. Las pruebas post morten han creado demasiadas dudas al respecto. Los cadáveres fueron trasladados del lugar donde inicialmente fueron escondidos. El ADN mitocondrial y los análisis realizados en base a los pelos –había cinco canas en dos de los cuerpos– y vellos hallados por el catedrático Luis Frontela y su equipo, demostraron que las niñas fueron violadas por, al menos, siete personas distintas de los dos acusados, Anglés y Ricart.

Sobre que un volante de la Seguridad Social fuera la pista que dejaron, muchos ponen en duda el “olvido” de tal documento. Demasiado fácil para los investigadores e incomprensible para unos profesionales del robo.   

Desde el principio hubo demasiadas irregularidades en el hallazgo, autopsia y diligencias posteriores. Algunos afirman que las vieron montarse en un coche diferente al de Anglés. Incluso hay quienes aseguran que los asesinos materiales fueron tres: dos principales y un tercero que se unió en Catadau.

Todo apunta a un posible montaje para desviar la atención hacia ese supuesto fugitivo. Puede que Anglés no llegara a salir nunca de Valencia porque una bala, disparada con la misma pistola que mató a las niñas, le tapó la boca para siempre. Es como si una mano negra trazara una línea imaginaria en el sumario señalando el trayecto de su falsa huida.

"Siempre he dicho que Anglés está muerto. Desde luego, de Antonio no quedan ni los huesos", reconocía Ricart desde la cárcel en una de sus cartas, con fecha 2 de mayo de 1999. La mecha estaba prendida.  

El conocido periodista y criminólogo Paco Pérez Abellán, que siguió el juicio y las investigaciones posteriores, publicó el libro Alcàsser, punto final y se ha vuelto a referir al tema en el primer volumen de Crimen y criminales, donde deja claro lo que piensa al respecto.

"Pudieron ser víctimas de “ojeadores” de niños desprevenidos detectados con cierta frecuencia en el levante español, que se dedican a captar adolescentes con los que se organizan fiestas interminables que, como la de Alcàsser, puede salir mal. Hay otros casos de desaparecidos y organizaciones que afortunadamente fueron descubiertas. Lo de las tres niñas pudo ser un encargo de forasteros poderosos". En cuanto al missing, lo tiene claro: "Antonio Anglés es el eslabón perdido que recibía los encargos y cobraba los servicios. El único de la banda que tenía las claves y contactos para revelar el misterio, cosa que probablemente le costó la vida al poco de cerrar la fosa de la Romana con las pequeñas dentro".  

Para embarullar más el asunto y complicarlo todo, el controvertido abogado y delincuente José Emilio Rodríguez Menéndez, conocido en el ambiente judicial primero como el Turbio y desde hace bastante tiempo como Emilione, intentó una extraña maniobra. Tras adquirir la cabecera del desaparecido diario Ya, a fin de utilizarlo para espurios intereses, presentó en portada a Antonio Anglés en Argentina. Se le veía tomando un refresco en una terraza. "Fui yo" y "no son capaces de encontrarme" eran los titulares a toda página de sendos reportajes realizados por el propio letrado. Incluso la huella que dejó en el vaso correspondía al famoso fugitivo.

El engaño se aclaró rápido. Se trataba de un modelo argentino, de bastante parecido físico con el desaparecido, contratado a tal fin. La muestra dactilar había sido obtenida del fichero de Interpol y pegado el cambiazo para que todos creyeran que seguía vivo.

¿Qué pretendía con este montaje? La excusa del advenedizo editor de incrementar la venta de ejemplares no es consistente. Sí, en cambio, su vinculación a ciertos nombres relacionados supuestamente con la trágica historia de Alcàsser. Había que echar tierra encima, como antes hicieron con las tres pobres chicas, para tratar de taparlo todo del modo que fuera.  

Miguel Ricart fue condenado a 170 años por tres asesinatos y cuatro delitos continuados de violación. A finales de noviembre de 2013 recuperaba la libertad al aplicársele la muy criticada 'doctrina Parot', a pesar de la oposición de diversas organizaciones como la Asociación Clara Campoamor.  

Miguel Ricart en libertad en 2013.

Tras abandonar el centro penitenciario de Herrera de La Mancha (Ciudad Real) subió en Manzanares a un tren con destino a Jaén. En el mismo vagón iban varios periodistas y un par de policías de paisano. En pleno trayecto decidió apearse en Linares, donde oculto bajo un pasamontañas efectuó sus primeras declaraciones: "Mantengo lo que dije en su día. Soy una puta cabeza de turco. Tengo que demostrar que yo no fui. Lo que hicieron con esas chicas no tiene perdón de Dios".

Dos reporteras de una productora lo trasladaron a un hotel de Madrid, donde debería permanecer hasta el momento de acudir al plató de una televisión. Entrevista en exclusiva con contrato de por medio. A causa del revuelo mediático creado dicho canal decidió echarse para atrás.

El exrecluso abandonó silenciosamente la capital de España. Pasó por un par de ciudades antes de cruzar la frontera a Francia, aunque se cree que regresó al poco y permanece en el anonimato desde entonces. Cumplió tan sólo 21 años de condena.

CONDENAS JUDICIALES

Lógicamente la rumorología se ha ido extendiendo con el paso del tiempo como una lengua de fuego. Que si ambos jóvenes eran unos simples delincuentes que hacían el trabajo de captar muchachas para terceros; que al poco a Anglés lo enterraron tras un ajuste de cuentas de la banda; que la fuga fue fingida, preparada por gente con poder suficiente para suplantarle y montar cebos que confundieran a todos; la omertá impuesta a su madre –en 2003 solicitó que fuera declarado oficialmente muerto– y a la familia a cambio del extraño patrimonio que han conseguido.

Incluso, que se realizaron grabaciones, en sesiones de snuff movie, mientras las torturaban. Y un largo etcétera de dispares conjeturas sobre una oscura y cada vez más enmarañada trama.

La más grave, la acusación directa de que nombres de gran relevancia, algunos relacionados con la política, estuvieron implicados, dentro de su práctica habitual de “juegos” de sexo, sado y sangre; al menos en plan voyeurs. Varias webs, dedicadas a dar pábulo a tales teorías, mostraban las fotografías de los occisos ante la indignación de los familiares. Un mar de confusionismo.

Así, cuatro meses después del sangriento suceso un empresario hizo unas declaraciones a la revista Panorama sobre los supuestos responsables del secuestro, violación y muerte de varias jóvenes, entre las que podrían estar las de Alcàsser. Se trataba del 'clan de la Moraleja'. La información se la habría proporcionado un comisario cuando ambos eran socios. La mayoría de los que divulgaron los nombres del supuesto clan de criminales fueron condenados por calumnias en 2001.

Pese al tiempo transcurrido la impresión que ha quedado para muchos es que "no se ha hecho justicia con las niñas de Alcàsser, al igual que con otros tantos casos recientes", es la perenne indignación de la Asociación de Víctimas de Delitos Violentos.

Sobre Fernando García, padre de una de las niñas, y Juan Ignacio Blanco, antiguo periodista de El Caso, pesan varias condenas por las afirmaciones que vertieron en Esta noche cruzamos el Mississipi, presentado por Pepe Navarro en Telecinco. Habían protagonizado un juicio televisivo paralelo al que se estaba celebrando en la Audiencia de Valencia, acusando a cuatro nombres muy conocidos de estar relacionados con una red pedófila. Incluso, en un programa de la COPE, que dirigía Antonio Herrero, los implicaron en la desaparición de "casi 150 niñas (…) que han podido sufrir el mismo final que Toñi, Miriam y Desirée". Posteriormente ambos se retractaron y pidieron disculpas.

Blanco escribió un grueso volumen titulado ¿Qué pasó en Alcàsser?, donde vertía toda la serie de acusaciones difundidas a través de la pequeña pantalla, y que fue retirado de las librerías por orden judicial. La productora Cedipe (Compañía Europea Para el Éxito, S.L.), de Navarro, y Telecinco tuvieron que indemnizar con cantidades millonarias a los afectados por las calumnias vertidas.

Las últimas sentencias falladas contra García y Blanco les supusieron varias condenas de cárcel y multas por las declaraciones vertidas en Canal 9, al constituir un delito continuado de injurias graves con publicidad. El ente autonómico Radio Televisión Valenciana fue sancionado como responsable civil subsidiario con respecto a todas y cada una de dichas indemnizaciones.

Otra cadena que también dedicó abundante espacio fue Antena 3. Un dispositivo de cien profesionales se desplazó hasta Alcàsser para emitir en directo el velatorio. Improvisaron un plató en la plaza del pueblo que rezumaba morbo por todo lo alto, convirtiendo la tragedia y pena en un espectáculo público.

Fue el primer reality show emitido en nuestro país. Aquello marcó un antes y un después. Para muchos, el inicio de la telebasura. Auténtica trash tv en pos del incremento de audiencia.

El pantalón de una de las víctimas.

TODO TIPO DE DELITOS

Lo cierto es que la zona donde ocurrió el suceso está enclavada en una parte del litoral mediterráneo donde se han producido numerosas desapariciones de niñas, sobre todo en aquella época. Se comenta que sectas y grupos de depravados montaban orgías con menores. Gente que acudía ex profeso desde otras regiones de nuestra geografía. Las víctimas eran captadas por gente a su servicio: proxenetas o simplemente delincuentes del tres al cuarto como Anglés y Ricart.      

Se comenta por la zona que atraían a chicas con la excusa de que les iban a presentar a importantes personas venidas de fuera relacionadas con el mundo de la televisión, música, cine... Del espectáculo en general. Y que podían tener la oportunidad de convertirlas en famosas.

Una vez en el lugar de la reunión les hacían ingerir alcohol en abundancia, drogas y demás como preparativo para los abusos sexuales. Auténticas reuniones orgiásticas.

Como trasfondo un mundillo de matones y chantajistas que consiguieron fuertes sumas de dinero a cambio de su silencio. Todo muy sucio y oscuro.

En torno a ello se ha vertido tinta en demasía: rumores, ataques, acusaciones, calumnias... También dudas, muchas dudas. Un auténtico escándalo mediático. Y, sobre todo, una gran incógnita que, quizá, no se desvelará nunca.

Mientras, el transcurso del tiempo hace que cada vez se creen nuevas teorías, algunas disparatadas. Incluso hay personas que han convertido dicho caso en la esencia de su vida. Al igual que, sobre todo en Inglaterra, hay seguidores de Jack el Destripador que se dedican de lleno a investigar la personalidad del serial killer más famoso del mundo –se autodenominan ripperólogos–, en nuestro país están los alcaserólogos. Algunos interesados en conocer la verdad, por sentido de justicia o por distracción, y otros por alcanzar cierta notoriedad en el mundillo de la crónica negra y del misterio.

Un caso que prosigue abierto. Poco o nada se confía en que alguna vez se haga la luz sobre el mismo. Una herida que permanece abierta.

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