El 9 de septiembre Josling Montilva, concejal de Vox en Viladecans (Barcelona), publicó un vídeo en su cuenta de Instagram en el que celebraba la llegada del nuevo curso escolar. En él promovía la necesidad de una educación que fomentase "la cultura del esfuerzo" y acusaba a muchas escuelas de estar convirtiéndose en espacios "para adoctrinar" a los niños.
Lo que no imaginó la venezolana es que la atención de sus seguidores no estaría tanto en la retórica política sino en el escenario que lucía tras ella: un escaparate de banderas, lemas trumpistas y pósteres de Santiago Abascal. Sobre ellos, una estantería. En ella, un libro sobre la Agenda España, un ejemplar de Las 48 leyes del poder de Robert Greene y otro de la La caída de los gigantes de Ken Follet.
Hasta ahí, nada fuera de lo común más allá de la propaganda ideológica habitual. Sin embargo, entre estos dos últimos textos había un manifiesto que llamaba especialmente la atención. Se trataba de la declaración de intenciones que Adolf Hitler escribió durante su estancia en la cárcel tras su intento de golpe de Estado. Sí, el mismísimo Mein Kampf, o Mi Lucha.
Josling Montilva sostiene una bandera de España.
La polémica no tardó en estallar, y lo hizo en el peor momento posible para la formación ultra. Apenas unos días antes, el partido tuvo que destituir a Marcos Francoy, asesor en las Cortes de Aragón, tras revelarse que había publicado contenido racista y fascista en redes sociales. Francoy hasta sugirió que se podría echar "fuera" de España a Cayetana Álvarez de Toledo por ser argentina.
Si bien Josling Montilvo no hizo jamás declaración alguna en esa línea, sí ha sorprendido su peculiar elección escenográfica. Más tratándose de una funcionaria pública de un ayuntamiento europeo. Días después, el 27 de septiembre, dijo haber sido agredida durante una manifestación contra la Zona de Bajas Emisiones en Gavá. Según señaló, le lanzaron una botella de vidrio desde un balcón.
Achacó el acto a grupos de extrema izquierda, pero es difícil saber si realmente fueron ellos, ya que Montilva está siendo víctima, según ella misma explica, de una cacería. Por ambos flancos. Tanto por los medios que tacha de "comunistas" como por, paradójicamente, un sector xenófobo y abiertamente racista afín al ideario nacionalista e identitario que emana de Vox.
El caso de Montilva revela una contradicción que se repite en la ultraderecha europea: la tensión entre el discurso nacionalista excluyente y la realidad de una militante extranjera que defiende ese mismo ideario. Ella misma se ha convertido en blanco de insultos desde ambos frentes.
"Otra pancha enchufada en la política por acostarse con alguien que tiene contactos. Ahora los usan para ganarse el voto de los otros panchos nacionalizados. Asco total de la política en España. Traidores a la patria. Vendéis a vuestra madre por cuatro votos", reza un tuit de un perfil de extrema derecha.
"Vete a arreglar Venezuela y déjanos tranquilos. No eres de los nuestros, y a Venezuela la mataron los venezolanos, no el socialismo. Además, un español no se llama Josling, qué cojones, veo más noble llamarte Giulia o Jeanne", añade otro. Poco importa que ella sea de los suyos.
La concejal venezolana no se ha amilanado ante la tormenta que arrecia: "Recibo insultos, racismo y xenofobia [...] sólo por ser concejal venezolana de Vox en Cataluña. Pero no me van a callar ni a intimidar. Orgullosa venezolana-española. Lucho por la justicia y la libertad".
Una historia en tres países
Josling Efigenia Montilva Peralta, de 42 años, nació en Venezuela. Su biografía es propia de alguien que ha vivido una vida transcontinental: se formó entre el Colegio Alemán de Maracaibo, en el Colegio Santa Rosa de Lima y en el Clear Brook High School de Houston, Texas, según señala en su LinkedIn. "Fui criada en los Estados Unidos, donde aprendí a escribir y a leer en inglés", confesó en sus redes sociales.
De su defensa del american way of life le viene que sea una acérrima defensora de Donald Trump. Hasta ha participado en homenajes en memoria de Charlie Kirk tras su asesinato. Es allí, en el país de las oportunidades, donde reside su hijo mayor, ranger de la U. S. Army. Su otro vástago, menor de edad, vive con ella en Barcelona y padece de autismo.
De ahí que Montilva apele en muchos de los plenos de Viladecans a la necesidad de visibilizar y ayudar a los niños con autismo.
De hecho, propuso hasta una moción para hacer una ciudad amigable con el autismo. Pero fue rechazada por la izquierda: "Los políticos tenemos que servir para mejorar la vida de nuestros ciudadanos [...] sobre todo el PSC y Comunes, que son los que están gobernando en Viladecans. Tantos años en el poder, sin escuchar ni servir, sólo imponer y llevar a cabo lo que les genere subvenciones de los que no saben ubicarnos en un mapa".
Tras su retorno de Estados Unidos a Venezuela comenzó a militar en grupos opositores, como el movimiento de resistencia civil Rumbo Libertad. En 2014, el país ardía. Miles de personas salieron a las calles de Caracas para protestar contra el gobierno de Nicolás Maduro. La delincuencia, la inflación galopante y la escasez de productos básicos habían desatado una ola de indignación.
"He estado en la calle, sobre todo en el 2014. Fue una etapa que no voy a olvidar", relató años después en sucesivas entrevistas. En 2016, tras un exilio que tacha de "forzoso", Montilva llegó a España para asentarse definitivamente.
"Nadie que tiene amor a su patria quiere salir de su país natal, pero se dieron las circunstancias". Estas eran claras: "Puedes sufrir las consecuencias de lo que es que te desaparezcan, seas torturado, encarcelado o simplemente te quiten la vida".
Ya nacionalizada española, trabajó como gerente de cuentas hasta que, en abril de 2022, fue nombrada Directora de Compromiso en Español de GETTR, la plataforma de redes sociales alternativa creada por Jason Miller, asesor de Donald Trump.
El salto a VOX
Desde GETTR, Montilva estableció contacto con Vox. "Queríamos traer a los representantes de Vox porque sabíamos que aquí en España se les estaba silenciando". El vínculo se consolidó en 2023, cuando Marina Ferrer, candidata de VOX a la alcaldía de Viladecans, la contactó para unirse a su lista electoral.
El 28 de mayo de 2023, Vox logró un resultado histórico en Viladecans: tres concejales y el 9,80% de los votos (2.500 sufragios), entrando por primera vez en el consistorio. Montilva figuraba como número dos en las listas municipales de la formación de los de Abascal.
En febrero de 2024, la venezolana presentó la moción para convertir Viladecans en "ciudad amigable con el autismo", rechazada por la mayoría de izquierdas. También ha denunciado casos de okupación, se ha opuesto frontalmente a las ZBE y ha participado activamente en actos del partido por toda Cataluña.
Su discurso mezcla hispanismo tradicionalista, anticomunismo visceral y una crítica feroz no sólo al chavismo, sino también a ciertos sectores de la oposición venezolana demasiado laxos con su lucha contra Maduro. Por eso sorprende la oleada de ataques racistas que ha recibido recientemente.
Su presencia activa en redes sociales –más de 4.100 seguidores en Instagram, cuentas en X, TikTok y YouTube– y su papel en GETTR la han convertido en una figura relevante para la expansión del mensaje de Vox en el mundo hispanoamericano, especialmente entre comunidades de exiliados que comparten su rechazo a los regímenes de izquierda en América Latina.
En un contexto de radicalización creciente, Josling Montilva es tanto síntoma como símbolo: una exiliada que adopta las banderas del partido más hostil con los inmigrantes, y que ahora sufre el fuego cruzado de esos mismos extremos que pretendía defender.
