“Llevaba años comentándole a mi médico que estaba más cansada de lo normal, que mis uñas nacen agrietadas, que resultaba algo doloroso, además de muy antiestético. No me hacía caso, decía que sería falta de alguna vitamina pero que mis análisis estaban bien. Una nutricionista sí me escuchó y comprobó que mi vitamina D estaba baja. Lo comenté con mi médico de Atención Primaria que consideró que mis niveles eran correctos y con el especialista de Digestivo que los calificó de insuficientes y me recetó vitamina D. En dos meses mis uñas tienen otro aspecto y tengo menos cansancio y más capacidad de concentración”. Así explica Julia Sanromán, de 54 años, su experiencia desde que toma comprimidos de vitamina D.

Es un caso que expone como hay diferentes criterios en la comunidad médica y que el consenso suele quedarse “en el nivel 4, en el más inferior –explica el doctor José Luis Neyro, ginecólogo y especialista en osteoporosis–. Solo se diagnostica aquello en lo que uno piensa. Yo, como médico que resido en Bilbao, una zona en la que no hay paludismo, por mucho que venga un paciente con todos los síntomas, si yo no decido buscar esa enfermedad tropical, no la voy a encontrar. Con la vitamina D pasa lo mismo, si el médico no está al día y no se repasa la lección sobre esta hormona, puede que no la busque y, claro, no la encontrará”.

Este médico bilbaíno lleva décadas pregonando los beneficios de controlar y mantener niveles adecuados de esta hormona, y solicitando en su hospital pruebas constantemente para conocer los niveles de vitamina D de sus pacientes. No solo en mujeres postmenopáusicas o menores en crecimiento, también en personas jóvenes infértiles y embarazadas.

Advierte que hay otros grupos de riesgo a los que hay que vigilar los niveles: personas obesas o con sobrepeso, y aquellos a los que se les haya practicado cirugía bariátrica y les han recortado el intestino, porque eso altera la absorción de vitamina D y del calcio. Además, también se da en pacientes con enfermedades autoinmunes, con hígado graso y quienes estén polimedicados.

Por su parte, el doctor Kramer, médico especialista en medicina Familiar y Comunitaria en el Servicio de Urgencias del Hospital Reina Sofía de Murcia, apunta que las evidencias sobre los beneficios de elevar los niveles de vitamina D “albergan luces y sombras”. Lo mismo ocurre con las ventajas que aportaría dar de forma preventiva suplementación de esta vitamina a población sana. “A nivel individual los ensayos clínicos son escasos, muy heterogéneos y muchas veces contradictorios”, advierte.

Hospital Universitario Reina Sofía

Este especialista, que además está diplomado y graduado en Fisioterapia, reconoce que cada vez hay mayor tendencia a su análisis y estudio, no solo en el sector médico sino también en el mundo del deporte por sus implicaciones en la salud osteomuscular.

Discrepancias

Los estándares establecen que deben mantenerse unas concentraciones en sangre de 25OHD (hidroxicalecalciferol o hidroxivitamina D) de entre 30 y 70 nanogramos por mililitro (ng/ml). Por debajo de 20ng/ml se considera insuficiencia y si es menor a 10 ng/ml, deficiencia. “Sin embargo, hay estudios que establecen que para prevenir enfermedades del sistema inmunológico se tienen que situar por encima de 40 ng/ml y para protección frente a algunos cánceres más de 50ng/ml. La asistencia tiene que ser personalizada a cada paciente”, apunta el doctor Neyro.

La diversidad de criterio es debida, como aclara el doctor Kramer, a que “los puntos de corte no se han establecido mediante un proceso sistemático basado en la evidencia sino de estudios observacionales y no hay acuerdo entre los distintos organismos”.

La provitamina D tiene un papel relevante más allá de la salud de los huesos, y su función en la absorción de calcio. Tiene receptores en el hígado, riñón, cerebro… con funciones importantes en la contractibilidad de los músculos (cuando se acortan) y entre ellos el músculo cardiaco.

Una enfermera vacuna a una mujer en una residencia. EFE

También está demostrado que es relevante en la fertilidad, tanto para la aparato reproductivo, masculino y femenino, en el desarrollo esquelético del feto, en la placenta, en el buen funcionamiento del sistema inmunitario, en la prevención del cáncer de mama, próstata o de recto en la secreción de insulina y hasta en el riesgo de contraer la Covid-19 y en la gravedad con que afecte esta enfermedad.

“Estudios españoles han demostrado que pacientes ingresados con Covid que tiene buenos niveles de vitamina D entran menos en la UCI y tienen menos problemas respiratorios y un 60% menos de mortalidad”, añade José Luis Neyro en referencia a estudios realizado por el doctor Manolo Quesada en Córdoba.

Investigaciones realizadas en el Queensland Brain Institute, de la universidad australiana de Queensland indican que los bajos niveles de esta vitamina pueden desencadenar enfermedades mentales como depresión o esquizofrenia y que están relacionadas con el deterioro cognitivo y demencia. El estudio señalaba que un 70% de personas que padecen esquizofrenia tienen déficit de vitamina D.

Epidemia mundial silente

Un estudio de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición arroja cifras sorprendentes sobre los niveles de vitamina D en la población española: un 40% de menores de 65 años y un 80% de mayores de esa edad presentan déficit de esta vitamina. Desde esta organización médica incluso hablan de la hipovitaminosis D como “epidemia mundial”, tanto en personas sanas como en aquejadas de diversas enfermedades, que en ocasiones pasan años hasta que son tratados.

“Todo el mundo en algún momento de su vida va a tener que conocer y controlar sus niveles de vitamina D”, resume el doctor Neyro, un ferviente convencido de que hay que sensibilizar a la población para pidan a sus médicos que midan sus niveles en sangre, con un simple análisis.

Alimentos con altas dosis de Vitamina D

A la comunidad médica también le corresponde estar al día de los estudios científicos y evidencias que establecen niveles adecuados de esta vitamina. El día 30 de noviembre, el presidente de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao, el doctor y profesor Ricardo Franco Vicario. en la clausura de unas jornadas sobre osteoporosis y fragilidad en el paciente mayor, reconocía que no se le presta suficiente atención a la importancia de la vitamina D en la carrera de medicina.

Aportes insuficientes

La dieta y el sol son las fuentes para obtener y sintetizar esta sustancia, pero no son suficientes. Por un lado, la exposición solar, responsable de un 90% de aportar los niveles en el organismo de vitamina D, exigiría que se tomase el sol todos los días, sin protección, al mediodía y por encima del paralelo 37N (España se encuentra entre los paralelos 36 y 43N) que es donde los rayos inciden con mayor verticalidad. Algo que no se logra ni en climas cálidos como el nuestro que entre los meses de octubre a mayo no recibe los rayos en la incidencia adecuada para que ayude a sintetizar la vitamina.

Por este motivo, la toma suplementaria de vitamina D, de forma controlada e individualizada, parece necesaria siempre. Y no basta, advierten los especialistas, con tomarla un tiempo, para que se mantengan los niveles debe hacerse forma continuada. “Lo mismo que no se deja de prescribir antihipertensivos cuando baja la tensión”, precisa el ginecólogo bilbaíno. En sus más de 35 años como médico asegura que solo se ha encontrado con un caso de exceso de vitamina D “y fue en una paciente que confundió la pauta”.

En cuanto a la alimentación, se obtiene ingiriendo lácteos, los pescados grasos, como salmón, sardinas, jureles, caballa… aceite de hígado de bacalao, crustáceos y moluscos, la yema de huevo o los hongos. Sin embargo, se necesitarían gran cantidad de estos alimentos para satisfacer la demanda del organismo de vitamina D. “No hay forma de que con la dieta y con el sol, todas las persona alcancen los niveles óptimos. Se necesitaría tomar 7 litros y medio de leche o 22 yemas de huevo al día para lograr elevarlos. Es imposible”, advierte el ginecólogo y obstetra José Luis Neyro.

Algunos síntomas que pueden alertar de que se tienen los niveles bajos son cansancio, falta de energía, dolor generalizado y difuso en huesos óseos o articulaciones, presentar espasmos musculares, reducción de resistencia en el ejercicio, uñas frágiles, caída del cabello, pesimismo, nerviosismo, insomnio, cicatrización lenta y, en casos más agudos, fracturas de huesos en golpes de bajo impacto (producidos por caídas desde la propia altura). No obstante, no es aconsejable la toma de suplementos ni medicamentos que contengan vitamina D sin supervisión médica.

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