Llegó el verano. Y con él, Leticia Sabater (Barcelona, 1966) ha lanzado una nueva canción estival, La Bananakiki, en la que la artista se ha inspirado en la vacunación para frenar la Covid-19 con un estribillo con doble sentido: “¡Méteme la inyección!”. Ahora, la cantante recibe a EL ESPAÑOL en su casa de Villafranca del Castillo, una lujosa urbanización situada al noroeste de Madrid, en la que no se ha cortado ni un pelo y ha sido “libre”, como ella se autodefine. Sabater, pese a reconocerse “apolítica”, ha reconocido entre otras cosas, que es fan de Isabel Díaz Ayuso “porque lo ha hecho de 10” y que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le parece un auténtico “pibonazo”.

Es viernes por la tarde y el termómetro supera ampliamente los 30 grados cuando las puertas negras del hogar de Leticia Sabater se abren para este periódico. Al acceder, este diario observa el amplio jardín de 2.000 metros cuadrados con el césped perfectamente cortado y también, camino de la casa —de 400 metros cuadrados—, vislumbra una piscina junto a las hamacas donde la cantante cumple con uno de sus hobbies favoritos: “Tomar el sol”. Vive en ella desde hace 25 años y le encanta la soledad y la libertad con la que vive.

“Eso sí, me gustaría casarme, pero con quien lo haga deberá entender la manera de ser que tengo. Que no me pueden controlar y que seguiré haciendo lo que quiera”, explica Sabater sentada en una silla blanca de su jardín. Aun así, no esconde en absoluto su pasión por los hombres. De ahí que las letras de sus canciones, que escribe ella misma, suelan tener alto contenido sexual. Por ejemplo, un hit que se hizo viral en 2019 fue 18 centímetros, papi. No hay más que añadir.

Una tarde con Leticia Sabater

“Yo siempre digo que sin hombres no podría vivir. Para mí lo mejor que ha hecho la naturaleza y Dios en esta vida ha sido al hombre. Sé que todas las feministas se me van a echar encima, pero me da igual porque es lo que opino. Además, no soy feminista”, cuenta risueña Leticia Sabater, que aparte de su faceta artística también se ha especializado en hacer todo tipo de bolos: bodas, despedidas de soltero, fiestas, eventos. Así hasta completar unos 150 cada año.

—¿Por qué no es feminista?

—Me gusta que todos seamos iguales, por ejemplo, en los trabajos. Pero pienso que es imposible que el hombre y la mujer sean exactamente iguales porque, para empezar, el hombre tiene más fuerza que la mujer. Y, además, el hombre tiene una mente diferente a la de la mujer: la nuestra se organiza mejor y está centrada en las cosas importantes y en las menos importantes, mientras que la de los hombres es más práctica y sólo se centra en lo importante.

Las primeras pajas

“Además, a mí me encanta que los hombres me digan piropos y yo decírselos a ellos por mucho que también les pueda picar a las feministas”, añade Sabater. No en vano, Leticia explica que tiene una buena vida sexual y que, incluso, le gusta haberse convertido en una suerte de icono desde que debutara en televisión en 1986. “Estuve muchos años teniendo que guardar la imagen porque trabajaba en un programa de televisión infantil. Muchos años. Tenía que ser casi asexual, pero ahora que no tengo que guardar ninguna imagen para el público infantil soy feliz”, sentencia.

Y es que la vida de aquella veinteañera de los 80 a la Leticia Sabater de 2021 ha dado un vuelco. “Ahora mis conciertos y mis bolos están petados y me encanta el público que viene porque lo que más les gusta de mí es mi manera de ser. Tienen dos frases comunes: Los que han crecido conmigo, su frase favorita es 'me hice mi primera pajita contigo… bueno, y la segunda y la tercera...'. Y los más jóvenes me dicen 'me encantas porque haces lo que te sale del potorro'. Con perdón”, cuenta de manera divertida la cantante.

Una Leticia Sabater muy risueña en un momento de la entrevista. Quique Falcón EL ESPAÑOL

—Dice que hace muchos bolos y conciertos. ¿Aprovecha para ligar con sus fans?

—Sí, la verdad es que sí. Alguna vez ligué con alguno. Lo pasamos muy bien: nos enrollamos, nos divertimos, pero no fue a nada más porque era bastante más pequeño que yo. Era mayor de edad, pero mucho menor que yo, entonces no podíamos llegar a nada serio. Tenía 22 años... Escuchadme, no sólo a vosotros os gustan las jovencitas, sino a nosotras también los jovencitos.

Pero a Leticia Sabater le gustan también los no tan jovencitos. Ha sido el caso de Pedro Sánchez. “Para mí, es un auténtico pibonazo”, ríe. Por ello, sale en su último videoclip musical, La Bananakiki, que ya cuenta con más de 25.000 reproducciones en YouTube desde que se publicase hace una semana. En él, el presidente del Gobierno comparte elenco junto a Isabel Díaz Ayuso, Fernando Simón y Freddie Mercury. “Aunque soy apolítica, metí a estos personajes porque para mí son las tres personas más representativas de la pandemia en España. Es un homenaje hacia ellos; los tres me caen bien. Y a Freddie Mercury porque le admiraba porque hacía lo que salía de la punta del capullo”.

Una Leticia más personal

La anfitriona de la casa, Leticia Sabater, ofrece a los periodistas de este diario sendas Coca-Colas Zero Zero, que es su único vicio, antes de entrar en el blanco edificio. En su interior, la decoración es muy personal y excéntrica, al más puro estilo Sabater. Pero Leticia nos conduce directamente a una habitación en la que tiene recuerdos familiares y de su carrera. En ella, ha pasado por la televisión, el cine, el teatro y, ahora, los escenarios como cantante.

En una de las fotos, Leticia Sabater tiene 22 años. “Bendita edad, pero me da igual, aunque tenga 55 yo me siento como de 30. Además, mi sueño es seguir en los escenarios hasta morirme”, analiza la artista. En la estancia, además, hay fotos familiares. Aparecen sus padres, sus hermanas…. “Mi familia me quiere mucho, pero yo siempre he sido la rara. Mis padres no sabían qué hacer conmigo. Además, es una familia tradicional y yo no lo soy tanto, así que imagínate. Pero después de todo, al final están muy orgullosos de mí”.

Leticia Sabater (Barcelona, 1966) escucha las pregunta que le plantea EL ESPAÑOL. Quique Falcón EL ESPAÑOL

Junto a los retratos y galardones, Sabater también guarda el atrezo, los disfraces y los extravagantes complementos que usa en sus videoclips. “Me los compro en Estados Unidos, muchos en la fábrica donde los compra Lady Gaga”, explica mientras se pone un gorro de billetes de 100 dólares en los que Benjamin Franklin nos miran con seriedad. “Todo lo de mis videoclips lo pienso yo. A veces me ayuda mi director, Luis Blasco, que es un crack”, explica Sabater.

—¿Y no teme hacer el ridículo? Hay muchos 'haters' en redes sociales que se mofan de usted…

—Mira, en esta vida, el secreto del éxito no se conoce pero sí el del fracaso, que es intentar gustarle a todo el mundo. Entonces yo no hago el ridículo, sino que me centro en un público que le gusta lo que hago. Para mí lo más fácil sería ponerme en traje de noche y elegante y hacer un vídeo en cualquier local, pero sería un vídeo más de los 800 mil millones que hay porque no tiene nada de especial. Entonces, por eso me gusta que mis vídeos sean diferentes.

Y razón no le falta. Los vídeos de Leticia Sabater tienen su claro sello. En todos, eso sí, luce sus gafas de sol para ocultar el estrabismo que ha caracterizado a la artista desde siempre. “Pero que conste que ahora tengo los ojos perfectos”, dice durante la entrevista la cantante apartándose sus gafas. “Por fin he conseguido tener los ojos perfectos. Antes funcionaban como yo: con plena libertad y no se dejaban gobernar por mí. Ahora sí”, se ríe la artista.

Leticia Sabater abre su casa a este diario para hablar sobre su vida. Quique Falcón EL ESPAÑOL

—Y, Leticia, ¿qué es la 'Bananakiki'?

—Es una vacuna de la felicidad y el amor que me he inventado. Se compone de un buen plátano, que es muy bueno y sano para el paladar y una buena ración de sexo. Dicho de otra manera, un buen polvazo para el cuerpo. Y así se llega al amor y a la felicidad. Yo ya estoy vacunada.

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