Murcia

Montse no pega ojo desde que este jueves recibió una misiva que la puede llevar a la cola del paro: la Consellería de Políticas Inclusivas de la Comunidad Valenciana le comunicó un dictamen técnico-facultativo donde rebajan su grado de discapacidad del 36% al 17%. "Han emitido un dictamen sin evaluarme presencialmente, me dijeron que contactarían conmigo y con la excusa de la pandemia se han limitado a enviarme una carta", reflexiona indignada Montse, diagnosticada de síndrome de Asperger: un trastorno del desarrollo incluido dentro del espectro autista.

"Esto es un disparate: por mi discapacidad tengo trabajo en un Centro Especial de Empleo y tener una mejor situación socioeconómica, desde luego, no me cura el autismo". Sin embargo, en la Consellería de Igualdad y Políticas Inclusivas no opinan lo mismo porque le han rebajado diecinueve puntos su grado de discapacidad, de forma que desde este jueves incumple la tasa mínima que exige su contrato laboral como operaria de control de accesos del parking de un hospital.

"Mi grado de discapacidad tenía una validez de tres años y pasado ese tiempo me tenían que volver a evaluar". Así lo refleja la documentación que Montse aporta a EL ESPAÑOL. El 4 de septiembre de 2017, la Consellería de Igualdad y Políticas Inclusivas le otorgó un grado de discapacidad del 36% y le asignó una fecha de caducidad técnica. "Será revisado a partir del 29 de agosto de 2020", tal y como recoge la resolución de la mencionada Consellería que dirige Mónica Oltra.

La vicepresidenta y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas, Mónica Oltra. Generalitat Valencina

"Mi contrato acaba en noviembre y ahora está en riesgo porque trabajo en un Centro Especial de Empleo donde solo contratan a gente discapacitada, pero ya no tengo el grado de discapacidad exigido". Eso es lo que dice la carta de la Consellería, al fijar una tasa del 17%, pero la realidad para Montse es igual de dura que siempre porque sigue dependiendo de su medicación para no sufrir crisis. "Tomo orfidal, prozak, adofen y noctamid", enumera esta vecina de Valencia, de 35 años.

- Montse, cuando en 2017 solicitó que valorasen su grado de discapacidad, ¿lo hizo para acceder a algún tipo de pensión o prestación económica?

- No. Lo pedí exclusivamente porque lo necesitaba para trabajar. Las personas autistas tenemos bastantes problemas para acceder a un puesto de trabajo y mantenerlo. No es una discapacidad muy visible, sobre todo, si sabes hablar como yo. El empleo que más tiempo he mantenido es este de conserje del parking, en el resto, como mucho, he durado un año porque a pesar de que puedo sortear una entrevista de trabajo, en el día a día, me ven rara y antipática cuando eso es una malinterpretación porque es fruto de una incapacidad. Hasta ahora he sido camarera, dependienta, teleoperadora, limpiadora, trabajé en banca cuando empecé la Licenciatura de Economía...

Montse dejó de dar tumbos laborales, en marzo de 2018, cuando la contrataron de conserje a través de un Centro Especial de Empleo. Todo ello, gracias a que accedió a un trabajo adaptado por el grado de discapacidad del 36% que le otorgó la Consellería. Desde entonces había logrado algo desconocido para ella: la estabilidad laboral. "Es la primera vez en mi vida que sumo tres años en el mismo empleo".

- Usted ha tenido problemas de adaptación al mercado laboral por su patología. ¿Por qué motivo le valoraron su discapacidad siendo ya una adulta que superaba la treintena?

- De niña recuerdo estar siempre asustada, tenía problemas para comer, unas relaciones sociales espantosas..., pero cuando era pequeña no se sabía mucho sobre el síndrome de Asperger y me decían que era una quejica. El sistema no se dio cuenta de mi autismo. A los 20 años tuve una crisis muy gorda y empecé a sufrir alucinaciones auditivas en mi casa: creía que tenía un monstruo en el armario que me quería matar. Entonces empecé a ir a salud mental y pensaron que era epiléptica porque tenía muchos 'tics'. Mi diagnóstico del trastorno del espectro autista llegó hace cinco años y luego me valoraron el grado de discapacidad.

La versión de la Consellería

Ahora que esta mujer había encontrado respuestas para muchos de los problemas de su infancia y se había hecho hueco en el mundo laboral, se asoma al abismo del desempleo por la rebaremación a la baja de su caso que ha realizado el equipo técnico del Centro de Valoración y Orientación de la Discapacidad. 

Una fuente del área de Igualdad y Políticas Inclusivas explica a este diario que el motivo por el que se ha rebajado la tasa de discapacidad de Monserrat son las competencias que ha adquirido como conserje: "Hay circunstancias, como el trabajo, que hace que mejore el punto de habilidades sociales que ha desarrollado con su empleo". Es la pescadilla que se muerde la cola: la solución y el problema de esta mujer es su puesto de trabajo.

El dictamen notificado por carta a Montse la obliga a presentar un recurso en treinta días o su nuevo grado de discapacidad del 17% se reconocerá como permanente durante dos años: "Se han producido cambios en las circunstancias y sintomatología que dio lugar al reconocimiento del grado, conforme se pone de manifiesto en el dictamen técnico-facultativo, por lo que procede disminuir el grado de discapacidad que se otorgó con carácter temporal y sujeto a revisión".

Montse mostrando la misiva de la Consellería que le ha dejado al borde del paro. Cedida

Tal argumento le revuelve las tripas a esta valenciana: "Tiene tela el asunto, seis meses antes de la fecha de caducidad de mi discapacidad fui a que me rebaremasen y me dijeron que era pronto, después les envié mis informes y me dijeron que me llamarían y lo que hacen es mandarme una carta". Montse aporta la misiva a EL ESPAÑOL, fechada el 15 de marzo, y donde textualmente se expone que "en el momento del reconocimiento" esta treintañera presenta una serie de variables que conducen al equipo técnico a rebajar su discapacidad.

"El día en el que dicen que me reconocieron yo estaba hospitalizada porque me desmayé por la calle". De hecho, en la actualidad esta mujer se encuentra de baja laboral porque en enero sufrió un ataque de pánico en su puesto de trabajo.

"Volví a tener una crisis porque a causa de la pandemia estoy más estresada y tengo más carga de trabajo en el parking del hospital porque tengo que controlar taquillas, limpiar continuamente el suelo, las escaleras, los baños, las papeleras...". Después de ese ataque padeció dolores de espalda, vomitó sangre y se desmayó. Al final, los médicos lograron detectar la causa de todo: "Tengo una úlcera sangrante y me tuve que coger una baja". Ahora, a sus problemas de salud suma un futuro laboral incierto tras recibir el dictamen de la Consellería.

El informe de la empresa

Este diario preguntó al departamento de Igualdad y Políticas Inclusivas cómo es posible que el dictamen aludiese a un "reconocimiento", cuando Monserrat estaba hospitalizada y no fue entrevistada ni evaluada presencialmente por el equipo del Centro de Valoración y Orientación de la Discapacidad. Un portavoz explica que "es un formalismo" que se emplea a la hora de redactar la carta y detalla que la revisión del expediente de esta mujer se realizó en base a los informes médicos y técnicos de la empresa contratista y la Asociación Asperger de Valencia que ella misma aportó.

"Me han quitado diez puntos de factores sociales y les envíe informes que acreditan que mi situación es más acuciante", subraya enfadada Montse. Y no exagera, ya que el informe técnico de la empresa contratista advierte lo siguiente a la Consellería: "En el caso de que se produjese la pérdida de trabajo se produciría un agravio sustancial en su estado de salud, llegando a empeorar los brotes de migrañas y ansiedad que sufre. Esto podría conducir a Monserrat a una situación de emergencia y riesgo de exclusión, derivada de la pérdida de empleo y de las circunstancias familiares del momento".

Tales circunstancias a las que alude el documento elaborado por una trabajadora social son terribles: "Monserrat se encarga económicamente de su madre y su hermana, haciendo frente a dos hipotecas para evitar el desahucio de la casa materna, convirtiéndose en la principal cuidadora de la familia. La trabajadora manifiesta tener disputas con su madre por su alcoholismo. Incluso, a día de hoy, Monserrat que vive con su esposo, ha acogido a su hermana debido a que la madre la obligó a marcharse de casa".

- Montse, imagino que usted presentará un recurso administrativo a la resolución que rebaja su discapacidad y la aboca a la cola del paro...

- Claro que sí. Mi marido gana 1.300 euros como vigilante de seguridad nocturno y mi nónima es de 950 euros. Con eso pagamos mi casa y la hipoteca de mi madre porque es alcohólica y tuve que ponerla a mi nombre y al de mi hermana. El usofructo del piso lo tiene mi madre, así que no puedo venderlo. Si pierdo mi trabajo no puedo pagar la vivienda de mi madre y acabará en la calle. Además, mantengo a mi hermana en mi domicilio porque solo tiene trabajos esporádicos como limpiadora.

Para la Consellería no ha sido inconveniente a la hora de emitir su dictamen ni el delicado panorama familiar con el que lidia Montse, ni la advertencia expresa que hace el informe técnico de la mercantil que la contrató como conserje: "La pérdida del grado de discapacidad conllevaría la pérdida del puesto de trabajo en nuestra empresa, ya que al ser un Centro Especial de Empleo nuestra finalidad es insertar laboralmente a las personas con discapacidad". Y el autismo de 'quita y pon' que parece tener esta mujer a nivel administrativo no les sirve.

Desde la Consellería avanzan a EL ESPAÑOL que un técnico "contactará con la mujer y se va a revisar su situación con todas las garantías". De ello depende el futuro laboral y familiar de Montserrat. "Quería ser madre, pero creo que voy a aplazarlo porque no es el mejor momento".

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