Tras años de dudas en torno al proyecto, cargado de sobrecostes y con un retraso en la entrega del pedido que se va a alargar una década, Navantia, gracias a la serie de cuatro submarinos S-80 que construye para la Armada, ya compite de tú a tú en el exigente mercado internacional del diseño y la fabricación de sumergibles. Este fin de semana, EL ESPAÑOL destapó cómo se pone a punto la primera de las unidades a entregar. 

Sólo diez países en el mundo han conseguido entrar en el citado mercado. La mayoría tienen acceso a la energía nuclear. No es el caso de España, que actualmente aspira a adjudicarse un megacontrato de seis submarinos que India ha encargado para su fuerza naval.

En diferentes reuniones internacionales del sector celebradas en los últimos años se señaló que, en la próxima década, el mercado requerirá la fabricación de en torno a un centenar de sumergibles, con una inversión global de alrededor de 40.000 millones de euros.

“Con la serie S-80, España asume por primera vez el rol de autoridad técnica de diseño”, explica Germán Romero, director de ingeniería del astillero que Navantia, empresa de capital público español, tiene en Cartagena (Murcia).

“Asumimos la capacidad de diseñar y construir. Eso es algo que está al alcance de un número muy reducido de países”, añade Romero.

La lista es corta. En ella aparecen países con una dilatada historia militar. Son EEUU, China, Japón, Alemania, Reino Unido, Suecia, Rusia, Corea del Sur y Francia. A ellos se ha sumado España.

Son los únicos diez Estados que actualmente tienen un cuerpo de ingenieros navales capaces de diseñar submarinos y, a su vez, disponen de astilleros locales donde fabricarlos.

A ellos se sumaría Corea del Norte, aunque el oscurantismo de Pyongyang en cuanto a su industria militar hace imposible certificarlo. Fuentes del sector consultadas por EL ESPAÑOL dan por hecho que es así. También Irán tendría capacidad para ello, aunque se trataría de ejemplares que sólo sirven para autoabastecerse y con unas prestaciones reducidas.

Se desliga de Francia

Hasta 2004, España siempre fue de la mano de Francia a la hora de diseñar sus propios submarinos. Así nacieron los cuatro bastiscafos de la serie S-70. Los ingenieros franceses hicieron los planos. Luego, se ejecutaron en los astilleros españoles.

La Armada ya ha jubilado dos de ellos, el Mistral y el Siroco. Sólo el Tramontana se encuentra activo, mientras que el Galerna estará en taller, previsiblemente, hasta finales de año.

De esa sincronía con el país vecino surgió también la línea de los sumergibles Scorpène, de la que se han vendido dos unidades a la Armada de Chile, dos a la de Malasia y seis a la India.

La popa de cuatro de esos submarinos se fabricó en Cartagena. En el caso de uno de los submarinos chilenos (el Carrera) y uno de los malasios (el Tun Razak), se ensamblaron, pusieron a flote y entregaron en el astillero murciano de Navantia.

Pero, en 2004, los ingenieros navales de Navantia se desligaron de sus colegas galos. Defensa adjudicó a la empresa pública española el diseño y fabricación de los cuatro submarinos con los que la Armada iba a renovar su flotilla de sumergibles. El proyecto nació con un presupuesto de 2.150 millones. El primero de los batiscafos debió entregarse en 2012.

Finalmente, la Armada recibirá la primera unidad, el S-81, una década después, entre finales de 2022 y principios de 2023. Las siguientes tres entregas se harán de forma escalonada hasta 2028. La serie ha disparado la inversión hasta los 3.907 millones.

La Armada española recibirá el S-81 (en la imagen) entre finales de 2022 y principios de 2023. Javier Carbajal

El precio de cada uno de los ejemplares será de unos 976 millones de euros. En el mercado internacional hay submarinos a la venta por entre 400 y 600 millones. Fuentes oficiales de Navantia explican que en ese precio por unidad están incluidos los costes del proyecto, todo el paquete de ingeniería logística y los simuladores en tierra, además de otros costosos componentes técnicos del sumergible.

"El precio final de venta de unidades adicionales sería considerablemente inferior. Los programas de submarinos internacionales actualmente en concurso suponen un coste por unidad superior", añaden desde el astillero de Cartagena.

India y sus seis unidades

En Navantia se confía en que la serie S-80 permita a España acceder a un nicho de mercado hasta el momento inaccesible. A finales de 2019, esta empresa pública española ya se quedó fuera de la terna de países que competían por hacerse con el contrato de construcción de cuatro nuevos sumergibles para la Marina holandesa.

La principal objeción que se le puso a la serie S-80 para rechazarla era que el modelo todavía no se había probado -se encontraba en su fase de producción-.

Sin embargo, ante la inminente puesta a flote en puerto del S-81 y su posterior salida a mar abierto, en Navantia confían en que van a poder adjudicarse contratos de terceros países.

“El hecho de tener ultimado el primer submarino que entregaremos a la Armada española nos permitirá ganar en credibilidad en el mercado”, asegura Ignacio Núñez, jefe de la oficina de programas de Navantia en Cartagena.

El mercado internacional de submarinos se encuentra en un período de aletargamiento. Hay pocos pedidos en la actualidad. La pandemia tampoco ha ayudado a que se reactive el sector.

Sin embargo, se estima que para los próximos diez años se tendrán que fabricar en torno a 100 unidades de submarinos convencionales por unos 40.000 millones euros.

España quiere aprovechar esta coyuntura para ir ganando peso en el sector. En julio de 2019, Navantia presentó una oferta al concurso abierto por India para adquirir seis submarinos. Se trata de un proyecto por el que se compraría el diseño del S-80, pero la construcción se dejaría en manos de los astilleros locales.

Según distintos medios indios, se trata de una inversión que ronda entre los 6.300 y los 7.000 millones de euros. En la empresa española cruzan los dedos para llevarse la adjudicación y comenzar a rentabilizar el programa de los S-80. El diseño se encargará a una potencia extranjera. La fabricación, en cambio, se hará en astilleros indios. 

España ya pasó la primera criba que hizo India con los proyectos recibidos. Las condiciones de la siguiente fase se prevé que se den a conocer entre abril y mayo de este año. Ya sólo quedan cinco competidores, contando a Navantia: Francia, Alemania, Rusia, Corea del Sur y España.

“India tiene un proyecto muy ambicioso. A nuestro entender tenemos el producto más próximo, sin modificar o con pequeñas modificaciones, a lo que piden. Luego, seguro que hay que ponerle su firma o su sello con determinadas modificaciones, porque este negocio funciona así, pero pensamos que la serie del S-80 es la más cercana a lo que nos han explicado que quieren”.

Así es el S-81, el ansiado submarino que Navantia produce para la Armada. Javier Carbajal

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