Reaccionar. Cuando un restaurante participa en el programa de Alberto Chicote, Pesadilla en la Cocina de La Sexta, lo que busca es reaccionar. A lo largo de siete temporadas han sido decenas los bares que han participado. El ‘show’ televisivo muestra a camareros desatrosos, cocineros sucios y cocinas sin limpiar, servicios pésimos, broncas entre empleados, ratones muertos en electrodomésticos y negocios a las puertas del cierre. Son el inicio y el nudo del programa. El desenlace: una reforma que lo hará todo mucho más fácil y debería poner la primera piedra hacia el éxito. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce.

Cuentan las estadísticas extraoficiales (porque oficiales no se han recabado) que más de la mitad de los negocios que pasan por las manos de Chicote acaban cerrando. Siete de cada diez, estiman hosteleros que pasaron por el programa. No es extraño, normalmente estos lugares ya estaban a un paso de la bajada de persianas antes de que llegara el afamado chef. Y, claro, algunos no necesitan un consejo, sino un milagro para salir adelante.

Esto ha provocado que, casi desde los inicios del programa, muchos hosteleros hayan quedado descontentos. Incluso, hace años se formó una asociación de damnificados por Pesadilla en la Cocina. Se reunieron un total de 22 restaurantes, aunque sus luchas quedaron en agua de borrajas y no llegaron a ningún lado. Únicamente ejercieron lo que en Andalucía se conoce popularmente como ‘derecho al pataleo’. Es decir, se quejaron y su voz sonó en los medios de comunicación, pero nunca ejercieron medidas legales.

Sólo hubo un afectado que consiguió llevar ante los tribunales a Pesadilla en la Cocina. No obstante, Chicote y los suyos salieron bien parados de aquel suceso. EL ESPAÑOL habló con José Luis Sanz, propietario de La Mansión de Navalcarnero, que aún sigue enfadado con lo ocurrido. Expuso en conversación con este medio que las reforma no se realizó con materiales de calidad y que en el programa todo está manipulado.

No es el único que ha realizado estas manifestaciones públicamente. Otros protagonistas de Pesadilla en la Cocina lo han hecho. Normalmente, suelen coincidir los críticos con los miembros de aquellos bares que salieron peor parados tras la grabación y emisión del programa.

La asociación de fectados ya emitió un duro comunicado al respecto hace cuatro años, en 2017. Entre otras, se aseguraba que “el programa es un reality cuya única finalidad es captar audiencia. Las reformas son decoraciones acondicionadas como un plató de televisión que no cumplen con las normativas de licencia de actividad”.

La Mansión de Navalcarnero (Navalcarnero)

Este restaurante ya no existe, aunque sigue en pie la zona de hospedaje. EL ESPAÑOL habló la pasada semana, en el seno de otro reportaje, con el dueño José Luis Sanz. Fue el único que llegó a demandar a Chicote y su programa, aunque finalmente los tribunales no le dieron la razón. En conversación con este periódico, se mostró dolido por cómo se mostraba su negocio en el programa. Asegura Sanz que en el pueblo le han creado una fama irreal. Además, se mostró muy enfadado con el mote que le puso Chicote. "Esto es el picadero de Navalcarnero", sentenció el afamado chef.

El Castro de Lugo (Madrid)

El bar situado en el madrileño barrio de Tetuán cerró sus puertas a pesar de la reforma realizada por el programa. Fue uno de los programas más vistos, aunque el éxito no llegó a ser el mismo para el restaurante. Al poco de emitirse lo ocurrido en este restaurante, el sitio de comida gallega tuvo que cerrar sus puertas.

Da Vinci (Alicante)

Al dueño del restaurante Da Vinci se le veía encantado con Chicote al final del programa. Llegaba a afirmar incluso, que no sabía cómo anteriormente le había caído mal el cocinero. Sin embargo, las críticas llegaron cuando tuvo que cerrar su restaurante. Pudo ser una relación idílica, pero al final tuvo un final muy prematuro.

Mosto Tejero (Jerez de la Frontera)

La visita de Alberto Chicote a la campiña jerezana acabó en desastre. A punto de mostrar una pelea en directo, el Mosto Tejero andaba en la cuerda floja antes de la llegada del programa de La Sexta. Cuando 'Pesadilla en la cocina' aterrizó en la ciudad del vino no logró encauzar el mosto de 'Juanete'. Los camareros casi acaban a puñetazos y uno de ellos tuvo que ser frenado por Chicote. Al final, para nada. Todo fue emitido cuando la venta ya había echado el cierre.

Un momento de la pelea que se produjo en el Mosto Tejero.

La Habana (Gijón)

Era la triple 'b': bueno, bonito y barato. Sin embargo, todo el problema podía ser de coordinación. Y, al final, todo se fue al traste en esta sidrería en mayo del año pasado, según narraba La Nueva España.

El Rusiñol (Aranjuez)

Al final, acabó por cerrar. Chicote no pudo hacer nada para salvar un restaurante donde casi ni se podía comer. Llegó a decir incluso que el pescado tenía "menos chicha que la pata de una grulla". Eso sí, parece que los dueños de este restaurante acabaron por abrir nuevos negocios relacionados con la hostelería en Aranjuez. 

Irlanda (Ferrol)

Fue uno de los que más anunció las demandas contra Chicote, de los más activos en la asociación de afectados. Sin embargo, lo único que acabaron por hacer fue cerrar el local. Manoli, su propietaria, estuvo inmersa en distintas riñas, aunque todo quedó en agua de borrajas y acusaciones que nunca se demostraron.

El Rincón de Montse (Daganzo de Arriba – Madrid)

El Rincón de Montse acabó por cambiar su nombre al final del programa. Pasó a llamarse 'El Cucharón Daganzo'. Sin embargo, el restaurante acabó por cerrar en fechas posteriores a la emisión del programa. No pudo sobrevivir, a pesar de que Alberto Chicote realizó un profundo cambio en este lugar, que pasó a ser otro. 

Phoenix (Elche)

Poco podía hacer Chicote para salvar esta sandwichería. No tenían ni cocinero. Cuando llegó Pesadilla en la Cocina, el Phoenix ya estaba a punto de bajar la persiana. Fue poco después de la grabación cuando finalmente se concretó la crónica de una muerte anunciada. Los insultos y los golpes, como siempre, no acabaron por solucionar nada.

Baltias (Madrid)

Más que un disgusto, la grabación de Pesadilla en la Cocina en el Baltias de Madrid casi le cuesta un puñetazo a Chicote. Al cocinero no le sentaron demasiado bien las críticas del ínclito chef y a punto estuvieron de llegar a las manos. Chicote tocó demasiado al otro hombre, al que no le gustaban demasiado sus 'caricias'. Al final, el restaurante ubicado en Madrid acabó por cerrar.

La bronca entre Chicote y el camarero del Baltias.

Juan de Austria (Madrid)

Aquí no había nada bonito. Ni siquiera la decoración. Así que, al final, el resultado fue el esperado. No podía ser de otra forma. Se le puso encima todo el empeño del mundo, pero todo se fue al traste. En este asador, Chicote tuvo varias peleas con el dueño y la cocinera. Lo dicho: un desastre. 

La tarantella (Barcelona)

El restaurante italiano tuvo que cerrar. Era un intento a la desesperada y, al final, nada pudo hacer el equipo de Pesadilla en la Cocina por salvarles. Además, se trató de uno de los programas más emotivos vividos hasta el momento. La muerte de un familiar de uno de los protagonistas hizo ver la cruda realidad de los que participan: más allá de los fogones, son personas que diversos problemas y una mochila arrastrada. 

Cool Palace (Rivas-Vaciamadrid)

Chicote fue a ver a Farid y hacía tres días que había cerrado su restaurante. Le preguntó qué había pasado y el dueño de La Panmediterránea le contestaba que los primeros días sufrió un repunte. "Era asombroso", comentaba a las cámaras de La Sexta, que hicieron un programa temático de Pesadilla en la Cocina, basado en qué pasó con los restaurantes. Farid catalogó el cambio de "tremendo", pero a largo plazo la inversión de cientos de miles de euros lastró a su dueño. Tuvo que acabar cerrando.

La Cueva de Juan (Paiporta - Valencia)

El camarero y el dueño de La Cueva de Juan se pelearon y Alberto Chicote tuvo que interceder. Sin embargo, lo que se veía en aquel Pesadilla en la Cocina se correspondía con el pasado. Tanto que, cuando se emitió el programa, el bar ya estaba cerrado y tenía otros dueños. De esta forma, los nuevos propietarios de la otrora Taberna de Juan tuvieron que salir al paso: se desvincularon rápidamente, aunque el daño podía ya estar hecho. Ellos no sabían nada del programa.

La Cueva de Juan.

Taberna Lolailo (Valencia)

De entrada, el acento ya era andaluz. Sin embargo, se situaba en la capital del Turia. A pesar de todo, la reforma de Chicote en este bar no surtió el efecto deseado. El problema es que, a veces, aunque se hagan reformas, todo sigue igual: misma dirección es sinónimo de fracaso.

Hot Beach (Alicante)

Hot Beach cambió de nombre, pero ni aun así. Era un lugar donde se pudo ver, con la llegada de Chicote, que las cucarachas campaban a sus anchas. Además, nada se podía hacer para frenar aquella 'epidemia'. Los camareros bebían incluso durante las jornadas laborales. Todo era un descontrol. 

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