Hubo un tiempo en el que todos pensaron (y pensamos) que no habría nadie mejor para hacer frente a la Covid-19. "Es un gran profesional, tiene mucha experiencia y un gran conocimiento en crisis sanitarias", decían de él sus colegas médicos. "Es una figura contrastada, validada y que tiene el respaldo de la administración sanitaria y eso es lo necesario en las crisis", dijeron también los científicos. Todos, eso sí, antes de que la cara más negra de la pandemia llegase. 

Era él, Fernando Simón (57 años). El portavoz y director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES). El técnico del Ministerio de Sanidad, ascendido a dicho puesto durante el Gobierno de Mariano Rajoy, que había lidiado y estado al frente de casos tan mediáticos como la gripe A, el ébola, el zika o la listeriosis de hace dos veranos. No había duda. Si alguien tenía que ser la voz del virus en nuestro país, debía ser Simón. Y así fue.

Ahora, en cambio, cuando se cumple un año de la llegada del virus, cada vez son menos los que se acuerdan de él. Y cada vez más lo que critican su trabajo, desde todos los ámbitos. Quienes antaño le defendían a ultranza, ahora han dejado de hacerlo o simplemente de manifestarse. Esta semana, después de haber culpado a los ciudadanos por el rebrote tras la Navidad, todo ha terminado de cuajar. Sus palabras no han sentado bien, su popularidad está en la UCI y ahora es él el que protagoniza una singular caída a los infiernos. Y eso que hasta había sonado como posible ministro de Sanidad con la futura marcha de Salvador Illa

Durante los primeros meses de la pandemia, aún siendo los más letales, con su tono calmado y buen hacer informando sobre la situación de emergencia sanitaria, el médico zaragozano consiguió meterse en el bolsillo a la mayoría de la población. La sociedad se sentía confiada, no solo por lo que decía sino por su forma de decirlo. Aunque las críticas nunca cesaban, siempre era más fuerte el apoyo mediático del que este epidemiólogo gozaba. 

Grafiti dedicado a Fernando Simón.

Algo que muy pronto se dejó ver en la calle. Aparecieron murales, grafitis, e incluso se hicieron camisetas con el rostro del director del CCAES. También se vio reflejado en los datos. Y es que su popularidad como portavoz de la pandemia le hizo pasar del anonimato al foco mediático en cuestión de semanas, superando el millón y medio de búsquedas en Internet y convirtiéndose en uno de los nombres con mayor popularidad online, llegando a ser más famoso que el actor Brad Pitt, el tenista Rafa Nadal o a la mismísima Rosalía

Sin embargo, como ocurre siempre, ser la cara visible de un problema tan grave acaba desgastándote con el tiempo. Sobre todo, cuando la situación sanitaria no hecho sino empeorar, el hartazgo y la incertidumbre son cada día mayor en la población, y el trabajo de Simón, en los últimos meses, ha sido criticado hasta por sus más fieles compañeros, quienes han llegado incluso a pedir su dimisión "por su incapacidad manifiesta" y sus "discursos contradictorios".  

"No tiene autoridad"

Su último tropezón, sin ir más lejos, ha sido con la cepa británica del coronavirus. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias dijo el pasado lunes, en rueda de prensa, cuando Sanidad informó del peor fin de semana desde que empezó la pandemia (61.422 nuevos contagios) que la variante inglesa, en caso de tener algún impacto "sería marginal en nuestro país" y que el verdadero culpable del incremento de casos era el comportamiento que "los ciudadanos habían tenido en Navidad". Poco después, fueron sus propios colegas los que le desmintieron. Según ellos, la cepa británica puede aumentar hasta un 70 por ciento los contagios y en ningún caso, como había hecho Simón, había que restarle importancia. 

Tampoco es fácil olvidarse de sus declaraciones al comienzo de la pandemia. "España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado". O de cuando puso en duda el uso de las mascarillas o la transmisión del virus por aerosoles. "No tiene autoridad porque él mismo la ha ido perdiendo. Predice muy mal y es poco cuidadoso porque hace aseveraciones que en el ámbito científico se evitarían hacer", dijo el presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), Serafín Romero, en una entrevista reciente, sobre epidemiólogo zaragozano. La pregunta resulta obvia. ¿Es cierto? ¿Está Fernando Simón en el momento más bajo de su popularidad?

Cuando el estado de alarma continúa en muchos lugares después de 10 meses, también los confinamientos, las restricciones y una cifra de 200 muertos diarios de media en el país, resulta difícil que la población vuelva a centrar el elogio en quién cada día da estas noticias. Lo que ocurre, más bien, es todo lo contrario. Se convierte en el foco de las críticas. Y es que aunque siempre tuvo detractores, ahora son muchos más. 

Hinojos, en Huelva, es un ejemplo. Este municipio está en guerra desde que el alcalde del pueblo les comunicó en junio que quería poner el nombre de Fernando Simón a una de las plazas del pueblo. Ellos se negaron en rotundo. Y así siguen. "¿Quién es este señor? En el pueblo no ha hecho nada, aquí hay personas muchísimo más grandes que se merecen un nombramiento. No digo que no sea un experto, pero ha hecho su trabajo cobrando", cuenta una vecina de la localidad a este periódico. 

Frente a todas las críticas que recibió por la iniciativa, el primer edil, Miguel Ángel Curiel, se ha escudado diciendo que se trata de "un proyecto muy largo" y que en ningún caso la plaza será solo un reconocimiento al director de Emergencias Sanitarias, "sino a muchas personas del pueblo". A los hinojeros, aún así, sigue sin convencerle. ¿Lograrán ganar la contienda y que el nombre de Simón no forme parte del callejero municipal?

'El fusible'

Fernando Simón y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

El desgaste de Fernando Simón, no obstante, no solo obedece al enfado y al hartazgo de la población por la situación sanitaria, sino que va acompañada de una estrategia que, desde el principio de la pandemia, el Gobierno de Pedro Sánchez puso en funcionamiento. Lo que los que trabajan en comunicación de crisis denominan como "los fusibles". 

"Se trata de poner al líder, a la figura política, a salvo. No queremos manchar al presidente con toda la gestión y los posibles fallos y para eso están los que en comunicación de crisis se llaman los fusibles”, explica a EL ESPAÑOL el experto en comunicación política José Pedro Marfil.

¿Quiénes son los fusibles? Los cargos intermedios, técnicos, que se pueden fundir en caso de que todo se gestione mal y puedan ser sustituidos rápidamente por otra persona para salvar la situación. Como es, por ejemplo, el propio Simón. Y es que el cargo de portavoz y director que tiene el epidemiólogo, aunque sea funcionario del Ministerio de Sanidad, puede ser ocupado por otro técnico. 

"Fernando Simón era una persona que ya estaba en el Ministerio de Sanidad, tenía un perfil técnico. Y deciden otorgarle esa tarea con una doble función. Por un lado, para que de credibilidad y aporte un aspecto más profesional porque los políticos no tienen porque saberlo todo. Y por otro, para que una vez pasado ese periodo de tensión, el personaje político no haya sufrido tanto desgaste. Porque el técnico, al fin y al cabo, no ha tenido proyección política a través de un cargo político, es un funcionario del Ministerio y representa a la institución", señala Marfil. 

Es una táctica, en definitiva, con la que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, utiliza al médico zaragozano como muro de contención y que puede terminar, como está sucediendo, con la caída en picado de su popularidad e incluso de su reputación. 

Perfil político

Fernando Simón, en la portada de 'El País Semanal'.

Lo cierto, sin embargo, es que Fernando Simón no siempre ha mostrado un papel técnico, tal y como han criticado varios de sus colegas médicos, por ejemplo, con su última intervención sobre la cepa inglesa. Ocasiones en las que lejos de tener un perfil aséptico, como requiere su cargo, ha tomado un rol más político. Esta semana ha culpado a los ciudadanos en dos días distintos del incremento de contagios tras la Navidad. "Nos hemos relajado (...) El problema es nuestro comportamiento", espetó el lunes. "Queramos o no, todos somos conscientes de que en Navidades la gente lo pasó mejor de lo que se lo debía haber pasado. Ya podíamos proponer lo que fuera que sabíamos que esto iba a pasar", sentenció el jueves. 

"Su posición no es la de valorar que ha hecho la ciudadanía a lo largo de la Navidad. Es una salida de tono. Y es normal que trascienda cierto malestar porque se ha extralimitado en sus funciones. Pero, por otro lado, es hasta cierto punto comprensible que acabe afectado por las dinámicas del ámbito político. Es decir, que al tener un vínculo diario con las altas esteras del ministerio y con los periodistas, asuma un rol que no es suyo", apunta José Pedro Marfil. 

Sea así o no, la cuestión es que Fernando Simón no solo ha sido noticia por sus ruedas de prensa. También por las entrevistas que ha dado a diversos medios de comunicación. En julio, sorprendía siendo portada de El País Semanal. En ella, aparecía con una chaqueta negra de cuero, subido en una moto y con semblante sonriente bajo el titular: "No podía perder la calma". En septiembre, en plena segunda ola de contagios, se cogía unos días y se marchaba a Mallorca para participar en el programa Planeta Calleja de la mano del presentador leonés. ¿El plan? Bucear, escalar, subir en globo aerostático y recorrer el litoral. Y entre prueba y prueba, responder a preguntas sobre su vida personal, su trabajo y el del Gobierno frente a la Covid-19. 

Sexismo

Dos meses después, volvía a dar una entrevista. Esta vez, todavía más polémica. Fernando Simón dejaba ver su lado más personal en una charla en directo con los hermanos Pou, Iker y Eneko, dos escaladores y alpinistas profesionales mundialmente conocidos, a través de Facebook Live. Hablaba sobre el flechazo con su mujer, la científica y periodista María Romay, sus hijos, Guille, María Josefa y Marcos, y de su juventud. Un último apartado de su charla, no obstante, que le pasaba la peor de las facturas. Y es que, ante la pregunta de cómo habían sido sus relaciones amorosas, el epidemiólogo comentó de forma jocosa que "no preguntaba a las enfermeras si eran infecciosas", en referencia a mantener relaciones sexuales con ellas. 

Un comentario que incendió las redes y que provocó que al día siguiente el Consejo General de Enfermería exigiese a Fernando Simón disculpas públicas por sus comentarios "sexistas" hacia las enfermeras y le amenazase con pedir una reprobación parlamentaria.

Simón pidió perdón a los pocos días —"No fui capaz de responder correctamente. Lo siento"—, pero para entonces, una gran parte de la población se hacía la misma pregunta. ¿Era necesario? ¿Habían sido necesarias sus intervenciones en prensa? La impresión de la mayoría entonces era que lejos de representar a la institución en la que trabajaba, Simón parecía estar pugnando por una campaña política que no era la suya a golpe de entrevista. 

Todo pasa factura, claro. Pero, en cualquier caso, la puntilla final a su popularidad han sido todas las críticas que el epidemiólogo ha recibido por parte de los suyos. Las del Consejo General de Colegios de Médicos (CGCOM), que agrupa a los 52 colegios de médicos españoles, y de los mayores investigadores del país en áreas que van desde el derecho a la física. 

"Ignorancia manifiesta"

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. Efe

En octubre, un grupo de investigadores españoles, entre ellos, Aurelio Tobias, Sergi Trias-Llimós, Ainhoa Alustiza, Clara Prats Tobias y Tim Riffe, firmaba una carta en The Lancet reclamando información fiable y precisa de la Covid en España.  Los expertos afirmaban que los datos que se proporcionaban eran "insuficientes para comprender la dinámica de la pandemia y tomar medidas". Una petición tal vez más necesaria que nunca ahora que nos enfrentamos al mayor auge de contagios en España desde el comienzo de la pandemia. 

Los cinco instaron a las autoridades sanitarias "a que publicasen actualizaciones diarias constantes de datos abiertos sobre pruebas, casos, hospitalizaciones, admisiones de unidades de cuidados intensivos, recuperaciones y defunciones, incluidas las correcciones retrospectivas en serie en curso".

Un mes después, los médicos también mostraron su hartazgo definitivo contra Simón y fueron un paso más allá. El CGCOM pidió el cese del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias "por su incapacidad manifiesta y prolongada a lo largo de la evolución de la pandemia". La gota que colmó la paciencia de los profesionales fueron las declaraciones de Simón en las que cuestionaba el comportamiento social de los médicos fuera del trabajo y achacaba el descenso en el número de contagios entre el personal sanitario a que "tenían un aprendizaje con respecto a la primera ola". 

"Estas declaraciones, realizadas desde el conocimiento de los daños que la pandemia por la covid-19 ha dejado y está dejando sobre los sanitarios en general y sobre los médicos en particular, y que nos sitúan a la cabeza de infectados de entre los países de nuestro entorno, no solo suponen un acto de desmotivación, incomprensión y ausencia de sensibilidad, sino que expresan una ignorancia manifiesta de las condiciones de trabajo a las que nos hemos visto sometidos (ausencia de equipos de protección individual, falta de pruebas diagnósticas, etc.), y de la responsabilidad y la vocación con la que miles de compañeros y compañeras están desarrollando su actividad desde el profesionalismo médico y desde la acción colaborativa estrecha con el resto de las profesiones sanitarias", explicó la organización médica en un comunicado.

Ante tal desprecio a la profesión, los médicos pidieron "respeto, reconocimiento, participación y dignidad" y exigieron un "golpe de timón" en la gestión de la pandemia, además de la puesta en marcha de un comité de expertos independiente.

Por ahora, poco o nada ha cambiado. Es más, ha ido a peor. Navegamos rumbo hacia el pico de una tercera ola del virus que, tal y como dijeron los expertos, se podría haber evitado suspendiendo la Navidad e implantando medidas como han hecho países vecinos como Italia; que ya está saliendo de la segunda ola. ¿Será el fin definitivo de la imagen y prestigio de Fernando Simón?