La calle Navas de Granada es la ‘milla de oro’ del tapeo de la turística ciudad nazarí. Sin embargo, los hosteleros vienen sufriendo una caída de ingresos sin precedentes a causa de las restricciones a su actividad por el COVID y han estallado poniendo a la venta esta calle. La mecha de la indignación la prendió Ana, la hija de los propietarios de Casa Fernando, que el pasado miércoles ante la inaudita ausencia de clientes por la zona decidió fotografiarse tirada en el suelo, vestida de camarera, para escenificar la muerte de la hostelería durante la pandemia. Este domingo otros compañeros del sector de esta joven, como Nicolás Chica, decidieron montar un improvisado tendedero en plena vía pública donde colgaron su ropa de trabajo y un cartel: ‘Se vende la calle Navas. Contacto: Hostelería’.

“Pretendíamos hacer una llamada de atención”, tal y como explica el dueño de Ibéricos y Alhambra, Nicolás Chica, sobre esta nueva protesta emprendida por los hosteleros después de que la Junta de Andalucía anunciase que Granada será la única provincia de esta comunidad donde solo podrán abrir las actividades esenciales a partir de este martes. En la práctica, esto supone que, de las 5.000 empresas granadinas relacionadas con la hostelería, unas 3.500 tendrán que bajar la persiana durante 15 días mientras que en las siete provincias restantes podrá seguir trabajando el gremio hasta las seis de la tarde. “Mucha gente se quedará por el camino”, advierte este hostelero al que el cierre temporal de su bar le ha obligado a mandar al paro a sus dos camareros.

Precisamente, sus todavía empleados, Miguel y Alberto, fueron los que le ayudaron este domingo a Nicolás a desplegar el tendedero reivindicativo que simula la puesta a la venta de la mítica calle Navas. Tal y como ocurrió con la foto viralizada de Ana, la camarera ‘muerta’, el cartel de ‘se vende’ ha comenzado a circular por la redes sociales a toda pastilla porque las personas que pasan por esta vía lo fotografían, aprovechan para hacerse un selfie, incluso uno de los habituales cantaores que viven de las propinas de los clientes de los bares -Miguel- le ha dedicado un tema a la crisis del sector que ha sido inmortalizado en un vídeo que también circula por WhatsApp.

Un cantautor que vive de las propinas de los clientes de los bares le canta a la hostelería.

“Aquí perdemos todos: los dueños de los negocios, los empleados, los proveedores...”, reflexiona Nicolás Chica, cuya iniciativa reivindicativa ha contado con el apoyo de los cinco negocios que este lunes seguían abiertos entre los más de veinte que antaño servían tapas en esta zona. “El viernes hice una caja de 10 euros”, ejemplifica el hostelero sobre el panorama del sector. “La cifra de contagios por coronavirus es dramática, pero nosotros no somos los responsables”. A unos metros de Ibéricos y Alhambra, en Casa Fernando, Ana explica que a raíz de la publicación por parte de EL ESPAÑOL de su foto de la ‘camarera muerta’ de la calle Navas ha recibido cientos de mensajes de apoyo: “Me han escrito a mi cuenta de Facebook personas de todos los rincones de España, incluso algunos eran hosteleros de Perú y Brasil solidarizándose con lo que estamos sufriendo”.

Esta camarera viralizada, de 26 años, estuvo este domingo apoyando la puesta a la venta de la calle Navas para denunciar la crisis que padece el sector por las restricciones a su actividad impuestas para frenar el coronavirus: “Me parece bien esta inicativa que han emprendido mis compañeros porque en Granada seremos los únicos hosteleros de toda Andalucía que cerraremos hasta el próximo 23 de noviembre”. La pesambre de Ana era compartida este lunes en Los Diamantes, en el Fogón de Galicia y en EntreBrasas mientras apuraban hasta el último segundo para tratar de dar salida al género que tenían en las cámaras frigoríficas, ya que corre el peligro de acabar en la basura si el cierre decretado por la Junta de Andalucía se prolonga más de dos semanas.

Nicolás Chica, propietario del bar Ibéricos y Alhambra, comprobando que está bien puesto el cartel de 'se vende la calle Navas de Granada'. Cedida

Mario Casas de tapeo

Por la calle Navas han tapeado desde actores, como Mario Casas acompañado de Blanca Suárez, hasta cantantes como Chenoa. Ahora no hay trasiego de turistas por las restricciones a la movilidad y el goteo de clientes por los locales es mínimo porque el ‘bicho’ sigue haciendo estragos en la provincia de la Alhambra: en la actualidad hay 843 pacientes ingresados en los hospitales, de los que 113 se debaten entre la vida y la muerte en la UCI. “La caja de este fin de semana en Casa Fernando no ha sido para tirar cohetes”, lamenta Ana ante la incertidumbre que hay en su familia porque del bar que fundó su abuelo en 1961 viven sus padres, Fernando Olmos y Mari Carmen García, y su hermano, Fernando. “Este nuevo cierre de la hostelería lo estamos viviendo con tristeza y resignación, ojalá sirva para algo esto que están haciendo, pero si no nos dejan trabajar que menos que nos diesen ayudas y nos quitasen gastos”, reclama la ‘camarera muerta’ de la calle Navas.

De momento, el horizonte pinta mal porque el cierre de actividades no esenciales ha coincidido para los hosteleros con la notificación del impuesto de actividades económicas que deben pagar antes de que acabe diciembre y cuyo importe medio, según la Federación Provincial de Empresas de Hostelería y Turismo de Granada, suele oscilar entre 6.000 euros y 12.000 euros. “Desde marzo estamos con las ‘patas’ colgando, después de acabar el confinamiento aquí solo ha habido ruina y hambre”, denuncia de manera gráfica Antonio García, secretario general de la federación.

Ana Olmos García tirada en la calle Navas de Granada donde este miércoles no había clientes en ninguno de sus bares. Fernando Olmos García

En septiembre, los empresarios del sector tomaron las calles de la ciudad nazarí manifestándose y ahora volverán a movilizarse para exigir un plan de rescate al Gobierno de España y a la Junta de Andalucía, así como medidas compensatorias al Ayuntamiento como no cobrar la tasa de ocupación de vía pública en 2021, reducciones en el IBI o en la tasa de basura.

— Antonio, ¿en la federación defienden este tipo de campañas agresivas de los hosteleros con fotos de una camarera que se hace la muerta o la venta simulada de la calle Navas?

— De lo que se está haciendo a la hostelería se tienen que enterar los muertos y los vivos. No se pueden hacer las cosas tan mal. Somos conscientes de la situación sanitaria, pero la Junta de Andalucía nos cierra el sector hostelero durante quince días sin un plan de rescate.

Protesta que los hosteleros de Granada protagonizaron en septiembre reclamando un plan de rescate al Gobierno de España y a la Junta de Andalucía.

Desde la Federación Provincial de Empresas de Hostelería y Turismo advierten a las administraciones local, autonómica y estatal que de las 5.000 empresas del sector que hay en la provincia granadina, entre un 20% y un 25% están en riesgo de bajar la persiana de forma definitiva tras este parón temporal. El motivo se debe a que algunos empresarios vienen sufriendo falta de liquidez desde que tuvo lugar el confinamiento por el estado de alarma. “Era previsible con las cifras de contagios el cierre de Granada, pero lo que no nos esperábamos era que se adoptase esta decisión sin un plan ni ayudas para las actividades no esenciales”, expone molesto Antonio García.

Miguel: a la obra o al campo

La federación también recuerda a los responsables políticos que los 15.000 empleos directos que generan los negocios hosteleros pasarán a engrosar ERTEs y las colas del paro de Granada. Uno de ellos es Miguel Hernández, camarero en la calle Navas en el bar Ibéricos y Alhambra: “Lo que están haciendo es arruinarnos”. Este profesional, natural de la República Dominicana, llevaba dos años trabajando en esta calle que abandera el tapeo entre los turistas que visitan la ciudad de la Alhambra y que en las últimas fechas se ha convertido en la punta de lanza de la indignación de la hostelería granadina.

El secretario general de la Federación Provincial de Empresas de Hostelería y Turismo de Granada, Antonio García, en una campaña que han lanzado para tratar de salvar la actividad en el sector. Cedida



“Tengo tres hijos que alimentar, tengo que pagar la hipoteca de la casa, la letra del coche...”, enumera con honda preocupación Miguel porque este martes ha pasado a convertirse formalmente en un nuevo desempleado. “Puedo cobrar el paro, pero no es una prestación alta porque estaba contratado a media jornada, así que no me puedo quedar sin trabajar”, indica este dominicano, de 31 años. Sus alternativas son reciclarse profesionalmente, bien como albañil en la construcción o como jornalero agrícola recogiendo aceituna. No hay más alternativas en su horizonte laboral: “Esto es una locura, ahora mismo tengo ganas de ponerme a llorar”.

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