Fernando Simón (57) se ha convertido en todo un icono en tiempo récord. Un gran logro teniendo en cuenta que no es cantante, actor o futbolista. Ni siquiera político. Requisitos indispensables, por lo general, para tener cierto protagonismo público. Este zaragozano de ojos claros y cabellera desenfadada es médico epidemiólogo y, cada día, la voz, para algunos sensata y para otros, lo contrario, del coronavirus en España. 

Con su tono ronco, su calma y su actitud conciliadora, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Enfermedades Infecciosas (CCAES) se cuela en los hogares de los españoles cada tarde para informar en rueda de prensa sobre el control de la pandemia en nuestro país. Una costumbre que ha hecho, entre otras cosas, familiarizarnos con la epidemiología y por ende, con los que se dedican a ella. Y es que, además de ser el comunicador pandémico por excelencia, Simón ha sido la primera prueba para los españoles de que existían los epidemiólogos. Los médicos que estudian la distribución, frecuencia y factores determinantes de las enfermedades existentes en poblaciones humanas. 

Lo curioso ahora, no obstante, es que pese al conocimiento de la población y la importancia, más que nunca, de esta especialidad médica, denominada Medicina Preventiva y Salud Pública; y de que tenga un altavoz constante en televisión como Fernando Simón, los futuros médicos no se decantan por ella. La primera prueba fue hace apenas algunos días con la elección MIR. Cuando 2.100 médicos ya habían escogido su plaza, solo siete habían escogido Medicina Preventiva. 

Tal vez pensando en futuros rebrotes y que este año, dadas las circunstancias, podría tener más tirón, Sanidad aumentó el número de plazas en esta especialidad, de 80 a 106. Pero lo cierto es que, a pocos días de que termine la elección de plazas, todavía son numerosas las que quedan vacantes. Y no descartan que algunas, de hecho, queden desiertas. Podría decirse, vistos los datos, que pocos son los médicos que quieren convertirse en el próximo Fernando Simón. Pero, ¿por qué goza de tan poco éxito? ¿Ha tenido el COVID-19 algo que ver en la elección de los médicos? 

La universidad, el problema

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón. Efe

La primera razón, según Carmen Gallego (26), vocal de la Asociación de Residentes de Medicina Preventiva y Salud Pública (ARES) —cuya misión es visibilizar la importancia de esta rama médica, es que son las propias facultades de Medicina las que no dan la importancia suficiente a esta especialidad. En la mayoría de los programas universitarios son una o dos asignaturas las que se imparten durante los seis años que dura el grado. "La principal causa está en las clases de la universidad. En las facultades dan una visión más clínica, de estar en contacto con el paciente. Y en lo que se basa esta rama es en estar delante de un ordenador", explica esta residente. 

A Carmen, en cambio, nadie tuvo que convencerla hace tres años. "Yo no me veía en un hospital. Me parecía más interesante tener un trabajo que tuviese mayor impacto sobre la sociedad, y no en una consulta a nivel individual. Nosotros, al final, nos encargamos de ver cómo está la población en cifras, analizarlas y con ello ver qué podemos hacer para mejorarla; desde hacer un plan de salud a intervenir una Comunidad Autónoma", sostiene Gallego. 

Cuando esta granadina acudió al Ministerio de Sanidad para escoger su plaza no dudó y escogió la especialidad de Fernando Simón, tal vez pensando que un día podría ser cómo él. Aunque lo cierto es que el director del CCAES nunca fue residente de Medicina Preventiva y Salud Pública. Cuando él se licenció en 1987 en la Universidad de Zaragoza, esta rama todavía no existía. Y lo que decidió fue no hacer ninguna rama MIR.

"En España no existía esa especialidad y quería estar en la comunidad que me necesitase, donde pudiera ayudar", confesaba Simón, en una entrevista con Desnivel hace dos meses. Tras comprobar que no le gustaba el ambiente hospitalario, se marchó a África donde estuvo ocho años. A su regreso, Simón se formó como epidemiólogo en la London School of Hygiene & Tropical Medicine, uno de los centros más prestigiosos del mundo en este campo. "Es el trabajo que me gusta, una Medicina distinta en la que reduces los riesgos de mucha gente en lugar de dedicarte a individuos", apuntaba el zaragozano.  

Sueldo precario

Guillem Bosch, el día de su elección en el Ministerio de Sanidad.

Gillem Bosch Durán (24) eligió esta especialidad hace exactamente una semana. Con su posición, la 5.523, pudo entrar en Medicina Preventiva y Salud Pública en el Hospital del Mar, en Barcelona "Me sorprendí mucho. Pensaba que este año habría más demanda y que en ese hospital no podría elegir, el año pasado esa plaza la consiguió un 4.000 (en referencia a la posición MIR)", cuenta este residente, en conversación con este periódico. Con el COVID-19, Cataluña ha eliminado incluso el cupo autonómico para las plazas MIR. Hasta este año, un número determinado de sus vacantes debían ser escogidas por catalanes, pero este año están abiertas. 

No fue hasta quinto de carrera, cuando Guillem empezó a plantearse la elección de la especialidad de Simón. En ese momento, cursaba la primera asignatura relacionada con este ámbito. Le gustó tanto que incluso hizo su TFG con una profesora de la materia. Y cuando hizo el MIR, ya lo tuvo cristalino. 

"Al principio todos tenemos el pensamiento romántico del médico con la bata y el fonendo. Pero me di cuenta de que me gustaba porque es una rama mucho más abierta, puedes estudiar poblaciones, comunidades... Yo ahora he estado trabajando en Atención Primaria y tenía claro que no era mi prioridad. Cuando tratas a una persona, te sientes un poco limitado. Con mi especialidad puedes actuar sobre personas y hacer cambios a un nivel más amplio; a mi me gusta la parte del control epidemiológico y el de infecciones hospitalarias", insiste este médico. 

Sin embargo, como todo, la Medicina Preventiva también tiene su parte mala. Tanto que si hubiese obtenido una posición alrededor de 1.000 en el MIR, Guillem Bosch tal vez no habría elegido la Salud Pública para formarse como médico. "Hubiese tenido más difícil escoger... habría tenido en cuenta más opciones y tal vez, pensando en el dinero, hubiese seleccionado Cardiología", cuenta. 

Y es que, a diferencia del resto de especialidades, Guillem o Carmen solo cobran el sueldo base porque no tienen guardias, es decir, unos 1.000 euros (otros residentes alcanzan los 2.000). A esto se suma, además, que no se rota por diferentes áreas hospitalarias durante la carrera, es decir, que es completamente desconocida, y que las salidas laborales tampoco son especialmente amplias. "Lo que piensa la gente a la hora de elegirlo es: ¿necesitas estudiar seis años para esto? Es un trabajo, sobre todo, administrativo", sostiene. 

Sin perfil claro

Javier Pérez empezará a trabajar en el hospital el próximo septiembre.

Para Javier Pérez de Rojas (25), la Medicina Preventiva y Salud Pública, su especialidad desde hace apenas unos días, abarca áreas tan dispares (medicina preventiva hospitalaria, epidemiología, administración sanitaria, promoción de la salud...) que, al final, los residentes terminan sin un perfil claro y con ello, con más dificultades de cara al futuro laboral. Otro de los inconvenientes también está en la propia Administración Pública y es que para las plazas que se ofertan de empleo público, no exigen tener la especialidad. Entonces, ¿de qué sirve tenerla? 

Da igual, a Javier no le importó. Le gustó desde que la conoció, en segundo de carrera, en la Universidad de Navarra. "Yo supe enseguida que me gustaba trabajar con bases de datos, diseñar estudios, interpretar gráficas, detectar sesgos... Es una especialidad muy importante porque podemos tener un impacto en la salud de la población mucho mayor si prevenimos las enfermedades que si intentamos curarlas cuando ya han ocurrido", cuenta este residente, que obtuvo el número 3.170 en el MIR 2020.  

Entre tanto, si Pérez de Rojas tiene algo claro, además de que los datos son su vida, es que no quiere ser el siguiente Fernando Simón. "Él ni siquiera hizo la especialidad porque no existía y además ha cobrado notoriedad en un momento excepcional. Su papel ha sido comunicar, trasladar las medidas que había que tomar contra el coronavirus a la población. Luego en realidad, no se sabe cuál es su trabajo. No obstante, su figura sí que ha sido positiva porque mis compañeros de carrera creo que ahora verán con más claridad la importancia de la Medicina Preventiva y la Salud Pública; aunque claro, no es lo mismo conocer la importancia de una especialidad que dedicarse a ella", concluye este médico. 

Andrea Buron Pust, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (SESPAS) y tutora de esta especialidad, en cambio, sostiene que el fenómeno Simón y la pandemia del coronavirus tendrá un efecto a medio plazo en los futuros médicos. En otras palabras, ahora no, pero tal vez en unos años sí.

"La mayoría escoge la especialidad pensando en una salida clínica, pero ahora con la pandemia, el perfil del epidemiólogo resultará más atractivo para los que estén todavía en la carrera. Los que han hecho el MIR este año, más o menos, ya tenían decidido qué escoger y no creo que el COVID-19 haya influenciado", sostiene esta médico.