Cuando hace dos años murió Fidel, la salud de Teresa, su mujer, empezó a ir cuesta abajo. La tuvieron que operar de un problema en la rodilla y ya no podía caminar si no era con un bastón en una mano y cogida del brazo de alguien con la otra. El propio chalé que ella y su marido se compraron en la localidad madrileña de Ciempozuelos ya se le hacía difícil: tres plantas y muchas escaleras. Por eso la tenían que ayudar. El pasado sábado, 29 de febrero, Teresa se cayó por las escaleras y falleció a los 83 años.

Lo que en un principio parecía un accidente doméstico más, dentro de la lógica de su estado de salud, ha empezado a albergar un misterio que ha alejado su resolución. Sobre la muerte de Teresa ahora planea la figura de Fernando C., un policía local del municipio cercano de San Martín de la Vega, de 53 años.

Las autoridades creen que Fernando pudo haber acabado con la vida de Teresa para heredar una importante suma de dinero que, según ha podido saber EL ESPAÑOL, ganó comprando y vendiendo propiedades junto a Fidel. La cifra podría ascender a 1,5 millones de euros. Teresa y Fidel no habían tenido descendencia y todo estaba a nombre de Fernando, amigo del matrimonio, tan amigo que era su heredero.

“Se me hace raro que se cayera. Ella no podía subir a la buhardilla. Jamás he visto las persianas de arriba subidas”, afirma la vecina que vive justo frente a la casa de Teresa, en la calle San Francisco de Ciempozuelos.

El suceso ocurrió en torno a las 16 horas del pasado sábado. Teresa se encontraba, como siempre, con una cuidadora de origen argentino que le ayudaba a pasar su día a día de la manera más fácil y digna posible, a salvar sus limitaciones.

Fernando se acercó a visitar a Teresa, con la que mantenía una estrecha relación desde hace años. En un momento en el que la cuidadora salió a hacer la compra y Teresa y Fernando se quedaron solos, ella cayó por las escaleras. “Dijeron que la chica fue a hacer la compra, pero cuando volvió no llevaba bolsas… De eso estoy segura”.

Fernando llamó inmediatamente al 112 que se personó en la vivienda y no pudo sino certificar el fallecimiento de Teresa. Hasta ahí, todo dentro de la normalidad. Pero, si Teresa estaba tan mal físicamente, ¿qué hacía subiendo y bajando escaleras?, ¿por qué pasó exactamente en el momento en el que estaban los dos solos? Y, sobre todo, ¿cómo sucedió? En cuanto las autoridades hicieron estas preguntas a Fernando él empezó a ponerse nervioso y a ofrecer versiones que se contradecían entre sí. La Policía Judicial de Valdemoro tiene una investigación abierta contra este policía local.

Residencia de Teresa, en Ciempozuelos (Madrid).

"Es el yerno"

Fernando no es familiar de Teresa. Entonces, ¿por qué llegó un hombre de 53 años a entablar relación con una octogenaria? La respuesta está en otro vecino de Ciempozuelos: Vicente. Este hombre era amigo íntimo de Teresa y Fidel. “Se iban de vacaciones juntos y todo, pero no me acuerdo a dónde”, afirma un cliente del bar Maxi mientras juega al mus usando chapas como amarracos.

Vicente es más conocido en Ciempozuelos que Fernando, de quien nadie sabe nada, salvo que “es su yerno”, afirma un vecino que no quiere dar su nombre. Según corroboran varios paisanos, Fernando es el marido de la hija de Vicente y padre de sus dos nietos. De ahí nació la relación entre Fernando y Teresa, la octogenaria fallecida.

El ya abuelo Vicente es vecino de la parte noroeste del municipio. Su casa y la de Teresa están separadas por menos de un kilómetro, 10 minutos andando. Este viernes, el hombre está en casa. Abre la puerta un anciano sonriente, de pelo canoso y barba de dos días. “Dime”. Preguntado por la muerte de Teresa guarda silencio y borra inmediatamente la sonrisa de su cara. Antes de cerrar la puerta se limita a decir: “¡Déjame en paz!”. Pum. ¿Tienen algo que ocultar en esa casa? Si Fernando hereda la pequeña fortuna de Teresa, el resto de la familia también saldría beneficiada, al menos, económicamente.

Benefactores del ladrillo

¿Cómo hacen unos pastores para tener 1,5 millones de euros de patrimonio? A pesar de provenir de un origen humilde, Teresa y Fidel consiguieron sobreponerse al contexto social al que pertenecían y empezaron a escalar. Ambos fueron pastores de jóvenes y crecieron en ello. Desde Ciempozuelos, un municipio de 24.000 habitantes, pastoreaban su ganado por las tierras del sur de la Comunidad de Madrid y las orillas del río Jarama.

“Yo no sé si era tantísimo dinero pero sí que manejaban bastante”, explica el regente de la carnicería Casa Manolo, que conocía al matrimonio, como quien dice, de toda la vida. “Ellos eran pastores alrededor de Ciempozuelos y poco a poco empezaron a invertir muy bien”, comenta desde detrás del mostrador. “Comenzaron a comprar tierras, entre aquí y Valdemoro, y después, con el boom, las supieron vender. También tenían algo de ganado porque yo estuve en su casa alguna vez para comprarles alguna pieza. Pero esto fue hace 30 años, claro”, añade.

Y les iba tan bien que, cuando el matrimonio compró la casa en la que vivieron ambos hasta el fin de sus días lo hicieron pagando medio millón de euros por ella. Además, la transacción se realizó en efectivo, de una sola vez, según cuenta a este diario una vecina que participó en la venta. Pero ahora, en esa casa, no queda ningún tipo de esplendor.

Unos precintos de la Guardia Civil arrancados por el viento son el único movimiento de una calle residencial que, la mayor parte del tiempo, está vacía. Nadie hace vida ahí, no hay un bar ni nada que pueda servir de ocio y la mayoría de los vecinos van a casa sólo a dormir.

En el porche de la casa todavía quedan algunos guantes de látex y mascarillas, tirados en el suelo, que demuestran que la Policía Científica ha estado por aquí. “Yo vi flashazos en la planta baja”, explica la vecina de enfrente. “Eso significa que el cuerpo estaba ahí, ¿no? Entonces tuvo que caer desde arriba…”.

Aunque la mayoría de los vecinos la conocían de vista, raramente alguno hablaba con ella más allá del saludo. La que mejor sabía de ella era la cuidadora argentina que le hacía la compañía y que además reside en un barrio cercano. También la conocía muy bien Fernando, sobre quien ahora recaen todas las sospechas, aunque pasa inadvertido entre los vecinos, tanto de Ciempozuelos, como de San Martín de la Vega.

¿Dónde está Fernando?

Fernando C. es policía local en San Martín de la Vega desde hace “no más de 10 años”, según sus compañeros. Lleva meses de baja, sin dar señales de vida en su trabajo. “Se ha quitado hasta la foto del WhatsApp”, afirma otro agente de San Martín de la Vega compañero suyo. “Está completamente desaparecido, no sabemos nada de él”.

San Martín tiene unos 18.000 habitantes y está a solo ocho kilómetros de Ciempozuelos. Son pueblos hermanados. Pese a tener tan poca población, hay cuatro policías locales que se llaman Fernando. Eso ha hecho que todos los rumores apunten a Fernando M., el único nacido y criado en el pueblo. “Ya me lo ha dicho todo el mundo, incluso mi hermana”, afirma el Fernando que nunca conoció a Teresa.

Fernando C., el protagonista de este fatídico suceso, está completamente desaparecido para sus vecinos y sus compañeros de trabajo. Lleva de baja desde mucho antes que la muerte de Teresa. El pasado sábado, mientras la Guardia Civil le interrogaba, el hombre sufrió un ataque de ansiedad y fue ingresado en la unidad de Psiquiatría del Hospital de Valdemoro. ¿Sigue ahí? ¿Está detenido? ¿Con su familia? Los pocos que le conocen guardan silencio discretamente.

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