Reportajes Agencias

María Puy Ayensa se salvó de milagro de la muerte. La diferencia fueron cinco escasos segundos. Ocurrió el pasado jueves en Noáin, a las afueras de Pamplona. Una avioneta que efectuaba la ruta Sabadell-Pamplona se estrellaba en torno a las seis y veinte de la tarde junto a las vías del tren, en el paseo de la Estación. El piloto, Javier Miranda García, falleció en el acto. La tragedia aun pudo ser mayor de no ser por ese brevísimo espacio de tiempo. Fue la diferencia que salvó a María. 

La avioneta cayó con violencia sobre el terreno, y al impacto surgió una enorme bola de fuego que se llevó por delante un vehículo que se encontraba estacionado en el mismo paseo. Era el de María. Unos momentos antes de que la aeronave se precipitara desde el cielo como un obús, ella acababa de salir de su casa, en dirección a su automóvil. Pero algo se le pasó por la cabeza, y pensó que se había olvidado las llaves del coche en casa. 

La mujer volvió a entrar en la vivienda. En ese momento, a pocos metros, un enorme estruendo, y todo se teñía de rojo, en llamas. La avioneta se había estrellado precisamente contra su coche. "No estaba allí por cinco segundos", declaró al regional Diario de Noticias. "Iba hacia él cuando la avioneta ha chocado". Se salvó de milagro.

María es una de las pocas inquilinas de ese pase de La Estación en Noáin. Vive allí con su marido y su hijo pequeño. "No sabía si era un camión, una furgoneta o una grúa de coches, pero después he visto una numeración (la matrícula en el fuselaje de la avioneta) y he visto que era una avioneta. Han empezado sucederse explosiones y en ese momento ha venido un vecino que es bombero preguntando por mí a gritos. Es verdad que el coche no ha empezado a arder enseguida y si yo hubiera estado dentro, creo que me habría dado tiempo a salir, pero también es cierto que si hubiera arrancado un momento antes el coche, quizá la avioneta habría chocado conmigo de frente. He tenido mucha suerte", explicó.

Cuando llegó el marido de María, todo el campo estaba ardiendo, y el humo cubría la calle en la que viven desde hace años. Las explosiones se sucedieron. Por el piloto del aparato ya nada se pudo hacer. 

Un piloto de gran experiencia

Javier Miranda era el único ocupante de la aeronave. La ruta que estaba cubriendo era sencilla para él. Contaba con cientos de hora de vuelo en experiencia y en eel aire. Estaba acostumbrado a realizarla. Pilotaba un aparato bimotor desde hacía años, y era socio del club de vuelo de Pamplona, donde se había entrenado hasta la

Por causas que todavía se desconocen, pese a su dilatada experiencia el piloto de la avioneta no logró llegar hasta la pista y se ha estrelló en ese lugar junto a la casa de una de las protagonistas de este suceso. Falleció a consecuencia del impacto.

En el aeropuerto de Pamplona, que también se encuentra en la localidad de Noáin, ya estaban prevenidos. Dos naves habían partido desde las pistas de aterrizaje con el objetivo de guiar hasta una zona segura al piloto y ayudarle ante la situación de emergencia, pero no fue sido posible. La avioneta poco a poco fue perdiendo altura. Ese declive provocó lo inevitable.

El apato no logró superar el último repecho antes de acceder a las pistas, y se estrelló justo donde la casa de María Puy. Ella y los suyos se salvaron de milagro. 

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