Mientras los coches eléctricos son cada vez más comunes, otras industrias, como la aeronáutica, están tardando algo más en adoptar esa tecnología; es comprensible, ya que las necesidades de esos vehículos son muy diferentes.

En concreto, el problema está en las baterías y su peso. A diferencia del combustible, que se va eliminando a lo largo del viaje aligerando la nave, las baterías pesan lo mismo incluso si las gastamos completamente.

Es por eso que, al menos inicialmente, todos los vuelos de aviones eléctricos serán extremadamente cortos, de apenas unos minutos dependiendo del tamaño del aparato. Pero eso no significa que no tengan futuro, como ha demostrado la aerolínea Harbour Air en colaboración con los ingenieros de magniX.

El primer avión eléctrico comercial

El resultado de esta colaboración ha sido el primer avión eléctrico comercial del mundo; es decir, que a diferencia de otros proyectos que hemos compartido en Omicrono, este avión está pensado para hacer una ruta comercial para sus clientes.

El avión está basado en un de Havilland Beaver DHC-2, una de las avionetas más populares de todo el planeta, en producción desde después de la Segunda Guerra Mundial. En concreto, es la versión hidroavión, lo que le permite despegar y aterrizar en ríos como los de la zona en la que opera Harbour Air.

Avión eléctrico despegando Harbour Air

Las modificaciones implicaron quitar el motor de combustible y sustituirlo por un sistema de propulsión eléctrico. Con estos cambios, la aerolínea, basada en Vancouver, consiguió realizar un vuelo de quince minutos de duración sobre el río Fraser sin ningún problema.

No parece mucho, pero ese tipo de viajes cortos son la especializad de la DHC-2 y de aerolíneas como Harbour Air. Muchas zonas del mundo son inaccesibles por carretera o incluso por barco, y sus comunidades dependen de este tipo de vuelos periódicos de apenas unos minutos para conectar con el resto de la civilización.

Para ese tipo de servicio, un avión eléctrico tiene más sentido que uno de combustible, según Harbour Air; no es sólo que pueda presumir de ofrecer un vuelo de emisiones cero, sino que según sus cálculos, recargar una avioneta eléctrica es más barato que rellenarla de combustible.

En concreto, la compañía espera ahorrar entre un 60% y un 80%; también está probando una Cessna eléctrica, con la que normalmente cuesta 300 dólares repostar para un viaje de 160 km, pero que cuesta sólo entre 6 y 12 dólares recargarla para el mismo trayecto.

El vuelo inaugural que realizó el pasado martes es el mayor paso hasta ahora para ofrecer ese vuelo de manera comercial; una vez que se ha demostrado que el avión puede cumplir su función, el siguiente paso será buscar la aprobación de las autoridades, con el objetivo de aceptar los primeros clientes para el 2022.

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