Mallorca

Al leer aquel titular de la noticia, la mente de Joana Molina se trasladó de inmediato a su niñez. Varios menores violan en grupo a una niña tutelada de 13 años en Mallorca, contaban los medios de comunicación locales a principios de este enero. “Fue un flashback”, afirma esta mujer de 41 años y madre de dos hijos mientras camina, este pasado viernes, por el centro histórico de la capital balear.

Joana recordó la imagen de los botes de champú ordenados en la ducha de aquella casa a la que le llevó su agresor sexual. La camisa ancha que le prestó para que se vistiera. La cama fría en la que la tumbó. La sensación de asco.

También recordó aquel impulso irrefrenable que le entró cuando el explotador, tras agredirla sexualmente durante casi dos horas, tiró unos billetes sobre la mesa en la que ella comía un filete de carne que él le había cocinado. “Toma, para que no pases hambre”, le dijo.

Joana, por aquel entonces una cría rebelde que vivía en un centro de menores de Palma, pensó: “Violada, sí. Pero puta, no”. Aquella niña empuñó el cuchillo con el que cortaba la carne y lo clavó en una de las manos de su violador. Luego, salió corriendo de la casa con la billetera de aquel hombre. Sabía que nunca la denunciaría. Y así fue.

Veintiocho años después, Joana, al igual que toda Mallorca, vive estos días las consecuencias del terremoto político, social, judicial y policial que se ha desatado en la isla tras conocerse que la pasada Nochebuena seis menores, en presencia de un adulto de 19 años y una adolescente de 16, violaron en grupo a una cría de 13 años tutelada por el Consell de la ciudad.

Días más tarde, se conoció que la menor había ejercido la prostitución en varias ocasiones por las calles de Mallorca. 

La violación de la niña de 13 años se produjo en un piso de Camp Redó, uno de los barrios más deteriorados de Mallorca. AL

Joana dice que este caso le ha hecho darse cuenta de que el tiempo “poco o nada había cambiado”. Cuando esta mujer fue víctima de una agresión sexual, en los años 90, tenía la misma edad que esa cría y también se encontraba bajo la tutela de la Administración.

"Los puteros buscan a niñas vulnerables en la calle. Esa niña lo es tanto como lo fui yo. Se habrán puesto herramientas para evitarlo, pero no las necesarias”.

Alguno de los presuntos agresores se encuentra en un centro de menores o ha pasado por uno de ellos antes. La mayoría reside con sus respectivas familias. Desatado el escándalo, el Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales (IMAS), que depende del Consell de Mallorca, ha reconocido que entre 2017 y 2019 se han registrado 16 casos de explotación sexual infantil con víctimas tuteladas por la administración insular.

Viajes exprés

Probablemente, este número sea sólo la punta del iceberg y existan muchos casos más. Sólo la violación de esa menor ha arrojado cierta luz sobre un asunto tan turbio, aunque en la ciudad existía el runrún desde hace meses. Cs y VOX pidieron en diciembre una auditoría interna del IMAS. La rechazaron el resto de partidos, entre ellos el PP, que hace oposición al PSOE, formación que gobierna el Consell.

Se trata del mayor escándalo de prostitución de menores conocido en España en lo que va de siglo: sexo con críos que se ausentan durante días de los centros en régimen semiabierto en los que residen o que, directamente, se escapan de los de régimen cerrado para ejercer la prostitución en la isla. Se prostituyen en pisos okupa, baños de estaciones de tren, parques…

“Es algo casi normal llevar a tuteladas a que tomen la píldora del día después. En otras ocasiones, hay que llevarlas a abortar porque tardan en decir lo que hacen. Son casos puntuales, pero los hay”, explica a EL ESPAÑOL una trabajadora social de un centro de menores en Palma.

La mujer, con una década de experiencia en el trato con niños conflictivos, prefiere mantenerse en el anonimato. Dice que conoce esta realidad por su día a día en el trabajo y porque se lo cuentan las propias víctimas.

“Quiero que se sepa la verdad. Yo no digo que esto sea algo que sólo pasa en Mallorca. Pero esto es una isla y aquí viene gente de otros países que sólo pasa unas horas: vienen, se acuestan con una niña y se van. Quien lo niegue es por desconocimiento o porque quiere ocultar lo que ocurre”. 

“Gravedad incalificable”

Este pasado martes, en una visita a Mallorca, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, afirmó que los hechos son de una “gravedad incalificable”. Las víctimas son 15 niñas y un niño. La Fiscalía de Menores abrió diligencias una semana después de que se conociera la violación de Nochebuena y tres semanas más tarde de producirse los hechos.

Javier de Juan, presidente del Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales. EFE

Desde el Consell de Mallorca, institución que gobierna el PSOE con el apoyo de Podemos y Més, se insiste en que siempre trasladan los casos que detectan tanto a las autoridades policiales como judiciales, quienes a su vez han defendido su trabajo.

PP, Cs y VOX han señalado directamente al Consejero Ejecutivo del Departamento de Derechos Sociales y presidente del IMAS, el socialista Javier de Juan.

Sin embargo, De Juan defendió este viernes en un pleno extraordinario que “los máximos responsables son los abusadores”. Dijo que no se puede restringir las salidas a la calle de los menores que residen en centros de régimen semiabierto porque se les abocaría “al fracaso social”.

“La problemática (de la prostitución) no es exclusiva de los menores tutelados ni de la isla”, añadió de Juan. “Es un problema de toda la sociedad”. Pero el reproche de quienes critican su gestión apunta en otra dirección: las víctimas se encontraban tuteladas por la administración que él encabeza.

Al tratarse de menores, los datos que han trascendido son mínimos. En ocasiones ni siquiera se prostituyen por dinero: les basta con conseguir unos cigarrillos, drogas, alcohol, zapatillas o ropa nueva, según explican fuentes conocedoras de la investigación. Todo ello ha ocurrido bajo el manto protector de las instituciones públicas.

En el caso de la niña de 13 años violada la pasada Nochebuena se dan ciertas circunstancias que lo agravan. Era relativamente frecuente que la cría se ausentara algunas noches para mantener sexo a cambio de dinero con adultos. Lo contó después a la Policía Nacional una de las trabajadoras sociales que la trata a diario.

La menor, explican las citadas fuentes, ya había acudido a un hospital en dos ocasiones en el último año para que un médico la reconociera. La pregunta que subyace y que los mallorquines se hacen en la calle es la misma que se plantea Xisca, una septuagenaria que pasea por delante de la sede del Consell mientras dentro los políticos debaten acerca del escándalo.

"¿Qué se hizo para evitarlo?". La señora se responde a sí misma. "A mí me parece que nada. Lo que le ha pasado a esa niña es una brutalidad. Supongo que será una cría difícil, pero por eso debían estar más encima de ella si cabe. Que se prostituyera no implica que se la pueda violar. Ahora ya se le ha arruinado la vida".

En su defensa, desde el Consell aseguran que en los cuatro últimos años se ha formado a un millar de trabajadores públicos para ayudar a detectar casos así y poder combatir la explotación sexual infantil. En Baleares hay 359 menores tutelados por el IMAS en los 31 centros que gestiona (5 públicos y 26 concertados). 

Anuncios en webs de contactos

Lo que ha quedado claro tras destaparse el escándalo es que los protocolos de prevención han fallado. Los jóvenes incluso se ofertaban, y quizás sigan haciéndolo, en conocidas páginas de contactos por internet. Pero nadie lo vio. O si lo vieron, se silenció.

Algunos de esos encuentros sexuales en los que participan menores se producen en pisos okupas de las zonas más degradadas de la ciudad, como Son Gotleu o Camp Redó, también conocido en Mallorca como Corea, donde el menudeo de drogas se entremezcla con la delincuencia callejera.

Zona del barrio mallorquín de Son Gotleu en el que la menor se había prostituido anteriormente. AL

"Rey, vete de aquí. Deja ya de preguntas. Aquí, si se ha violado a alguien, no es cosa nuestra", dice un hombre de unos 60 años que charla con otro señor en una de las calles más deterioradas de Camp Redó.

Son las 12 de la mañana de este pasado viernes. A esta hora, numerosos niños, algunos de ellos de 10 o 12 años, juegan en la calle a fútbol o con sus patinetes eléctricos. No han ido al colegio. No es difícil imaginar que alguno de esos críos pueda acabar en un centro de menores de aquí a un tiempo.

Los seis menores acusados de la violación de Nochebuena tienen entre 14 y 17 años. Varios de ellos residen aquí, en la Corea de Mallorca. "¿Los conocen? ¿Conocen a sus padres? ", insiste el reportero. "Por tu bien, te he dicho que te dejes de preguntas, rey. Que aquí no sabemos nada", responde el mismo hombre de antes y sus palabras suenan a amenaza. "Vete a tu puta casa", dice un joven que pasa cerca de aquí. "No queremos periodistas. A tu puta casa”.

En Camp Redó nadie cuenta dónde está ese piso en el que se produjo la violación. Da la impresión de que muchos saben dónde se encuentra y que nadie quiere hablar del asunto. El barrio parece haber llegado a un pacto de silencio con sus propios vecinos. Unos callan por miedo. Otros, por su cercanía con los implicados.

Precisamente, por ambos barrios, Camp Redó y Son Gotelu, pasó la niña aquella noche. Solía frecuentarlos. Hasta que la pasada Nochebuena fue violada tras ingerir drogas y alcohol con otros menores conflictivos.

La denuncia de la menor

Tras la agresión sexual, la niña, de origen español, contó los hechos. Explicó que aquel día se marchó de una cita con la psicóloga que la trata y que luego acudió a un bar donde en otras ocasiones había ingerido drogas y alcohol. La menor admitió que ya sabía que allí acudían clientes que buscaban practicar sexo a cambio de dinero. Incluso dio el nombre de la mujer que lo gestiona. Ese día, varios adultos le proponen mantener relaciones sexuales.

En aquel bar, la víctima recibe la llamada de una amiga que está en una fiesta en Camp Redó. La esperan en un piso okupado donde son frecuentes los encuentros sexuales mezclados con porros, cocaína y cubatas. Varios amigos pasan a recogerla. Una vez en aquel inmueble, seis menores, con la intimidación de un adulto de 19 años y una menor de 16, la violan consecutivamente dentro de una habitación. Alguno llega a grabar un vídeo.

Tras vivir aquel episodio, uno de los presuntos agresores la trasladó en coche hasta un descampado en Son Gotleu, donde también habría mantenido sexo con ella. Hubo violencia. La menor se quedó después en un piso cercano que conocía y se puso en contacto con una trabajadora social. Aterrorizada, le contó lo sucedido.

Dos jóvenes caminan por la Plaza de España de Mallorca, este pasado jueves. AL

Ante la Policía, los menores defendieron su inocencia. La declaración de todos ellos ante el juez estaba prevista para esta pasada semana, pero desde el Tribunal Superior de Justicia de Baleares no confirman si los seis han testificado ya en sede judicial. 

Los acusados sostienen que el sexo era consentido, aunque han entrado en contradicciones. El único adulto del grupo, quien no habría participado en las relaciones sexuales pero sí habría intimidado a la menor, dijo que no vio nada de lo ocurrido en aquella habitación.

Contó que sólo subió a aquel piso de Corea a “fumarse unos pitis” y que se marchó al momento porque “todos eran unos críos”, según explica su abogado, Julio Romero. 

“Ha prestado su consentimiento para que se le practique una prueba de ADN y para se le analice su teléfono móvil”, añade el letrado. Este joven, de 19 años, reside en un centro de menores de régimen cerrado porque sobre él pesan varias sentencias de delitos cometidos antes de cumplir la mayoría de edad. Aquel día se había fugado. 

Punto de captación

Un punto de la ciudad donde los clientes contratan a las menores es el entorno de la plaza de España, donde se encuentra la estación Intermodal de Mallorca. Cuando este reportero merodea la zona, el jueves a mitad de mañana, el flujo de personas es constante. Turistas con sus cámaras de fotos, trabajadores estresados que van de un lado a otro, menores ociosos que caminan sin rumbo fijo, ancianos que toman el sol sentados en un banco….

La Policía no descarta que haya intermediarios entre los críos tutelados y sus clientes, ni que los menores se prostituyan bajo coacción. Un equipo de la Unidad de Atención a la Familia y a la Mujer (UFAM) se encuentra investigando los hechos. 

Precisamente, hace ya casi 30 años, a Joana Molina la captaron en los alrededores de Plaza de España. Llevaba tres días en la calle pasando hambre, frío y sueño. Dormía tirada en los parques o en los baños de la estación.

A las dos de la madrugada de un día cualquiera una furgoneta paró cerca de aquella cría. El conductor le propuso llevarla a casa. Ella le dijo que vivía en un centro de menores en el que uno de los trabajadores sociales abusaba de otra cría. Aquel hombre la llevó a su casa, un pequeño estudio con barra americana, y la agredió sexualmente.

“Mis padres eran taxistas, trabajaban mucho y no me dieron la atención que un niño merece. Pasé un año en aquel centro. Tras violarme aquella noche, mi cerebro colapsó. Me volví una cría todavía más irresponsable”, confiesa Joana.

Sebastián Oliver, vigilante de seguridad en la estación Intermodal y presidente del sindicato SIES, explica que los baños de la Intermodal son un lugar donde hombres de todas las edades pagan a menores para mantener sexo. Cuenta que no todos son críos tutelados, pero sabe “de algunos casos”.

En Mallorca ha estallado un escándalo que promete no detenerse aquí. Cuando se conozcan más datos, igual a nadie le sorprenderá ya que una trabajadora social mantenga en la actualidad una relación sentimental con uno de los menores que pasó por el centro en el que ella trabajaba.

“RECTIFICACIÓN DE LA NOTICIA PUBLICADA DÍA 2 DE FEBRERO DE 2020 EN ESTE MEDIO DIGITAL EN RELACIÓN A Dª JOANA MOLINAS JUAN.

Dª Joana Molinas Juan nunca ha ejercido la prostitución, por lo que la información publicada en su día en este medio digital no es cierta en ese punto."

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