Las trabajadoras de los salones de belleza femeninos de Canadá no tendrán que depilar contra su voluntad, y por tanto tocar y manipular, el escroto y el pene de ningún cliente, por mucho que este se identifique como mujer transgénero. Esta es la decisión del Tribunal de Derechos Humanos de la Columbia Británica, anunciada esta semana, después de enfrentarse a un inquietante caso que, pese a lo estrafalario de su denunciante, tenía un trasfondo controvertido, al abordar hasta dónde llegan los derechos como mujer de una persona que biológicamente es un hombre. 

“La legislación de derechos humanos no requiere que un proveedor de servicios depile un tipo de genitales para los que no está preparado y sin que quiera hacerlo”. Esto es lo que ha determinado la corte, desestimando la denuncia de una activista transexual, Jessica Yaniv, a la que obliga a pagar 2.000 dólares a cada uno de los negocios afectados.

Yaniv, como ya contó El ESPAÑOL, se define en su cuenta de Twitter como "orgullosa lesbiana" que nunca renunciará a pelear por los derechos humanos y la igualdad. Siguiendo esta supuesta lucha, llevó ante la Justicia a varios locales de belleza de la zona de Vancouver que se negaron a realizarle la depilación brasileña al descubrir que todavía tenía genitales masculinos. El tribunal establece que la denunciante perseguía en realidad “fines inapropiados” y establece que partes de su testimonio fueron “falsos”, “egoístas”, "evasivos” y “contradictorios”.

El caso arranca en marzo de 2018 cuando Yaniv contacta a través de Facebook con pequeños salones de belleza femeninos, que ofrecían sus servicios en los hogares de las propias dueñas o viajando a la casa de la clienta. Los negocios ofertaban tratamientos para mujeres, incluida la depilación brasileña. La protagonista, que nació llamándose Jonathan, a veces utilizó varias cuentas de sus redes sociales para hablar con las esteticistas. En algunos casos usaba fotos de mujer, incluso embarazadas, pero en otros empleaba imágenes en las que aparecía con rasgos masculinos. 

Jessica Yaniv llevó a los tribunales a 16 salones de belleza.

Quince quejas

Yaniv presentó denuncias contra todas alegando discriminación basada en la identidad y la expresión de género. En total, Yaniv cumplimentó 15 quejas, solicitando hasta 15.000 dólares en daños y perjuicios a cada negocio. Yaniv sostenía que usaban su religión para discriminar a las personas trans porque se negaban a depilarle sus genitales.

El Centro de Justicia para las Libertades Constitucionales ha representado a cinco de las esteticistas implicadas en este caso. Jay Cameron, responsable de esta organización, elogió la decisión del juez: “Ninguna mujer debe verse obligada a tocar los genitales masculinos contra su voluntad, independientemente de cómo se identifique el dueño de los genitales”.

Las vistas del juicio tuvieron lugar en julio de 2019. En ellas cobraron especial relevancia las partes íntimas de Jessica Yaniv. De hecho, la sentencia señala que fueron clave, ya que el tribunal necesitaba saber si era transexual o intersexual.

“Durante toda la audiencia, la señora Yaniv se negó a responder preguntas sobre sus genitales y argumentó que tales preguntas eran inapropiadas. Como había manifestado que tenía ‘partes masculinas’, que no ‘había pasado por una cirugía’ y que ‘nació un hombre, ahora soy una mujer’, las audiencias inicialmente se llevaron a cabo en el entendimiento de que ella tiene un pene y un escroto, y que por lo tanto estaba solicitando la depilación del escroto. Sin embargo, bajo contrainterrogatorio, se mostró evasiva sobre el tema, refiriéndose a la zona como ‘lo que sea que esté ahí abajo’.

En la audiencia de Blue Heaven (uno de los salones) el 4 de julio, ella insinuó que podría ser intersexual pero se negó a decir si lo era. Cuando se le pidió que explicara a qué se refería cuando dijo que tenía partes masculinas, testificó simplemente: ’Me refiero a partes masculinas", relata el auto.

Discusión entre el tribunal y Jessica

La activista transgénero Jessica Yaniv.

Hay una parte de las denuncias en la que la corte podría dar la razón a la activista en que hubo discriminación. En concreto, se refiere a aquellos establecimientos que se negaron a facilitarle la depilación en brazos y piernas. En este caso, el tribunal entiende que no hay motivo para distinguir entre una mujer cis y una trans. No obstante, no da la razón a Yaniv al encontrar que su motivación era impropia.

“Creo que el motivo predominante de la señora Yaniv al presentar sus quejas no es prevenir o remediar la supuesta discriminación, sino apuntar a las pequeñas empresas para obtener ganancias financieras personales. También (...) castigar a las mujeres racializadas e inmigrantes en base a su percepción de que ciertos grupos étnicos, a saber, las comunidades del sur de Asia y Asia, están ‘tomando el control’ y avanzando una agenda hostil a los intereses de las personas LGBTQ+. Estos motivos no son consistentes con los propósitos del Código de Derechos Humanos, y en particular su propósito de promover un clima de comprensión y respeto mutuo, donde todos sean iguales en dignidad y derechos”, reza la sentencia.

Las demandadas 

Jessica Yaniv.

La sentencia recoge el acoso al que fue sometida esta mujer, a la que la activista contactó varias veces a través de Facebook después de que se negara a depilarle la zona al saber que tenía testículos. Tras la primera negativa, le escribió con identidades y fotos falsas, haciéndose pasar por mujer cisgénero. Incluso le dijo que estaba con la regla y le preguntó si podía trabajar alrededor del cordón del tampón. La esteticista finalmente optó por inventarse que se iba del país por seis meses. Yaniv presentó una queja por discriminación en Goupon, donde este salón se promocionaba.

Otra afectada era Sukhi Hehar Gill, quien se vio obligada a cerrar su negocio debido a las denuncia de Yaniv. También fiel a la fe sij, esta mujer atendía a sus clientas sola en sus casas. Según relató, “es contrario a mi fe” proporcionar servicios de depilación a un hombre biológico. Yaniv había solicitado que Gill acudiera a su residencia personal para depilarle brazos y piernas. 

Marcia Carnauba era otra de las demandadas. Ella sospechó del comportamiento de Yaniv antes de la cita y la canceló por precaución. Según declaró, no cuenta con la formación ni las herramientas para depilar un escroto. Arguyó además que no se sentiría cómoda tocando unos genitales masculinos. También cerró su negocio después de la denuncia.

Peligros para el pene

Durante el juicio, una experta en depilación genital testificó que los esteticistas que no están capacitados en depilación genital masculina no deben tratar de depilar el pene y el escroto debido al riesgo de lesiones graves para el cliente. La perito también testificó que la manipulación prolongada necesaria del pene y el escroto de un cliente a menudo provoca excitación sexual, que a veces deriva en una solicitud de servicios sexuales, lo que suele llevar a insultos, intimidación y masturbaciones no consentidas.

El tribunal de esta región canadiense ha tratado este asunto con toda seriedad, entrando en el fondo de la denuncia por posible discriminación. Desde al principio, concedió a Jessica todas las garantías. Incluso inicialmente no trascendió la identidad de Janiv porque un miembro de la citada corte decidió que, como mujer transgénero, podía ser víctima de acoso y amenazas. Finalmente, un juez revocó aquella decisión alegando interés público, después de que la propia activista hubiera opinado sobre el caso en su cuenta de Twitter.

Esto posibilitó conectar su identidad con otras polémicas de su pasado en Canadá, como cuando trató de organizar una fiesta LGBT topless para mayores de 12 años en una piscina pública, vetando la presencia de los padres. O cuando utilizó en una web de contactos sociales para buscar chicas menores. Según publicó Life Site News, una presunta víctima de esta activista transgénero presentó una denuncia en su contra por acoso sexual cuando sólo tenía 14 años. Según relató, Jessica le habría confesado que quería tener sexo con chicas menores de 18. 

También controvertidos son sus constantes comentarios de rechazo a los inmigrantes en sus redes sociales, pidiendo redadas policiales para deportarlos en zonas habitadas por población de extranjera, a la que califica en ocasiones de “poco limpia”. Por el momento, la activista no ha reaccionado a la decisión judicial.

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