Su vocación era ser docente, daba igual de lo que fuera. La doctora Verónica Casado quería enseñar y educar. Sin embargo, decidió escuchar los consejos de su padre y finalmente se decantó por la medicina. Y menos mal que lo hizo. El año pasado, Casado fue reconocida por la organización mundial de los médicos de familia (WONCA World) como la mejor en esta especialidad. La mejor médico de familia del mundo. Un título que reconoce no sólo su trabajo sino, como ella misma dice, la Medicina de Familia de España, a lo que ha dedicado toda su vida; su gran pasión desde que comenzó en esto allá, en los 80.

Hoy, con casi 60 años y después de más de 30 de trayectoria profesional, dedicada no sólo a la asistencia sino también a la investigación y a la docencia, después de más de una vida pasando consulta en su ciudad, en Valladolid, en el Centro de Salud Parquesol, deja a un lado su labor como médico. Lo hace para “mejorar y cambiar las cosas desde dentro”. Desde el pasado julio, Casado preside la Consejería de Sanidad de Castilla y León, perteneciente hoy a Ciudadanos. Ella, sin embargo, es independiente a nivel político. El Gobierno actual de Castilla y León gobierna desde las últimas elecciones autonómicas en coalición entre el Partido Popular y la formación naranja.

Así, dejará la bata aparcada durante un tiempo, al menos los próximos cuatro años: “Es un reto muy difícil pero extraordinariamente apasionante. Tú no puedes decir siempre que las cosas deberían cambiar, y cuando te lo proponen, decir que no. Así que ¡a por ello! Además, estoy rodeada de un equipo magnífico con lo que voy a trabajar con mucha ilusión y energía”, confiesa a EL ESPAÑOL entre días de intensas reuniones y de intenso trabajo. Estas últimas jornadas van dedicadas sobre todo al mayor brote de listeriosis de la historia de España y al posible brote de salmonelosis ocurrido en Salamanca.

‘Volvería a escoger Medicina de Familia un millón de veces más’

Casado, el día que fue designada como hija predilecta de Valladolid. Rtcyl

Su familia es vallisoletana. Ella nació en Francia por carambolas de la vida. Su abuelo era docente republicano y tenía allí un alto cargo, por lo que crió en el país vecino a toda su familia. Cuando ella tenía 9 años volvieron a Valladolid, y desde entonces ha estado siempre vinculada a esta ciudad. “Todas las cosas importantes me han pasado en Valladolid. Todas mis raíces familiares están aquí y en el Valle del Cuco, cerca de Peñafiel. Así que soy vallisoletana por los cuatro costados. Pero por los cuatro”, confiesa, orgullosa.

De pequeña, quería ser maestra, como su abuelo. Pero al final, pasó de la enseñanza a la medicina, y terminó uniendo ambas por el camino. “Mi abuelo era docente y yo cuando era niña, toda la vida he querido ser como él. Me daba igual si era profesora de instituto, de universidad o maestra. Yo quería enseñar. De hecho, en el curso preparatorio a la universidad, yo tenía asignaturas como Filosofía, Historia o Literatura, materias realmente más enfocadas a las Humanidades que a otra cosa”, cuenta Casado recordando aquellos años de colegio.

La medicina se cruzó de lleno en su vida. Su padre quería que estudiase esa carrera porque creía que se le daba bien cuidar y tratar a la gente. “Insistía mucho en que fuera médico y a los tres meses antes de entrar en la universidad fue cuando cambié de idea. Sobre todo porque mi padre me dijo una frase que me resultó crucial: ‘¿Quién crees que les enseña a los médicos?'”.

En los años 70 comenzó a estudiar en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid que, por cierto, es la tercera universidad más antigua de España, fundada en 1242. Por detrás solo la de Palencia y la de Salamanca. Cuenta la doctora que no le costó sacar la carrera, porque al fin y al cabo “medicina es muy de estudiar”. Esos años los recuerda feliz: “Me lo pasé muy, muy bien”.

En el último año de carrera, haciendo las prácticas en el departamento de radiología encontró a una de las personas que más le han marcado en su vida profesional: la radióloga Charo Esteban: “Me gustaba muchísimo lo que sabía de rayos, pero sobre todo me gustaba cómo era como docente. Tenía una manera de explicar las cosas que a mí me encantaba”. Sin embargo, a la hora de elegir especialidad no se decantó por la radiología sino por una que, casi, ni existía.

“Mi primera intención era hacer el MIR en ‘rayos’ porque era lo que más conocía, sin embargo, me faltaba algo que para mí era muy importante: el contacto humano con los pacientes. Así que lo descarté y me fijé en una nueva especialidad que había comenzado en España en el año 78: medicina de familia. La primera promoción fue en el 81. A mí me tocaba elegir uno o dos años después y me lancé a por ella. Hoy en día, volvería a escogerla no un millón de veces más, sino miles y miles de millones de veces más. Es la especialidad más bonita del mundo”, asegura la doctora.

‘Tenemos mucho más prestigio fuera de España’

Recogiendo el premio Médico Cinco Estrellas 2018.

Dice que la medicina de familia no es la puerta al sistema sino el eje de todo el sistema de salud. “Un paciente puede tener contacto con el segundo nivel, pero al que vuelve siempre es a su equipo de Atención Primaria, a su médico de familia y a su enfermera”, afirma la doctora. La grandeza de esta especialidad, añade, es la longitudinalidad. Es decir, “el contacto que se establece a los largo del tiempo con los pacientes. Tú los conoces y los sigues durante su vida. Conoces su contexto, sus trabajos y esto, el enfoque psicobiosocial, es clave”.

En la actualidad, el sistema de Atención Primaria de España es uno de los mejores y reconocidos del mundo. “Por ejemplo, en Reino Unido, que es el país donde más prestigio tiene la medicina de familia, de todo el mundo, se queda sin médicos y vienen a buscarlos a España. El último informe ‘Bloomberg’ sitúa a España como el país más saludable del mundo. Y eso, dicen, que está relacionado con dos variables: con la alimentación y con una Atención Primaria de calidad.

-"Y es que, lo que hace la medicina de familia -dice Casado- es integrar las actividades de promoción y prevención de la salud a las personas. Yo, como médico en Atención Primaria, puedo controlar controlar que las personas tengan mejores hábitos de vida y disminuir el riesgo de enfermedades. Aunque esto no sea muy visible”.

Y así es como ella, durante 30 años, exactamente desde el 1989, Casado ha pasado consulta y ha intentado atender lo mejor posible a todos y cada uno de sus pacientes, en el de Centro de Salud Parquesol (Valladolid) a los que, ahora, confiesa, echará mucho de menos.

Durante todos estos años, Casado compaginó su labor como médico en este centro, con la docencia y la investigación. La doctora ha dado clases en la Facultad de Medicina del Universidad de Valladolid, ha formado a residentes y ha publicado más de 600 obras, trabajos y artículos científicos. Además, ha sido miembro activo de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), de la que también ha sido presidenta.

Su nuevo cargo como consejera en Castilla y León no supone su primera experiencia en el mundo de la política. Desde 1990 a 1997 se dedicó a tareas de gestión como directora médica, gerente de Atención Primaria y subdirectora de planificación sanitaria del Ministerio de Sanidad. Será la segunda vez que acceda al ruedo. Eso sí, esta vez, a nivel autonómico.

Trabajar desde dentro para mejorar el sistema

Con Francisco Igea, vicepresidente de la Junta de Castilla y León. Ella accede al cargo de consejera de Sanidad.

Un buen médico de familia, dice la doctora, debe tener en cuenta cuatro grandes ejes: la asistencia, la docencia, la investigación y la gestión. “Porque nosotros como médicos, incluso cuando estamos pasando consulta, estamos haciendo gestión clínica, es decir, nuestra toma de decisiones son fundamentales y las tenemos que hacer estando muy bien informados”.

Es cierto que si quieres hacer las cuatros cosas, les tienes que dedicar mucho, mucho tiempo. Y realmente no ha sido fácil compaginarlo todo: “Por ejemplo, la investigación no está incorporada dentro de nuestras agendas y la tienes que hacer fuera del horario laboral. Y es algo que entre todos tenemos que mejorar e incorporar la investigación y la docencia dentro de la agenda para que podamos hacerlo realmente bien”.

Quizá por ello, por todo el tiempo dedicado y por su amplio currículum, le dieron hace un año el mayor reconocimiento de su especialidad: la Organización Mundial de la Medicina de Familia le otorgó el premio como mejor médico de familia del mundo. “Me sentí feliz no solo a nivel personal sino por quien te presenta. Es decir, en estos premios no te presentas tú a ellos sino que es alguien el que tiene que hacerlo. Y en mi caso, lo hizo la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).

“Fue un premio maravilloso que sentí no sólo por mí sino por toda la profesión: estaban reconociendo también a todo el sistema de Atención Primaria español. Y eso es que algo habremos hecho y estaremos haciendo bien. Porque yo no soy mejor que muchos profesionales que se han dejado el alma durante estos años para conseguir la Atención Primaria que tenemos”, confiesa.

No es, ni mucho menos, su primer logro cosechado. Antes, en 2017, logró el Wonca Five-Stars (Praga, 2017). Era la primera vez que este organismo internacional reconocía a una española con ese galardón, el premio ‘Médico Cinco Estrellas 2018’. En 2018 el Wonca-CIMF 5 Estrellas la acreditó como mejor médica de familia de Iberoamérica (Cali, Colombia), 2018. “Me están pasando cosas maravillosas en estos dos años", confiesa emocionada Casado. Entre los innumerables premios labrados ya en su trayectoria, uno de los más especiales fue cuando el pasado febrero la hicieron hija predilecta de Valladolid, evento al que asistieron las personas más importantes de su vida: su marido y su madre, tal y como reflejó entonces la prensa local.

Ahora desea, como siempre seguir trabajando y luchando para mejorar el sistema, en esta ocasión como consejera de sanidad de su comunidad. Sin embargo, admite que será duro separarse de sus pacientes: “Una de las cosas que yo más defiendo de esta especialidad es que somos expertos en personas y mis pacientes son una parte muy importante de mi vida. Les he acompañado en sus vidas y ellos me han acompañado a mí. Les he visto crecer, ser padres y hasta ser abuelos y hay pocas cosas que se puedan comparar a esa sensación”.

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