José Antonio Reyes, como los buenos futbolistas de élite -y él fue uno de los mejores-, era un apasionado de los deportivos. Siempre iba acompañado de su particular bólido, ya fuera en Londres, en Madrid o en cualquier otra gran capital europea. Daba igual que fuera para ir a la ciudad deportiva, al Sánchez Pizjuán o a una simple rueda de prensa. El ex futbolista del Sevilla nunca prescindía de sus coches de marcas de alta gama como Ferrari o Mclaren. Pero también, como en el accidente en el que murió el pasado fin de semana, con algún Mercedes. 

En concreto, el coche que quedó irreconocible tras el siniestro del pasado fin de semana fue un Mercedes S550, tuneado por Brabus -y bautizado así por la Policía- para alcanzar más de 500 caballos de potencia y ponerse de 0 a 100 en menos de 4'2 segundos. Eso sí, lo único que era posible conocer era la marca y el modelo: ni colores, ni diseño, ni tapicería... Nada más. El bólido, tras dar varias vueltas de campana y coger una velocidad de más de 220 kilómetros, quedó hecho un amasijo de chatarra, calcinado y desfigurado, al borde de la carretera en el kilómetro 18 de la autovía A-376, carretera que conecta Sevilla con Utrera

Resulta paradójico que Reyes tuviera un accidente en un coche al que, precisamente, lo que no le faltan son prestaciones y medidas de seguridad. El modelo S forma parte del segmento más elevado de la marca alemana. Es una berlina de lujo de cuatro puertas, destinada y concebida para estar entre las mejores del mercado. Lujo, comodidad, diseño y prestaciones sin medida para un coche espectacular a todas luces. 

Así quedó el vehículo donde viajaba Reyes

A día de hoy, la gama S parte de los 99.000 euros en la versión más baja, de 300 CV. Según las informaciones que han transcendido desde tráfico, la versión que pilotaba Reyes estaba modificada por la compañía alemana Brabus, especializada en transformar o tunear modelos de Mercedes para que luzcan un aspecto más deportivo y alcancen mejores prestaciones. Los conductores que pueden permitirse este lujo pueden comprar el coche de concesionario y se lo ceden al taller Brabus o lo adquieren directamente modificado al especialista.

Esta versión en cuestión, el S550, tiene una potencia de 520 CV (más de 130 CV adicionales) y una cilindrada de 5.461 centímetros cúbicos tras hacerle las modificaciones pertinentes. Consigue acelerar de 0 a 100 km/h en 4,2 segundos (más de un segundo menos que su versión original) y alcanzar una velocidad máxima de 300 kilómetros por hora, aunque desde hace tiempo Mercedes limita electrónicamente la velocidad en 250 km/h. Este límite de velocidad encaja con la descripción que los técnicos de tráfico hicieron en el momento del accidente, cuando estimaron que el accidente se produjo exactamente a 237 km/h.

No solo contaba con mayores prestaciones a las que ya de por sí ofrece Mercedes, sino que incorporaba todo un paquete de mejoras visuales que hacían de este coche toda una delicia para la vista. Con un acabado similar al AMG que el fabricante alemán vende de serie (más deportivo y agresivo), Brabus viste a sus coches con tapicería de cuero, con ribetes de madera y los dota de una mayor iluminación con un techo panorámico. De forma distintiva, los coches Brabus lucen, en lugar de la estrella de tres puntas emblemáticas de Mercedes, una gran 'B', marca de la casa. Tanto en el capó, como en el maletero, como en las alfombrillas y otras zonas del vehículo. También en las llantas, portando unas de aspecto más deportivo de 21 pulgadas. El S550 de serie -aunque actualmente no está disponible de concesionario ya que otras versiones le han sustituido- podía rozar los 120.000 euros. Sumando el coste del tuneado de Brabus, podría haber llegado a alcanzar los 150.000 euros.

José Antonio Reyes, montado en un Ferrari.

En ese coche, José Antonio Reyes perdió la vida. A sus 35 años, después de recorrer -y circular- por el asfalto de Londres (cuando estuvo en el Arsenal), de Madrid (militó en el Atlético y en el Real), de Barcelona (jugó en el Espanyol) y de Sevilla. Después de recorrer la España profunda como jugador del Extremadura, donde agotaba su carrera como futbolista. Después de todo eso, el accidente tuvo lugar en Alcalá de Guadaira, a tan solo a 17 kilómetros de Utrera, su localidad natal. Junto a él, viajaban en el mismo vehículo Jonathan Reyes, primo del futbolista que también falleció en el accidente, y Juan Antonio Calderón, también primo del sevillano que logró sobrevivir pero que permanece ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos debido a las quemaduras que sufrió e el 60 % de su cuerpo al tratar de sacar del coche a sus familiares.

Los tres fueron engullidos y seducidos por la velocidad de un bólido único puesto a más velocidad de la debida, según ratificó la Guardia Civil. Reyes y sus primos circulaban a más de 220 kilómetros por hora en un tramo limitado a la mitad (120 km/h). Una velocidad que, tal y como especificó Pere Navarro, máximo responsable de la DGT (Dirección General de Tráfico), no permite frenar a tiempo para evitar cualquier posible accidente. 

Es, por tanto, un espléndido vehículo del que disfrutar, pero también un coche con el que conducir de forma precavida.

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