Están huidos. Los menores P. y J. se han marchado sin dejar rastro. Él es el hijo de Gloria Zavala, la mujer encontrada muerta en su domicilio de Mallorca el pasado día 15. Ella es su novia. Ambos son menores de edad. No parece fácil que hayan conseguido salir de la isla. Sin embargo, es la principal tesis con la que trabaja la policía, que trata de localizarlos. Por ello, han incrementado la vigilancia en el aeropuerto y han extendido la búsqueda a otros países. Antes de huir -y de que se conociese que el cadáver de la asesinada estaba en un arcón- cogieron dinero del domicilio.

El caso de la muerte de Gloria Zavala se complica por momentos. Los investigadores atan cabos y centran sus esfuerzos en esta pareja de menores de edad que sigue en paradero desconocido. Dados los indicios, no descartan que P. hubiese convivido con el cadáver de su madre durante varios días en esa casa. 

"La novia de P. no se llevaba bien con la madre de P.", cuentan desde el entorno de la fallecida, sin entrar en muchos detalles. Discusiones que no parecían tener importancia. En el fondo, tanto ella como P. son adolescentes. Y él se llevaba bien con su madre. O esa impresión daba.

Él fue a denunciar

Ahora sí que parece cobrar relevancia este matiz. Y es que, inexplicablemente, P. y J. huyeron pocas horas antes de que apareciese el cadáver de Gloria Zavala dentro de un arcón, envuelto en bolsas de plástico y sellado con cinta americana. La mujer, de 53 años, llevaba tres días desaparecida. 

En el transcurso de todo ese tiempo, P. aseguró que madre se había marchado a trabajar y no había vuelto. No pareció preocuparle. Dieron la voz de alarma en Aqualand, el lugar de trabajo de Gloria. También desde Ecuador, donde vive su hija Laura a la que le extrañaba que Gloria no cogiese el teléfono el día de la madre. Pero P. se mostró tranquilo en todo momento.

Incluso fue a acompañar a su madrina a la comisaría, para denunciar la desaparición de Gloria ante la policía. Hasta entonces, nada parecía indicar que el joven de 16 años podría tener algo que ver. Nadie en el entorno de la finada sospechó que P. podría tener algún tipo de implicación en el crimen.

Sí que lo sospecharon los vecinos de P., que le contaban al Diario de Mallorca que el día de la desaparición de Gloria, vieron el chico muy contento. Que tenía sangre en la nariz y llevaba una mochila muy grande. Y que tuvo comportamientos extraños, como poner un candado en un garaje comunitario que usaban varias personas. Para que nadie entrase.

Comportamientos extraños

En ese garaje apareció el miércoles por la noche el cadáver de Gloria. A P. lo vieron por última vez unas horas antes. Igual que a su novia, J., la que no tenía buena relación con la fallecida. Los padres de la menor interpusieron una denuncia por esta desaparición. Los mismos vecinos que identificaron los comportamientos extraños de P., aseguran que haber hablado con una niña de 13 años que venía, muy nerviosa, a preguntar por J., porque sus padres no sabían dónde estaba desde el martes.

¿Estaba J. con P. el martes? Sólo ellos lo saben. Lo que sí es seguro es que los hechos se precipitaron el miércoles. P., sabedor de que el otro inquilino de la casa volvería ese día de Madrid, emprendió su huida por la tarde, unas horas antes de esa llegada. Se marchó, presumiblemente con J., y siguen desaparecidos. Sus teléfonos han dejado de funcionar. 

La posibilidad de que hubieran salido de la isla parecía improbable, al tratarse de dos personas menores de edad. Pero la policía ha redoblado sus esfuerzos en este aspecto. No descartan nada. Desde Ecuador, por su parte, siguen con atención el suceso. Especialmente Laura, la hija de Gloria, que confiesa su "impotencia por tener que seguir todo este desde tan lejos. Es macabro". 

Entretanto, los dos jóvenes fugitivos siguen en paradero desconocido, sin teléfono y sin coartada. Ajenos, tal vez, a que tienen a la policía de varios países detrás de su pista, para intentar resolver el crimen de la madre de P.