Es un empresario de éxito. De todos los hijos de Ana María Lajusticia, Manel es el que más ha prosperado profesionalmente, siempre en el mismo sector de la salud en el que la familia ha hecho fortuna. Está al frente de la empresa Syncrofarm, ejemplo de gestión en varios ámbitos. Tiene casi 70 empleados a su cargo, factura más de 9 millones de euros y está en plena expansión.

También se encarga de promocionar y distribuir los productos de su madre. Pero el motivo por el que atrae la atención de los medios estos días es una tragedia familiar: el suicidio de su hermana Conxita, del que ella le responsabilizó directamente en unas pintadas previas a su fallecimiento. Éxito profesional, pero fracaso en el ámbito familiar.

La propiedad de Can Sendra, la masía familiar desde hace siglos, ha sido el desencadenante del fatídico episodio. Conxita perdió su posesión, que finalmente pasó a manos de su hermano Manel. Él llevó el caso a los tribunales y consiguió que desahuciasen a su hermana. Ella no lo soportó y se quitó la vida.

“Yo no he echado a mi hermana de la casa familiar”, repite a EL ESPAÑOL. Manel muestra su disgusto por las informaciones publicadas “que son obra de una persona interesada en hacerme daño a mí y a toda mi familia. Son fake news”.

El conflicto con su hermana que ha acabado de la peor forma posible. Empezó hace 5 años por, entre otras cosas, la titularidad de la propiedad familiar. Ana María vivía en Can Sendra, la vivienda rural e histórica situada en El Estanyol (Girona). Había sido heredada por su padre, Manel Feliu de Sendra. Ella no tuvo suerte en los negocios y perdió sus inmuebles. La masía fue adquirida por una empresa de Llagostera (Girona) y posteriormente traspasada a Manel. La masía volvía a manos de la familia, pero se alejaba delas de Conxita.

"Yo no le he quitado nada"

“Yo no le he quitado nada. Mi hermana se arruinó y perdió sus propiedades”, insiste Manel, disgustado por el ruido mediático que ha generado todo este asunto. Puntualiza que la casa no pasó de las manos de su hermana a las suyas; que fue un empresario el que le ofreció a él comprar Can Sendra una vez Conxita la perdió: “Fue un empresario de Llagostera el que se hizo con la casa en la subasta y, como no sabía qué hacer con ella, se puso en contacto conmigo”, sostiene.

Conxita Feliu Lajusticia nació y creció en Can Sendra, la masía de la que la iban a desahuciar DLF

"Han sido los jueces los que han aprobado el desahucio", continúa. Sí que reconoce que él es la persona que solicitó que se ejecutase el desahucio después de una prórroga. Cuestionado sobre eso, Manel Feliu se justifica diciendo que "pedí que se ejecutase una sentencia judicial para que me devolviesen Can Sendra". El empresario farmacéutico ilustra su caso con una comparación: "Es como si tú tienes un bloque de pisos con varias viviendas y se te cuela un okupa". Respecto a lo de llamar okupa a su hermana, se refugia en cuestiones familiares. "Era mi hermana y yo sé cómo era y qué relación teníamos".

"Mi hermana falseó las cuentas"

"Tuvimos problemas con mi hermana, que incluso falseó las cuentas de la empresa. Conxita ha tenido problemas conmigo y con mis otros hermanos", resume. Llama la atención que un empresario de éxito, con una marca potente en su sector y que factura casi 10 millones de euros, haya tenido que recurrir a la Justicia para que echen a su hermana de una casa que está en ruinas y que no va a ser ocupada por él como vivienda.

Manel es el auténtico continuador del imperio Lajusticia. Es el emprendedor que se ha hecho con las riendas del negocio familiar. Empezó en los 80, fabricando productos dietéticos, siguiendo así la estela de su madre Ana María, la auténtica pionera de la familia.

En los 90 se posicionó en el negocio de la fabricación de envases para medicamentos y después siguió incorporando la fabricación de medicamentos para terceros. Ahora mismo, el negocio está diversificado. Por un lado, envases. Por el otro, medicamentos para otras marcas. Y en el centro, los productos Lajusticia. Su empresa Distribuciones Feliu es la que se encarga de gestionar y vender los productos con el nombre de su madre. Desde los complementos alimenticios que la hicieron famosa, hasta cosméticos con el nombre comercial AML (Ana María Lajusticia) Beauty. Los productos más innovadores son los pertenecientes a una línea de suplementos para deportistas, bajo la marca AML Sport.

Manel Feliu, en una foto de archivo

Pero la joya de la corona es Sincrofarm. Una empresa radicada en Cornellà de Llobregat que ha sido puesta como ejemplo de gestión en varios ámbitos. Por ejemplo, en el formativo. Sincrofarm disparó su rentabilidad operativa en 2017 gracias a un plan de acción diseñado por una de sus directivas durante un programa formativo. Un curso de 10 meses impulsado por la empresa que consiguió notables resultados, como un descenso en los errores de calidad del producto o una mejora en el grado de satisfacción de los empleados. Todo esto se tradujo en un incremento del 30% de la rentabilidad.

La expansión de la empresa familiar

En 2010, Sincrofarm facturaba 3,5 millones de euros. En 2012 realizó una potente inversión de 3 millones de euros para duplicar su producción. A lo largo de esta década ha estado recogiendo los frutos de esta estrategia empresarial y el último año ya había superado los 9 millones de euros de facturación. Y subiendo. Y aunque en los últimos años ha registrado pérdidas por valor de cerca de 90.000 euros, los activos de la empresa siguen creciendo.

Pero mientras la empresa familiar va viento en popa gracias a su gestión, la familia propiamente dicha es la protagonista de este oscuro acontecimiento que los ha puesto en las portadas. Su hermana Conxita y él han mantenido un interminable litigio con la masía de Can Sendra como elemento central. Asegura que intentó llegar a una solución pactada con ella antes de recurrir a los tribunales. Que le ofreció soluciones y alternativas. La versión la corroboran desde los servicios sociales del Ayuntamiento de Bescanó, el municipio donde está radicada la masía.

Ana María Lajusticia en la comunión de su hijo Ana María Lajusticia

Pero ella lo rechazó todo. El acuerdo con su hermano, las alternativas que le ofrecía y la ayuda de la administración municipal. Se enrocó en un documento que presuntamente le firmó su padre, cediéndole la masía para que viviese ella. Un documento cuya validez ha sido rechazada por los tribunales. Ella quería seguir en su casa. Estaba orgullosa de ser conocida como Conxita Can Sendra, y allí quería seguir hasta el fin de sus días- 

Su madre, de momento, sigue sin hacer declaraciones. La alquimista de los complementos vitamínicos en España, que la han llevado a levantar un imperio, sigue retirada del foco. Y Manel tampoco ha querido seguir hablando con EL ESPAÑOL. "No me ha gustado la información que se ha publicado y estoy muy ocupado con los trámites del entierro", zanja antes de colgar. Defiende la legitimidad de lo que ha hecho y reitera que si pidió que se ejecutase la sentencia de desahucio fue “para que me devolviesen algo que es mío". Lo dice la Justicia.

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