Sana Muhammad era, posiblemente, feliz. Había dado a luz ya a cinco críos e iba a por el sexto. Estaba embarazada de ocho meses. En cuatro semanas más, el pequeño Ibrahim estaría con ellos. Pero los acontecimientos se han precipitado. Su exmarido la ha asesinado a ella, pero su hijo sigue vivo. Los médicos no pudieron hacer nada por la vida de la madre, pero sí por la de su retoño, que se encuentra en estado crítico ingresado en el Hospital de Ilford, al este de Londres. Allí, lucha por salir adelante. 

La historia de Sana Muhammad supera cualquier película de terror. Fue asesinada delante de sus cinco hijos de 1, 12, 15 y 17 años. Lo hizo en la cocina. Su exmarido cogió una ballesta y le lanzó una flecha a su mujer. Se le clavó en el abdomen, pero no afectó al pequeño Ibrahim. Fue trasladada de urgencia al Hospital e intervenida. No la pudieron salvar. De haberle sacado la flecha, habría peligrado también la vida del bebé. Ella murió, pero los médicos consiguieron salvar a su hijo, que se encuentra en una incubadora ajeno a todo el ruido que se ha generado a su alrededor. 

Su actual marido, Imtiaz Muhammad, fue la que avisó a las autoridades. Ambos se conocieron, precisamente, después de que dejara a su asesino y exmarido, Ramanodge Unmathallegadoo. “Era una madre y esposa maravillosa. Hemos estado siete años juntos. Tengo el corazón partido. Desde que nos conocimos, fuimos inseparables”, reconocía, en declaraciones al Evening Standard. 

Precisamente, su actual marido fue el que salió a la calle pidiendo auxilio a los vecinos y golpeando las puertas. “Tenía a todos los niños allí presenciando la escena”, han reconocido los vecinos a diversos medios. De entre sus cinco hijos, los tres primeros los tuvo con su expareja y los otros dos con la actual. Ambos esperaban el sexto. 

Su exmarido fue detenido tras la agresión y ha sido acusado de asesinato. Sana ya no lo podrá ver. Ella falleció. Pero todos rezan porque sobreviva el pequeño Ibrahim, que, aunque crítico, por su prematuro nacimiento, se encuentra estable. “La flecha no tocó al bebé y ha podido nacer. A ella la operaron con esa flecha metida dentro todavía”. Si todo sale como se espera, en unas semanas podría ser dado de alta y pasar a engrosar la familia, pero con la pena de que nunca podrá conocer a su madre. 

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