Aquel día, 14 de agosto de 2018, María Pilar Morales -Pili en la familia- se levantó aturdida. “Me encuentro mal”, le dijo todavía en la cama a Carlos, su marido. Pili sufría dolor de cabeza, tenía el lado derecho del cuerpo adormilado y se le trababa la lengua.

No lo sabía, pero la mujer, onubense de 47 años, acababa de sufrir un infarto cerebral. Un ictus. Ochos días después murió en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. “La Junta es responsable de la muerte de mi madre. La ambulancia tardó tres horas en llegar”, denuncia Alberto, el mayor de sus dos hijos.

El día que su mujer enfermó, Carlos llamó a su cuñada Patricia, la hermana pequeña de Pili. Eran las ocho y media de la mañana. Mientras Carlos le contaba a Patricia que su hermana no se encontraba bien, Pili le pidió a su marido que le dejase ponerse al teléfono con ella.

Cuando Patricia escuchó la voz de su hermana, se percató de que algo no iba bien. Al colgar el teléfono, Patricia llamó a Blanca, la otra hermana. Le dijo que a Pili había que llevarla a un médico o llamar a una ambulancia. Y que había que hacerlo rápido.

Inmediatamente, Blanca se presentó en Lepe (Huelva), donde viven Pili y Carlos junto a sus hijos. Al llegar, el marido de Pili ya había llamado al 061. Mientras esperaban la llegada de la ambulancia, Blanca se acercó al ambulatorio que hay a 50 metros de la vivienda de su hermana. Allí no tenían constancia del aviso del marido de Pili. Le pidieron que esperase.

Alberto, que estaba en casa, intuyó que la dolencia de su madre se trataba de un ictus al ver los síntomas que presentaba. El chico, de 23 años, estudia Psicología en Granada y había analizado la enfermedad en varias asignaturas de la carrera.

La llamada de su padre al 061 alertando de la situación de su madre fue en torno a las nueve de la mañana. Hasta las 11.15 u 11.20, más de dos horas después, no llegó una ambulancia hasta la casa de Pili. Sólo se presentó el conductor, que tiene formación técnica primaria en medicina.

El conductor de la ambulancia explicó a la familia de Pili que él pensaba que se trababa de un ictus. El técnico le insistió al marido de la enferma que reclamase una ambulancia medicalizada.

Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, en una visita al Hospital de Jerez (Cádiz), en junio del año pasado. EFE

Dos horas y 50 minutos después

La familia de Pili volvió a llamar al 061. Ante la tardanza, el conductor de la ambulancia decidió llevar al hospital de Huelva a Pili. A escasos metros de emprender el camino, el técnico sanitario que había atendido a la mujer decidió detener el vehículo y llamar de nuevo al 061. Le informaron de que la segunda ambulancia estaba al llegar.  En ese instante, apareció.

El médico que atendió en un primer momento a la paciente decidió que no debían cambiarla de ambulancia y que la trasladarían hasta Huelva en la que ya iba. Pili llegó al hospital en una camilla atada. Sin mayor atención. “No lleva ni vía ni oxígeno. Nada”, dice su hermana Blanca.

Aquella segunda ambulancia tardó en llegar 15 minutos tras la llamada de la familia de Poli. Blanca explica por teléfono a EL ESPAÑOL que “serían las doce menos diez del mediodía, aproximadamente”. Habían pasado dos horas y 50 minutos de la primera vez que Carlos, el marido de Pili, llamó al 061.

A Pili, todavía consciente, le sometieron a diversas pruebas en el hospital Infanta Elena de Huelva. Presentaba un ictus hemorrágico. Según el informe de la paciente fallecida, salió de aquel centro hospitalario a las 14.01 horas del 14 de agosto en dirección a Sevilla para ingresar en el Virgen del Rocío.

Durante el trayecto, Pili sufrió una parada cardiorrespiratoria durante 12 minutos. Los médicos lograron reanimarla. Al llegar al hospital sevillano la sometieron a una operación cerebral. La mujer falleció ocho días después.

"Estamos faltos de personal sanitario"

El hijo y la hermana de la fallecida explican a este reportero que ya han presentado una reclamación ante el Servicio Andaluz de Salud (SAS), dependiente de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía. También se encuentran valorando con un abogado la posibilidad de presentar una demanda al Gobierno regional que lidera Susana Díaz. "Estamos reuniendo todos los informes antes de dar el paso", explica la familia.

“Los médicos nos dijeron que el tiempo apremia a la hora de atender una persona que ha sufrido un ictus. Pensamos que la Junta es responsable por la tardanza de la ambulancia”, asegura Alberto, hijo de Pili.

Su tía Blanca, hermana de su madre, denuncia que en la provincia de Huelva “se sufre una precariedad sanitaria increíble”. “Está de pena. Estamos faltos de todo en materia sanitaria: de médicos, de ambulancias, de enfermeros… Y eso depende de quienes nos gobiernan, de nadie más”.

Tras conocerse la muerte de Pili, el sindicato de técnicos de ambulancia Asites ha denunciado los hechos y ha reforzado la versión de la familia al entender que no se aplicó el protocolo de ictus desde el primer momento. 

Asites indica que la paciente debería haber sido asistida con un equipo médico y trasladado lo antes posible al Virgen del Rocío de Sevilla, especializado en la atención de estas dolencias.

Desde el sindicato denuncian el incumplimiento del Real Decreto que regula el tráfico de ambulancias con la inclusión de una nueva categoría no asistencial. En el caso de María del Pilar Morales se usó un vehículo ordinario (como los que se utilizan para el traslado de pacientes de diálisis) con equipamiento especial pero sin personal especializado. El sindicato asegura que todo obedece a un ahorro en los costes sanitarios.

En España, 120.000 personas al año padecen un ictus, según la Sociedad Española de Neurología (SEN). Una de las últimas fue Pili. Su familia acusa a los políticos que gobiernan Andalucía de, en cierta medida, ser los culpables indirectos. “Sin tantos recortes, mi hermana ahora podría estar con nosotros”, sentencia Blanca Morales, hermana de la fallecida.

Noticias relacionadas